❝Si con mi vida o con mi muerte puedo protegerte, lo haré.❞
El Elegido es secuestrado de la casa de los Dursley y resulta ser lo mejor que le pudo haber pasado.
Obra original de kmbell92.
Yo sólo traduzco.
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LA SANADORA MAEVE ELPIS había estado ahí desde el primer día y, actualmente, era el día dos mil ciento noventa. Seis años habían pasado desde que Charlus Potter fue llevado al Hospital San Mugo para Enfermedades y Heridas Mágicas. En el poco tiempo que llevaba trabajando ahí, nunca había tenido una vista tan espantosa. Un hombre apenas sobre los veinte años, casi irreconocible por el montón de sangre seca y heridas abiertas cubriendo su cuerpo. Pensó que estaba muerto hasta que los Aurores confirmaron lo contrario, fue entonces cuando checó, encontrándose con un débil pulso.
Debería haber muerto, sabía eso bien. Era un milagro que estuviera vivo, pero Maeve no estaba realmente segura de si sobreviviría la noche. La cantidad de sangre que perdió antes de ser encontrado había dejado su cuerpo en un estado de shock. Charlus no respondía a nada y Maeve esperaba que no fuera muy tarde.
Los aurores aclamaron que había sido puesto bajo la Maldición Cruciatus, sin estar seguros de por cuánto tiempo había estado ahí sufriendo antes de que llegaran a la escena. La Maldición por sí misma no causaba ningún daño físico, pero podía engañar al cuerpo en creer que estaba siendo torturado. Con todos los receptores de dolor de punta, era más que posible que una persona pudiera perder la cordura o incluso entrara en un paro cardíaco para escapar el dolor.
Esperando que se recuperara, Maeve sintió que no tenía otra opción más que introducir a Charlus en un estado de coma. Rezó a todo alto poder que estuviera dispuesto a escuchar que ayudara a que su cuerpo sanara. Normalmente, habría intentado no encariñarse con ningún paciente que entrara al hospital, pero no pudo evitarlo, en especial después de que Sirius Black apareciera en esa primera noche.
El hombre estaba histérico, discutiendo con cualquiera que se pusiera en su camino y demandando ver a Charlus. Maeve le permitió pasar, advirtiéndole que no iba a gustarle lo que iba a ver, y que las posibilidades de que Charlus tuviera una total recuperación no eran altas. No pareció importarle, solo quería ver a Charlus, fue lo que dijo una y otra vez. Al principio, pensó que era un querido amigo, hasta que fue testigo de un momento íntimo donde Sirius lloraba al lado de la cama.
Tenía las manos de Charlus en las suyas, presionadas a su boca, disculpándose por no haber estado ahí para protegerlo. Rogó numerosas veces que Charlus se despertara o dijera algo, y cuando su cabeza cayó en derrota, Maeve pudo finalmente notar el juego de anillos de boda que ambos usaban. No fue la única, pero se las arregló para echar a sus compañeros de trabajo que decidieron dar sus críticas miradas en tal momento.
Antes de que pudiera decirle algo más a Sirius, la tenía sujeta del frente de su túnica verde, manteniéndola en su lugar. Solo tenía un pedido, o más bien una demanda, y era que hiciera todo en su poder para ayudar a Charlus.
Ella accedió.
Desde ese entonces, mucho había sucedido y mucho había cambiado. La guerra en la que Charlus estuvo involucrado terminó, Sirius Black fue a prisión por múltiples asesinatos y su sobrino se convirtió en el Niño Que Vivió. Algunos días, Maeve esperaba que Charlus no tuviera una total recuperación porque no sabía cómo iba darle las noticias. Pero mantuvo su promesa de hacer todo lo que pudiera, porque incluso si Sirius Black era un traidor y un asesino, todo de lo que fue testigo ese día de su promesa fue amor.