La fiesta es un éxito para los demás, pero Johanna no se ve muy feliz. Los invitados llegaron a eso de las tres y media y se fueron antes de las ocho. Como tradición solo hubo un baile y cantar cumpleaños feliz. Johanna estaba muy incómoda, siquiera hablo con sus amigas. Paso la mayor parte de la fiesta a mi lado a pesar de las reprimendas de su familia.
Puedo asegurar que ella ha probado cada plato de comida al menos dos veces. Yo no tenía apetito. Parecíamos no encajar en aquella fiesta, apartados en la escalera mientras veíamos a todos disfrutar. Ella había desecho el peinado y quitado los tacones en cuanto tuvo oportunidad.
—Termino al fin— comento alegre, acostada en su cama. Eran las once de la noche.
Mi hermana había pedido que viéramos sus películas favoritas hasta que Camila nos mandó a dormir desenchufando el televisor.
—Si— afirme desde el pequeño colchón inflable. Me levanto y abro el bolso en busca de los analgésicos.
Todo había estado bien, ningún percance ni ataque. Quería verme lo más normal posible para mi hermana así que no utilice las muletas, por eso las piernas me dolían mucho. Las tenía tensas y cualquier movimiento enviaba una descarga de dolor.
— ¿Qué haces? — ella se sentó y me observo atentamente. Su teléfono alumbraba levemente el cuarto.
—Nada. Duerme, Johanna— revuelvo el contenido de mi bolso. Gruño y me arrodillo. La acción hace que suelte un gruñido de dolor. Ella enciende la luz y se sienta a mi lado. Empiezo a sudar de los nervios, pero en gran parte por el dolor.
— ¿Qué pasa? ¿Son tus piernas? — asiento. Johanna suspira
—En el centro me dieron una caja de analgésicos, pero no la consigo— le explico.
Me ayuda a buscar hasta que la consigue. Saco una pastilla y la trago.
—Gracias— digo cuando ella se acuesta de nuevo.
—Axel, no me importa que utilices las muletas. Las necesitas.
—No quería que tus amigos supieran que tu hermano es discapacitado.
—No me importaría.
El dolor se va yendo poco a poco y el sueño llega de golpe por lo fuerte que es el analgésico. Sin embargo, cuando despierto es muy de mañana, no logro dormir más así que me levanto y pongo mi suéter.
Afuera hay llovizna, enciendo un cigarro mientras observo a Luis junto a dos trabajadores trabajar en su siembra. Doy una sintiendo el frío mañanero quemar mis mejillas. Me siento y quedo en una especie de letargo.
Luego de terminar el cigarro no me muevo más. Mi vista fija en Luis y en su trabajo, llega un momento en que no puedo concentrarme en eso así que solo cierro los ojos y me recuesto en la columna tras de mí. No duermo a pesar del cansancio.
—Eh, niño— mueven mi hombro. Abro los ojos y observo a Luis—. Vamos a desayunar.
Ayuda a levantarme, le agradezco, extrañado. El desayuno pasa rápido y antes de darme cuenta estoy ayudando a Johanna con su proyecto. Sostengo el lápiz con fuerza tratando de que alguna ida salga de mi cabeza revuelta.
— ¡Ya lo sé! — grita mi hermana de repente.
Está bien, admito que mi cerebro no sirvió de nada para aportar ideas. Pero por lo menos la ayude a perfeccionarla. Parecía muy emocionada por lo que había logrado conmigo, eso me hace sentir tan bien conmigo mismo. Al fin puedo ayudar en algo.
—Llámame si necesitas algo, enana— digo mientras revuelvo sus cabellos.
Johanna gruñe y me empuja hacia la salida. Camila ríe divertida. Antes de entrar al auto Charlotte me detiene.
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Hurt
Genç KurguLa salud de Axel es inestable, por esto es enviado a los diecisiete a un internado de salud. El mismo al que ha asistido por cuatros extenuantes años. Este último año es decisivo para él pero siquiera ha puesto un pie dentro de la helada edificación...