Capítulo 39

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Axel Ferrara

Es un miércoles soleado, las chicas proponen ir al rio para ver un poco los alrededores sin nada más que hacer aceptamos. Subimos todos al auto de Isak nuestras cosas la cual al ser una camioneta hay más espacio, sin embargo, tenemos que apretujarnos debido que la silla de Amelia ocupa un puesto entero. Nadie dice nada sobre ello, Amelia sienta a Sophie en sus piernas en la parte de atrás, cuando me ofrezco a hacer lo mismo con Thalia para que no se esfuerce ella se negó.

—No es como si me afecte de todos modos; no tengo sensibilidad en las piernas— comenta con un deje de burla—. Además, no es por ofenderte, Axel, pero las tuyas no están tan bien.

Simplemente dejamos el tema hasta ahí. Isak manejo los quince minutos de la cabaña hasta el rio, tuvimos que pasar una carretera no asfaltada para llegar a el y cuando finalmente los hicimos supimos que valió la pena. El lugar parecía mágico; los árboles grandes, pero no tan altos dejan pasar el sol perfectamente, la grama alta se convertía gravilla al llegar a la orilla del rio, este último es angosto y no tan profundo lo suficiente para que te llegue a los hombros según veo desde aquí.

Los chicos bajamos las cosas mientras que ellas ordenan todo. Amelia y David permanecieron cerca de la orilla hablando entre si y a veces con nosotros, el agua esta helada, pero poco a poco te acostumbras. Thalia tarda un tiempo en dejar de temblar a pesar de que parecía fusionada a mí, sus piernas entrelazadas en mi torso y sus brazos en mi cuello. Isak me envía una mirada de entendimiento cuando Leslie se ancla a su costado con las piernas sobre su regazo.

Fue un buen día. Thalia y yo preparamos sándwiches para el almuerzo, lo cual fue lo más rápido, rellenos de distintas formas así que salimos del rio a eso de las dos para comer. Mi novia se adelanta para ayudar a Amelia con la comida, Isak y yo nos quedamos hablando acerca de un juego de beisbol que yo no había visto pero que el insistió en rememorar. Siento las piernas algo cansadas en el agua, pero cuando salimos porque Leslie nos llamó a comer me caigo de rodillas en la orilla porque mis extremidades no me sostienen. Fui tan iluso al olvidar que en el agua es más fácil moverse.

—¡Axel! — grita Thalia alarmada, en segundos estaba a mi lado— ¿Son tus piernas?

Estando sentado junto a un Isak arrodillado trate de levantarme, pero me era difícil porque el cansancio que atenazaba mis músculos me envió de nuevo al suelo, las sentía tan pesadas como dos sacos de papas y empezaban a doler

—Abuse de ellas, puedo moverlas, pero no pueden sostenerme y no traje mis muletas— expliqué.

Isak me ayuda a llegar a la sabana que habían extendido en la grama y donde todos estaban comiendo. Luego de almorzar me tomo las cosas con calma así que para cuando nos vamos no solo no me duelen más las piernas si no que estoy tranquilo y feliz. Llegamos a la casa casi al anochecer, discutimos un rato sobre quien haría la cena en la cual Thalia y yo perdimos ya que ellos no consideraron que unos sándwiches contaban como un verdadero almuerzo. Mientras ellos se bañaban nosotros cocinamos una gran cena, los besos se vuelven constantes y cuando culminamos nuestro trabajo dejamos a nuestros amigos sirviendo la mesa para tomar una ducha que tarda más de lo esperado.

La comida se acaba con rapidez debido al hambre así que nos sentamos en la sala a ver una película, casi he llegado a acostumbrarme a esta agradable rutina en la que solo debemos preocuparnos sobre quien le toca hacer la comida o limpiar. La tranquilidad se mantiene en el aire abrazándonos como una vieja amiga; finalmente nuestras preocupaciones son adolescentes y no adultos, somos nosotros mismos sin tener que retenernos y no es que con nuestra familia no lo seamos, pero hay mucha más libertad.

A mi oído llega un murmullo que no viene ni de la película o de las personas sentadas junto a mí, le restó importancia atribuyéndoselo a Amelia quien ha ido a su cuarto. No debí dejarlo pasar. Las luces encendiéndose de golpe nos ciegan y supongo que fue así como nos rodearon tan rápido, David pregunta sobre la situación al escuchar nuestras exclamaciones sorprendidas, pero Sophie lo ignora preguntando que quien fue el que encendió las luces.

HurtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora