Capitulo 38

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La pantalla transmite una película en algún idioma europeo, mis ojos vagan entre las escenas y los subtítulos. Los rayos del sol iluminan la habitación sin necesidad de hacer uso de luz artificial, aunque no calentarán en lo más mínimo el ambiente.

Estoy cómodo, aunque la soledad sigue arañando mi pecho, la aparto porque yo mismo me coloqué en esta situación. Thalia debió de estar molesta por mi mentira evidente, pero, aun así, bajo a la piscina dándome el espacio que sabía que necesitaba. Es cierto que mi cuerpo esta débil y tengo dolor de cabeza, pero no tiene que ser impedimento para dejar a mis amigos a un lado.

La verdad es que mis cicatrices me apenan, he recibido tantas miradas de lástima y reproche que solo hacen que me reclame por no ser valiente de terminar el trabajo al tener la navaja en mis manos. Siento que los defraudo y que mis problemas no son lo suficientemente graves a comparación de otros por lo tanto soy otro malagradecido.

Deseo decirles que no quiero llamar la atención, lo que quiero es parar el dolor que arremete en oleadas de pensamientos que no parecen venir de mi pero que hacen el daño suficiente para herirme con profundidad. Quiero decirles que, aunque mis piernas estén llenas de cicatrices de "lucha" eso no les da el derecho de mirarme con asco.

¿Soy un imbécil por pensar así por unas miradas? Tal vez.

Fijo mis ojos grises en el montón de ropa regada por el suelo perteneciente a Thalia, sonrío recordando sus continuas advertencias al llegar sobre que es una desordenada. Le reste importancia en ese entonces diciendo que no era nada con lo que no pudiera lidiar, pero tengo que admitir que está empezando a molestarme un poco sobre todo porque no entiendo cómo el shampoo llegó a la cómoda.

Me concentro en mi película con un sobresalto al descubrirme mirando un sostén azul oscuro en el pomo de la puerta del baño. A pesar de todos los premios que profesaba haber ganado en su poster, el filme seguía sin convencerme. Luego de un rato escuché los indiscutibles pasos de Cambar en el pasillo; suele distraerse al caminar para luego recompensar el tiempo perdido en largas zancadas con pisadas fuertes.

Abre la puerta rápidamente y con el mismo impulso se lanza sobre mí, afortunadamente había apagado la laptop y dejado sobre la mesa de noche como precaución. Paso mis manos sobre su espalda acariciando la piel morena cubierta por el grandioso y sobre todo seductor traje de baño amarillo de dos piezas. Thalia es hermosa. Posiciona su rostro en mi cuello y su cabello comienza a molestarme en mi cara como un vil enemigo. Cuando el agua que ella destila llega a mi cuerpo considero lanzarla al suelo, pero en cambio muy calmadamente digo:

—Cariño, estas empapada de agua. Hazte a un lado.

—No hasta que bajes— refunfuño—. Me parezco a David allá abajo; sola. Necesito de mi novio para que me haga cariñitos y este a mi lado compartiendo con nuestros amigos.

Trato de apartarla a su lado de la cama, pero ella se aferra a mí con toda su fuerza.

—Tome un poco de calor gracias a la cobija y ahora tengo frío de nuevo— me quejó.

—El jacuzzi climatizado está genial— asegura apartándose un poco para mirarme a los ojos.

La ignoro resignado a mí destino, ella negándose a mis acciones habla de nuevo.

—Dime porque no quieres bajar, y no me digas que por tu salud ya que ambos sabemos que no te sientes tan mal.

Hago una mueca, frustrado. Cambar exige una respuesta con sus ojos cafés sin dar el brazo a torcer.

—No creo sentirme cómodo— explico. Clavo mi vista en las sombras del techo pensativo— Lo siento.


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