❝Si con mi vida o con mi muerte puedo protegerte, lo haré.❞
El Elegido es secuestrado de la casa de los Dursley y resulta ser lo mejor que le pudo haber pasado.
Obra original de kmbell92.
Yo sólo traduzco.
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LLEGANDO LA MEDIANOCHE, Charlus se encontraba despierto. Uno por uno, todos fueron a dormir, siendo él el único que no podía. Quizá después de seis años, era difícil para Charlus conciliar el sueño, a diferencia de su adolescencia donde sacaba cualquier excusa para tomar una siesta. Su mente zumbaba como el nido de unas avispas, con diferentes escenarios formándose. Aún si su plan no funcionaba, Charlus se hizo una promesa a sí mismo y a los otros: Nadie irá a Azkaban.
Especialmente Sirius, no podía permitir que regresara a Azkaban después de ver el daño que le hizo a la salud mental de su marido. Cada noche desde que llegaron al apartamento de Maeve, Sirius era plagado por horribles pesadillas que hacían que gritara en la noche. No importaba cuán fuerte Charlus lo abrazara y murmurara palabras de consuelo, no era suficiente. La noche anterior Charlus recibió un labio roto temporalmente cuando Sirius repartió golpes a diestro y siniestro cuando la mano de Charlus lo detuvo, rogando que se detuviera.
Creyendo que era el toque de un dementor, Sirius solo intentó protegerse y terminó golpeándole la boca a Charlus. Y cuando despertó por el quejido de dolor de Charlus, se disculpó en llanto. Sin importar cuántas veces Charlus le dijera que estaba bien y que no era gran cosa, Sirius continuó llorando hasta que se durmió. Odiaba ver a Sirius en ese estado porque era una de las cosas que más había temido.
Sirius había sido traumatizado durante su tiempo en Azkaban y a pesar de que intentaba lucir perfectamente durante el día, las noches revelaban lo mucho que lo atormentaba su tiempo ahí.
Y como si las cosas no fueran lo suficientemente malas, había un aire incómodo en la casa cuando Sirius y Remus estaban en la misma habitación. Cuando Maeve o Charlus estaban con ellos, se esforzaban por ser civiles, pero era claro que Sirius aún culpaba parcialmente a Remus por su tiempo en prisión. Nadie podía dictar cómo se suponía que Sirius debía sentirse en esos momentos, y Charlus quería decirle a ambos que lo superaran, pero era más fácil decirlo que hacerlo.
Pero a veces llegaba al punto donde Charlus se encontraba queriendo girarse y pedirle ayuda a James. James siempre fue la madre gallina del grupo y siempre encontraba una solución cuando había tensión entre sus amigos. Sin embargo, estaba el doloroso recordatorio de que no podía acudir a James.
Cerrando sus ojos para forzarse a dormir un poco, Charlus solo estuvo quieto por unos momentos cuando sintió que la cama se sacudía. Levantando la cabeza y dándose la vuelta, vio que Sirius se removía en su sueño.
Otra pesadilla.
Lentamente estirando su brazo para rodear la cintura de Sirius, Charlus lo atrajo a su cuerpo. Y aunque no podía oír los sollozos de Sirius, podía sentir el pesado movimiento de su llanto y la calidez de sus lágrimas. Trató de sujetarlo, pero solo hizo que Sirius quisiera escapar del toque. Después de recibir varios codazos en su pecho, Charlus lo soltó, sin poder respirar muy bien, rodando fuera de la cama.