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La rutina continuaba siendo la misma.

Lo único que había cambiado eran los roles dentro de aquel pequeño espacio pues parecía que Felix y Chris eran los padres de los más pequeños.

Ahora, los gemelos eran más juguetones y extrovertidos, se la pasaban todo el día en su propio mundo creando y destruyendo historias. Aunque claro, esto traía sus consecuencias. Por estar en mayor movimiento estos días, los gemelos se lastimaban a menudo. Mayormente, eran pequeños raspones pero los hermanitos hacían un gran drama. Parecía que compartían el dolor ya que si uno solo se lastimaba y no era atendido a tiempo, ambos se ponían a llorar de forma dramática hasta recibir la atención requerida.

Cuando eso ocurría, la "ambulancia felix" venía al rescate.

En cuanto los mayores escuchaban a un gemelo, o ambos, llorar, Felix corría hacia ellos haciendo ruido de sirena hasta llegar a la escena del crimen (como él lo llamaba)  luego subía al o a los heridos a la camioneta (su espalda) para dirigirse al hospital más cercano.
Era ahí donde Chris hacía presencia pues era el doctor que los esperaba impaciente. Si bien, eso no era lo que el mayor tenía en mente cuando escuchaba "prácticas" aquellas circunstancias le eran buenas para no perder los pocos conocimientos que tenía.
Como decía, la ambulancia felix llegaba al hospital más cercano, que era el baño, y los entregaba al mejor doctor de aquel centro que obviamente era Chris ¿quién podría ser el mejor aparte de él?
Una vez dentro del consultorio (la tina), el doctorcito se encargaba de limpiar con extremo cuidado y delicadeza la zona afectada, luego desinfectaba, vendaba y por último besaba la delicada piel de sus hermanitos deseando que no volvieran a aparecerse por ahí.
Finalmente los gemelitos salían tomados de las manos a seguir con su juego.

Pero todo esto, no era de lo único que se encargaban los pequeños hermanos mayores ya que cada día seguían la rutina de bañarlos, vestirlos, alimentarlos y protegerlos, incluso en sus propios sueños.

Había noches en las que uno o ambos de los hermanos mayores eran despertados por lloriqueos, gritos o pataditas que alguno de los gemelos daba, las pesadillas no eran recurrentes pero cuando hacían presencia era algo duro de sobrellevar.
A los más grandes les dolía ver y escuchar lo asustados que llegaban a estar sus hermanitos. Los calmaban con pequeñas caricias en el cabello o susurros cálidos. Pero había ocasiones que esto no resultaba y ocurría lo que más odiaban: cuando despertaban de aquel horrible sueño y el miedo aún se podía observar en sus ojitos para finalmente, ponerse a llorar en los seguros brazos.

Es por ello que amaban quedarse en las noches uniendo sus voces cantando una tranquila canción para terminar todos relajados y con sueño. Ya que eran los momentos donde los cuatro de sentían unidos y en familia.

Los días no tenían mucha ciencia. Al despertar se dedicaban a asearse para esperar a Changbin junto a la comida. Las últimas veces entre ninguno de los cinco se dirigían la palabra, solo se miraban o aveces ni eso, la verdad era algo tedioso e incómodo pero resultaba lo mejor para todos, así se evitaban problemas.
Luego, conforme avanzaba el día Chris lavaba la ropa del día anterior mientras Felix y los gemelos subían al ático. Cuando el mayor terminaba, tendía las prendas para salir del pequeño baño a buscar sus libros y alcanzar a sus hermanos en el frío cuarto de arriba.

Todos los días era lo mismo, los gemelos jugaban en el suelo o corriendo por la madera oscura, dependiendo de qué tan intensa era la historia.
Felix ensayaba frente al espejo, perdido en su mundo y tratando de mejorar cada movimiento que ejecutaba.
Mientras que Chan se sentaba en el rincón opuesto a la posición de Felix a estudiar, o bueno, eso era lo que él decía ya que la mayor parte del tiempo lo dedicaba a admirar al pecoso frente a él.
Cuando bailaba era simplemente algo adictivo de ver.

ᎬΝᏟᎬᎡᎡᎪᎠϴՏ- ᏟᎻᎪΝᏞᏆХ ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora