Chapter Forty-Eight

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EL CALLEJÓN KNOCKTURN no era un buen lugar al que ir solo, aunque conocieras a las personas correctas

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EL CALLEJÓN KNOCKTURN no era un buen lugar al que ir solo, aunque conocieras a las personas correctas. Sin embargo, después de una larga discusión con Walburga, Charlus tenía un plan más bajo la manga para asegurar su victoria contra Dumbledore. Quería asegurarse de que no quedaría ni una piedra sin girarse y para hacerlo, debía hacer un par de jugadas arriesgadas. Afortunadamente, Walburga apoyó su plan y accedió a ayudarlo de cualquier forma que pudiera.

La primera parte del plan involucraba viajar al Callejón Knockturn, pasando por el Callejón Diagon primero. Iba a recoger un objeto en Borgin & Burkes, y juzgando por las sospechosas miradas en su dirección, ya estaba atrayendo atención hacia sí mismo. No les prestó atención, solo bajó su mirada para enfocarse por donde estaba caminando en el pavimento.

En un punto, levantó la mirada y vio a Borgin & Burkes en la distancia. Una tienda que se llamaba a sí misma como un lugar que lidiaba con inusuales y antiguos artefactos mágicos, pero que en la actualidad, todos sabían que era prácticamente un lugar clave en el mercado negro mágico. Si uno necesitaba algo, en especial si entraba en la categoría de las Artes Oscuras, podía ser obtenido por un precio.

Estaba cerca cuando su paso fue interrumpido por una gran sombra. Levantando la mirada de nuevo, Charlus se enfrentó a una figura encapuchada que claramente le llevaba varias cabezas. Dio un paso atrás, yendo por su varita, pero antes de poder hacerlo, la gran figura le dio primero. Enviado varios pies hacia atrás, Charlus aterrizó en su espalda y sintió un gran dolor por su espina. Perdió el aire, y le costó respirar por unos momentos.

Y antes de poder reaccionar, fue levantado del suelo por el frente de su camiseta. Cualquier testigo que hubiera podido estar ahí antes se marchó, y Charlus se quedó solo con el extraño.

—¿Quién mierda eres? —pudo decir—. ¿Qué quieres?

No recibió una respuesta y sin importar lo mucho que Charlus peleaba por ser liberado, sin su varita en mano, no era un gran rival. Se retorció demandando que lo dejara ir, pero su atacante no le prestó atención, desapareciendo de repente de la escena. El único sonido que quedó en su ida fue el eco del grito de Charlus Potter.


Desorientado por una aparición conjunta, tan pronto sus pies tocaron el suelo y fue liberado, colapsó en el suelo. Aún no recuperado por el golpe que recibió en el Callejón Knockturn, junto al incómodo movimiento de una repentina aparición conjunta, Charlus empezó a toser intentando ponerse de pie. Pero al poder arrodillarse, se encontró con una varita presionada en su cuello, indicándole que mirara hacia arriba.

Su atacante se acomodó la capucha para revelar su boca, pero solo su boca.

—¿Qué duele? —preguntó.

—Todo —gruñó Charlus, siendo levantado de repente como una muñeca. Una silla fue invocada y fue forzado a sentarse en ella como un niño. Y segundos después se encontró atado. Miró alrededor para ver que estaban en una vacía y poco familiar habitación.

Sin un aviso, el hombre empezó a curar a Charlus, quien sintió una cálida sensación recorrerle la espalda.

—No quise lastimarte —dijo el hombre—, pero no podía dejar que batallaras. Escuché que eras un talentoso duelista.

—Así que me atacas y luego me curas —dijo Charlus—, tiene sentido. Déjame ver, ¿quién te contrató? ¿Dumbledore o Fudge? Probablemente ninguno directamente, sería muy estúpido ensuciar sus propias manos. Así que, enviaron a uno de sus faquines a contratarte para ir a por mí, ¿no? Pero no para matarme, o lastimarme, no. Te contrataron para secuestrarme solo por unas horas, ¿es eso?

Su secuestrador se movió incómodamente, pero sus labios no se movieron.

—Así que fue ese el plan —murmuró Charlus para sí—. Mientras ellos están ocupados con su propio juicio, yo debo perderme la citación a corte. Porque sin que yo esté aquí, los otros no pueden obtener la custodia de Harry. Me perderé la cita y los Dursley se preguntaran qué me pasó. Si me dejas aquí lo suficiente, Dumbledore iría con ellos, haría que yo pareciera el irresponsable. Me dejas ir y desapareces en la noche, y Dumbledore tiene el control de nuevo.

—Mira, no busco involucrarme en cualquier jugo mental que está sucediendo aquí —dijo el hombre—, no es nada personal, amigo. Es trabajo, me están pagando. Es tan simple como eso.

—¿Cuánto te están pagando? Vamos, no seas tímido. ¿Cuánto te están pagando por hacer esto?

No respondió.

—¿Y no te sientes ni un poco culpable por estar arruinando la vida de un niño ahora mismo? Si no tengo su custodia, va a regresar a un lugar donde lo van a abandonar, donde crecerá sin ser amado. ¿Y eso no te molesta para nada?

—Te dije que no es nada personal...

—Hmm, debe ser una gran suma. Interesante.

Con sus brazos firmemente atados, Charlus aún podía cruzar las piernas. Su pie se balanceaba suavemente, pareciendo muy calmado con todo lo que sucedía.

—Has estado observándome, ¿no? Buscándome en el Callejón Diagon y siguiéndome cuando vendría aquí. Sí, Dumbledore se dio cuenta, por eso te envió.

—No sé nada sobre Dumbledore —suspiró el hombre—, pero sí sé que parece que estabas recogiendo algunas cosas sospechosas. ¿Qué buen hombre anda por el Callejón Knockturn de todos modos? Aseguras que tenían una corte a la que atender, ¿así qué hacías por aquí?

Charlus rió.

—Estaba jugando el mismo juego que Dumbledore. Estamos poniendo nuestras jugadas finales en el tablero. Movió su pieza primero, muy bien, debo añadir.

—Sí, claro, lo que digas. ¿Y cuál sería tu jugada? ¿Comprar algo en el Callejón Knockturn para maldecirlo?

De repente, Charlus empezó a reír histéricamente. El hombre no se movió, pero un ceño fruncido apareció en sus labios al levantarse. Justo cuando lo hizo, Charlus tuvo un ataque de tos, haciendo que entrara en pánico. Le habían dicho que se asegurara que nada le sucediera a Charlus Potter, pero parecía que el hombre iba a arrodillarse en cualquier momento.

—Deja eso, ¿quieres? ¡Vas a matarte! —gritó al ver a Charlus ahora doblado en su silla—. ¿Qué...?

Inicialmente, iba a apurarse en asegurarse que Charlus estuviera bien, hasta le iba a ofrecer un vaso de agua para esa horrible tos. Pero el hombre se detuvo cuando vio que los desordenados cabellos de Charlus se volvían blancos.

—Oh, mi buen señor, ¿no lo sabes? Ya tengo un pie en la tumba.

¡¿Quién demonios eres?!

—Soy la distracción.


(Walburga, te odio, pero eres tan icónica, te amo).

3. 

𝐓𝐡𝐞 𝐆𝐮𝐚𝐫𝐝𝐢𝐚𝐧 ⟶ Harry Potter AU [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora