Capítulo 37

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A nuestro alrededor surgen las primeras cabañas, nada pequeñas a como me imaginaba, el GPS indica que nos detengamos y así lo hace Leslie. La cabaña es de dos pisos completamente de madera con un techo de dos ascuas poco pronunciado. Isak toca la bocina del auto hasta que Sophie aparece arrastrando los pies en el camino que lleva a la cabaña, abre el pesado portón negro con un gesto sarcástico y nosotros pasamos a través de la abertura dejándola atrás. Leslie estaciona tras un auto pequeño de color gris.

-Me impresionas, amor- comenta Isak recibiendo las llaves que le extiende su pareja.

Leslie entrecierra sus ojos azules con molestia.

-Manejo mejor que tu, amor- recalca la ultima palabra con fuerza.

Suelto una carcajada que despierta a Thalia, ella me observa confusa sin entender porque los demás bajan del auto. Beso su frente con amor.

-Hemos llegado.

Abro la puerta a nuestro lado para salir a ayudar con las cosas, no fue mucho tiempo de viaje así que no hace falta que use las muletas. El olor a tierra me da la bienvenida, el césped a nuestro alrededor se nota húmedo tal vez debido a alguna lluvia, sin embargo, el cielo azul y el sol en lo alto no dicen lo mismo. La gravilla se pega a la suela de mis zapatos al avanzar hacia la parte trasera del auto. Sophie esta atenta a como descargamos todo desde el área con césped, hace tintinear sus llaves con pereza pero cuando Amelia se acerca a nosotros ella se junta con las chicas que llevan algunos bolsos pequeños.

-¡Bienvenidos!- exclama alegre Amelia deteniéndose cerca de nosotros- Espero que no se perdieran en el camino.

Isak y yo terminamos de bajar el equipaje quedando solo llevarlo hasta la casa.

-No tuvimos problema alguna- bromea Isak simulando la voz del GPS.

Todos reímos. Hago malabares para que no se me caiga nada y Thalia corre en mi ayuda, le agradezco, ahora mismo no tengo la misma fuerza que hace unas semanas.

-¡Axel!- dice para mi sorpresa Sophie- ¿Y eso que has decidido venir después de todo?

Pienso un momento en que responder. Jamas he hablado directamente con Sophie, no porque jamas lo haya intentado sino porque ella se ha limitado a hablar conmigo solo lo necesario.

-Me buscaron en mi casa se me hizo imposible faltar- me encojo de hombros.

Amelia nos apresura para que entremos. La cabaña es moderna y elegante, al pasar la gran puerta te encuentras con el recibidor donde hay unas repisas para colocar los zapatos ya que el piso es de madera. Luego de dejar nuestros zapatos entramos a la sala adornada con muebles de tonalidades claras como el sofá de tres plazas y los dos sillones que se ubican frente al televisor y chimenea. A unos pasos del recibidor hay unas escaleras de aspecto rustico que van hacia el piso superior, dejamos los bolsos a los pies de esta misma para que las chicas sigan con su recorrido.

Pasamos a la cocina gigante y es donde la casa va tomando algunos colores fuera de lugar, le doy un vistazo al comedor cuando Amelia lo señala y me sorprendo al ver que las paredes no son si no grandes paneles de vidrio desde el techo hasta el suelo. No obstante, pasamos al cuarto de juegos sin cruzar ninguna puerta, alrededor hay de todo desde consolas hasta un fútbol de mesa, Sophie señala la puerta en una de las paredes a los costados al decir que es ahí donde dormirán ella y su novia.

Estamos a punto de entrar al jardín trasero cuando las puertas de vidrio de este mismo se abren, todos nos tensamos al ver a David con su bastón.

-¿Han llegado ya, Sophie?- pregunta tanteando el suelo.

Observo a la susodicha en una pregunta muda y no soy el único, Sophie Walker baja su falda en un gesto de nerviosismo.

-Lo hemos invitado- dice segura dejando atrás su anterior estado de animo-. Es un idiota pero nos ayudo cuando lo necesitamos, se lo debemos. Y me prometió no molestar a ninguno, si lo hace yo misma lo echare de aquí.

HurtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora