El último piso es el verdadero manicomio en este maldito internado de salud. Cualquiera con algún descontrol mental puede ser enviado allí, si el personal decide que merece ir.
Los psiquiatras y guardias actúan a su libre albedrio. Rompen cada una de las promesas que aseguran a nuestros padres cuando nos inscriben en este lugar. Los castigos son para los que lastiman con gravedad a otro individuo, los cuartos acolchonados para los que pierden el control y los electrochoques el último recurso.
Helena fue quien me envió allí y quien decidió que mi estancia duraría tres días, no hubo rastro alguno del doctor Rakaj en ese tiempo. Mi psiquiatra decidió que lo mejor sería una camisa de fuerza, por si acaso trataba de hacerme daño a mí mismo.
Me gustaría presumir lo fuerte que he sido en este pequeño cuarto con paredes acolchonadas, pero sería una vil mentira. Los ataques de ansiedad y pánico van y vienen como fieles acompañantes, los guardias me obligan a comer.
Vergonzoso.
Traté de resistirme a ellos recalcando que tenía manos que podía utilizar, pero solo obtuve golpes, luego casi me desencajan la mandíbula. Helena se veía obligada a darme de comer porque mi dieta influía con suma importancia en mi salud.
Estoy harto de los calmantes, hacen que tenga fiebre y vómitos. La camisa de fuerza me inquieta. Los gritos de dolor del pasillo calan hasta lo más profundo de mis huesos dejando el terror tras de sí hasta que viene el siguiente. En esos días no dormí nada más que solo unas pequeñas siestas y al tercero estaba alerta de cualquier persona que se detuviera frente a mi puerta.
Hay una pequeña rendija en la puerta por la cual puedo observar a tres metros de distancia del cuarto acolchonado. MI cabeza duele, solo quiero que me saquen de una vez de este maldito sitio. Esto no es vida. No deseo seguir en esta situación, pero incluso allá afuera, en el mundo exterior, no tengo a nadie.
Me sedan cuando por fin se abre la puerta, Helena se lanza encima de mi haciendo que pierda el equilibrio. Trato de alejarme de ella, pero no puedo hacer mucho, ella sonríe y en mi cuello administra el contenido de la inyectadora que tiene en la mano. Me remuevo tratando de resistirme, pero solo logro lastimarme más.
...
Despierto mareado, puedo notar que estoy en mi habitación por la chaqueta colgada tras la puerta. Cierro de nuevo los ojos por el dolor de cabeza, duro un buen rato acostado sobre la cama. Estoy sudando, pero tengo frío. Me cubro más. Hay silencio y no entra mucha luz por la ventana. Duermo un poco más para levantarme después, el pasillo estaba desierto.
Suspiro. Tal vez lo he intentado otras veces, pero este es un día nuevo y ya no tengo nada por lo que seguir. Tal vez noten mi ausencia, pero no voy a quedar grabado en la memoria de nadie como valiente sino como alguien sufrió toda su maldita vida.
Saco un cigarrillo y la navaja que está en la maleta. Paso seguro al baño y abro la regadera, el vapor sube con el humo. Me quito la ropa quedando en bóxer. Mi cuerpo flaco y lastimado da asco, pero para Axel Ferrara es normal.
El primer corte duele, pero los otros son solo rasguños en mi piel. No hay otra forma más rápida de hacerlo, ya que el cuarto está diseñado para que no nos hagamos daño. El líquido carmesí fluye rapidez y el cigarro se va consumiendo.
No encuentro sentido a aferrarme más a la vida si esta seguirá siendo miserable. He estado esperando algo que me ayude a seguir adelante, pero nada ha pasado, la vida no es como una maldita película en la que ocurre un milagro y de un momento para otro el protagonista vive feliz para siempre.
No lloro. Solo me siento en la fría baldosa del baño, esperando. Siento que la vida se escapa de mis manos. Trato de llevar la cuchilla a mi cuello para terminar con todo. Pero antes los bordes de mi vista se nublan y oscurecen. Logró hacer un corte pequeño antes de desmayarme.

ESTÁS LEYENDO
Hurt
Novela JuvenilLa salud de Axel es inestable, por esto es enviado a los diecisiete a un internado de salud. El mismo al que ha asistido por cuatros extenuantes años. Este último año es decisivo para él pero siquiera ha puesto un pie dentro de la helada edificación...