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El ambiente era denso, la tristeza era palpable y la oscuridad inmensa.

Nadie hablaba, no había palabras que decir, simplemente se quedaban recostados todo el día, Chris cuidando a Felix entre sus brazos, dejando que inundara su pecho con lágrimas.

Escuchaban que Changbin dejaba el desayuno todas las mañanas, e incluso en ocasiones parecía dirigirles la palabra, pero ya no tenían fuerzas para nada, no comían hace casi tres días y dormían por ratos extremadamente pequeños.

Simplemente parecían muertos en vida, sus cuerpos estaban ahí pero sus mentes no. Ya no había razón para levantarse cada día.

Cuando se cumplió una semana de haber recibido aquellas noticias, los hermanos comenzaron a recuperar fuerzas y probaron bocado por primera vez, aunque no podían digerir bien por el nudo en sus gargantas.

Cada segundo el recuerdo de los pequeños gemelos jugando, les partía el corazón.

La risa de Seungmin, traviesa pero un poco reservada, mostrando sus dientes y achicando sus ojos; la risa de Jeongin, más chillona y escandalosa, desapareciendo por completo sus ojos. Ambas hacían eco en su mente. 

El cuarto se sentía tan diferente, los gemelos siempre la llenaban de vida, sin saber que consumían la propia.

Felix lloraba en la cama, abrazando suéteres de los gemelos, tratando de sentirlos a través de éstas. Aveces el pequeño ratón hacia presencia en la casa y el pecoso sólo podía llorar más fuerte. Mientras que Chris era consumido por el odio, el rencor y la tristeza, trataba de no llorar porque sabía que si se dejaba caer, sería la perdición de ambos, aunque eso no aligeraba el ardor en su corazón.

Una mañana Chris despertó con las lágrimas acariciando sus mejillas, no podía recordar el sueño pero tenía una sensación extraña en el pecho, como si aquel sueño hubiera activado, tal vez por última vez, aquella alarma dentro de sí que le daba el valor necesario para escapar de ahí.

Se sentó en la cama lentamente, dejando que todos los cables internos conectarán de manera correcta, estos quince días habían vivido de manera ajena al mundo, como si no estuvieran realmente ahí, pero esa mañana todo sonaba como antes, no había aquella burbuja en la oreja que le prohibía escuchar el canto de las aves, el sonido del tren o los sonidos de la tubería. También parecía ver bien y no a través de una neblina gruesa, claro que los ojos le dolían por todo el llanto que había estado soltado, pero simplemente todo se sentía diferente. Estaba conectado al mundo nuevamente.

Dirigió su mirada hacia Felix, que estaba recostado a su lado, hecho bolita, abrazando lo que parecía ser ropa, se bajó de la cama para rodearla y poder observarlo directamente.

Su rostro estaba mal. Podía notarse lo hinchado de sus ojos aún cuando estos estaban cerrados, sus pestañas brillaban a causa de las lágrimas que parecía soltar aún dormido. Sus mejillas estaban rojizas y sucias, ocultando sus pecas, la suciedad ahí arriba era inevitable y las lágrimas trazaban un camino a través de ésta. Su naricita estaba roja probablemente debido al llanto también, y sus labios, estaban secos, con un poco de sangre por morder y arrancar los pellejitos de ahí.

Sin embargo, a Chris no le importó besarlos, quería repararlos, quería reparar a Felix, quería reparar sus vidas, repararse él mismo.

Lo besó tan sólo un segundo, un pequeño roce entre sus labios pero el movimiento hizo a Felix despertar, lento y aturdido.

Cuando abrió los ojos, pudo notar por un escaso momento aquel brillo característico de él, pero que despareció tan rápido como llegó, tal vez al recordar todo el tormento con el que vivían.

ᎬΝᏟᎬᎡᎡᎪᎠϴՏ- ᏟᎻᎪΝᏞᏆХ ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora