Axel Ferrara
Repiqueteaba mis dedos contra el cursor de la laptop, preocupado y nervioso. Ellos no salían y el tiempo límite estaba a punto de acabarse. Dentro de aquella oficina no hay ninguna cámara por lo tanto no hay forma de saber porque tardaban tanto. Dirigí mi vista hacia aquel pequeño temporizador abierto en una de las esquinas de la pantalla.
Un minuto y veinte segundos.
Al acabar ese tiempo los empleados volvían a sus puestos de trabajo. ¿Qué porque lo sabía? Bueno todo era gracias al topo, ese topo rubio de nombre David y extravagante actitud. Pase mis dedos por mi cabello, pensando en el corte que necesitaba.
Cuarenta segundos.
Golpee la pared a mi lado. No quería ni imaginarme qué pasaría si lo atrapaban. Me había alterado bastante cuando la directora salió a los minutos de ellos entrar pero no ocurrio nada, ella solo salió y se dirigió al comedor. Sin dejar de mirar aquel cronometro palpé los bolsillos de mi pantalón en busca de aquella tableta de chocolate que había guardado esta mañana. Cuando al fin la conseguí, la destape con prisa y le pegue un mordisco.
Dios. Esta cosa estaba muy deliciosa. La próxima vez que viera a Margaret le agradecería; la mujer me había entregado tres de estas tabletas de chocolate como son de paz y no pude evitar sentirme culpable, después de todos estos años siempre ha sido como una madre para mí.
Diez, nueve, ocho, siete...
—No, no, no...— repetí observando las cámaras del comedor y la del pasillo de la administración. Los empleados comenzaron a salir y dirigirse a su lugar de trabajo con tranquilidad.
Seis, cinco, cuatro...
Leslie asomo su cabeza, supongo, para examinar si no hay nadie viendo. ¡No hay nadie! ¡Apresúrense! Quería gritarles. Luego de revisa el lugar la pareja salió y Sophie cerró la puerta tras ellos— ¡Gracias, Dios mío!— pensé antes de quitar las grabaciones de las pantallas del centro de vigilancia. Mis dedos temblaban sobre las teclas, estoy ansioso y preocupado de no poder conseguirlo antes de que los empleados entraran en el campo de la cámara, una estupidez no tan estúpida. Finalmente pude lograr hacerlo justo a tiempo.
Alce mis brazos, victorioso, para luego dejar caerme contra la fría cerámica del pequeño baño. Observe como mis amigos se internaban en el pequeño espacio que dividía la residencia de los hombres y la de las mujeres. Donde, según el plan, los esperaban David y Amelia. Apague la laptop y la guarde en el forro falso de mi bolso junto a una cajetilla de cigarros, la colgué en mi hombro para luego levantarme y dirigirme hacia aquella ubicación con ayuda de mis muletas.
— ¡Debimos haber sido espías!— exclame con orgullo. Los chicos sonrieron aliviados hacia mi dirección.
Este no era uno de mis mejores días pero quería que mis amigos no se preocuparan y así lograran concentrase en nuestro éxito. Los observe a todos con parsimonia. Amelia, Sophie e Isak charlaban animadamente al igual que Leslie, David y Thalia ¡Thalia! Me acerque a ella y coloque mi mano sobre su hombro con cuidado de no asustarla, lo cual no sirvió de mucho porque igualmente solto un grito, sin embargo, no importo porque al momento de voltearse salto a mis brazos.
La abrace con fuerza. Había estado preocupado por su estado todo el tiempo y el tenerla en conmigo sana y salva, aunque un poco adormecida, era lo mejor.
— ¿Cómo estás?— pregunte mientras acariciaba su cabello con delicadeza y ella escondía aun más su cara en mi cuello.
—Estoy bien. Estuve en el último piso un rato pero Lila hizo que me trasladaran a mi habitación, cuando desperté Amelia estaba conmigo. Pensé que tu estarías allí pero ella me explico que estabas ayudando a los chicos— hizo una pausa solo para levantar la cabeza y observarme a los ojos—. Hace tiempo que no tengo alucinaciones tan fuertes, siento haberte asustado.

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Hurt
Novela JuvenilLa salud de Axel es inestable, por esto es enviado a los diecisiete a un internado de salud. El mismo al que ha asistido por cuatros extenuantes años. Este último año es decisivo para él pero siquiera ha puesto un pie dentro de la helada edificación...