Capítulo 18

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La luz mañanera entra por la ventana sin hacer caso a las finas cortinas, la habitación desordenada me da la bienvenida junto al guiño de Leslie. Cierro la puerta con cuidado para que el ruido de los guardias, apresurando a los adolescentes, no arruinen mis planes, después de todo no subí dos pisos por nada.

La azabache salta desde su litera para besar mi mejilla como despedida. Me acerco con cuidado a la cama de mi novia y me inclino un poco sobre ella.

—Buenos días, amor— susurre en el oído de Thalia luego de apartar su cabello.

La respuesta fue inmediata; sus ojos se abrieron de forma cautelosa y en cuanto se fijaron en mí sus labios formaron una sonrisa. Trato de arreglar el nido que es ahora su cabello y yo reí cuando sus dedos quedaron enredados. Bese sus labios con la intensión de hacerlo rápidamente, pero Thalia colgó sus brazos a mi cuello para alargarlo un poco más.

—No me molestaría despertar así todos los días— murmuro sobre mis labios.

Me separe y enderece para tomar el vaso con las pastillas que había dejado Margaret, con la esperanza de que yo la convenciera de tomara todas porque siempre dejaba algunas. Le extendí el vaso con las medicinas y otro con agua. Ella tapo su cabeza con la manta de nuevo.

—Debes tomarlas— recalque.

—Lo sé— gruño para luego sentarse y tomar las cosas que le extendía. Trago la mayoría de las pastillas de sopetón pasándolas todas rápidamente con agua. Saco su lengua de forma automática para que revisara que no había guardado ninguna pastilla—. El que te manden a ti para que me tome mis medicinas es ¡injusto!

El guardia que estaba en la puerta volteo a mirarnos de forma amenazante y nos "recomendó" apresurarnos. Thalia me hizo un espacio en su cama para que me sentara.

— ¿Por qué es injusto, amor?— ella solto una carcajada y posiciono una de sus manos en mi mejilla.

—Es obvio...—hizo una pausa para besar mis labios de nuevo— Jamás podre decirle no a esa adorable cara con pecas y hermosos ojos grises— frote mi nariz contra la suya de la misma forma que hacía con Johanna cuando era bebé— ¡Dios! ¡Cómo no me pude haber dado cuenta antes! Tienes pecas en los labios también.

Me levante de golpe, tratando de cubrir mi sonrojo con el cuello de mi jersey.

—Te espero abajo, Cambar.

Salí de la habitación lo más rápido que podía para llegar al lugar donde los otros estaban reunidos. Al salir del edificio la niebla me envolvió como una capa la cual no tardo en humedecer mi cabello y ropa, parecía que alguien había dejado el congelador abierto. Aproveche que ellos estaban sentados en las escaleras para descansar las piernas y meter mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.

— ¡Bienvenido al Polo Sur, Axel Ferrara!— grito alegre Amelia con los brazos al aire en cuanto me vio.

Los observe a todos con atención; Sophie estaba revisando la silla de ruedas de la su novia, Leslie estaba abrazando a Isak como si le fuese la vida en ello mientras que el gigante parecía feliz del nuevo koala que había conseguido, David toqueteaba la escaleras de forma rítmica con su bastón. Todos, incluyéndome, parecían querer devolverse a sus habitaciones para no salir más.

— ¿Alguien tiene el control del aire acondicionado? Le han bajado mucho— bromeo con una sonrisa.

Todos explotaron en carcajadas, claramente no duro mucho porque estaban más concentrados en mantener el calor corporal.

—Hoy vamos a entrar a la administración, a ver si encontramos algo— informo David— Por entrar me refiero a Isak, Leslie y Sophie mientras que Thalia y yo distraemos en su almuerzo al personal de la administración y tu nos ayudas con las cámaras y a que nadie se acerque a la zona donde estamos.

HurtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora