Capítulo 27

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Esta semana se resumió a nuevas rutinas, nuevo personal, nuevos profesores y nuevos tratamientos. Ahora después de clases tenía que ir a fisioterapia y gracias a estas terapias (dolorosas) Rakaj me hablo sobre la posibilidad de volver a utilizar las muletas más temprano que tarde.

Supongo que lo dijo a propósito porque desde entonces he dado todo en ese par de horas diarias con la fisioterapeuta. Nunca me había esforzado tanto por mí— y eso se siente raro—, mi psiquiatra no dejaba de alagar el interés hacia mi persona después de tanto tiempo, claramente aun es ajeno al echo que había vuelto a cortarme. No sucede con tanta frecuencia como antes, pero lo hago porque como siempre no puedo controlar mis sentimientos.

Cuando entré de nuevo al salón de clases el lunes no pude ocultar la silla de ruedas a mis amigos. No me gusto ni un poco mostrar mi lado vulnerable ante ellos y Thalia tuvo que recordarme lo inevitable que era en mi situación. Ellos lo tomaron mejor de lo que esperaba, solo David comento que le extrañaba que no la había utilizado desde un principio considerando la gravedad de mi herida.

No lo dijo como de mala manera sino como un amigo, así que le seguí le expliqué porque estaba sentado en aquel aparato. De verdad estaba dispuesto a dejar de lado sus intenciones con mi novia, hasta que comenzó a coquetearle cuando pensó que no estaba escuchando. Me metí de lleno ente ellos dos para cambiar el tema y dejarle en claro a aquel tipo que Thalia es mi novia.

Ordene un poco mi escritorio en el que estaban esparcidas todas mis tareas casi finalizadas. Las clases son buenas y naturalmente aburridas pero el personal nuevo es autentico además sabían cómo manejar una clase en un internado de adolescentes trastornados, no sé si para ello hay que tomar un curso, pero es genial recibir clases, relativamente, como en un instituto normal

Salí del edificio de hombres para ir al principal. El sol calienta todo además de hacer ver las cosas más brillantes, la mayoría de las terapias grupales tenían lugar en el patio y no en el edificio principal como antes, los guardias pululaban entre nosotros compartiendo palabras y bromas, las enfermeras se mantenían alerta en sus estaciones en espera de alguna emergencia o alguien que se dignara a brindarles un café. Todos tenemos un tiempo libre antes de la cena para estar en el patio. En unos cuantos días lo caótico se convirtió en paz.

Para cuando salí de fisioterapia casi estaba siendo hora de ir a cenar así que fui al comedor y como esperaba mis amigos estaban pasando el rato con una baraja de "UNO" cerca de las puertas. Sophie removía de un lado a otro con diferentes técnicas que nunca había visto mientras hablaba de sus nuevas mascarillas. Las chicas se veían realmente fascinadas por el asunto y los chicos se mantenían callados, aunque de vez en cuando acotaban algo al tema.

—¿Cómo va esto? — cuestione posicionándome entre Isak y Thalia.

La mayoría saludo, pero fue David el que me dio un resumen del juego:

—Amelia no deja de ganar una y otra vez, estoy seguro que está haciendo trampa.

Alce una ceja a la de cabellos rulos fingiendo molestia. Thalia se apoyó en mi silla de ruedas así que aproveche para atraerla hacia mí para besar sus labios.

—No estoy haciendo trampa, ustedes son pésimos jugando esto— aseguro ella.

Todos la abucheamos menos Sophie que había comenzado a repartir las cartas. Rodee la cintura de Thalia con mi brazo mientras tomaba mis cartas. Entre gritos, acusaciones, victorias y amenazas de muerte logramos jugar varias partidas.

—La semana que viene voy a Suecia— soltó en cierto momento Isak a mi lado.

Mi cerebro hizo un cortocircuito y se quedó recalculando.

HurtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora