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Una vez que sus sentimientos estaban más claros, la estadía en los cuartos se sentía diferente, pues a pesar de ser tan sólo unos adolescentes parecían una feliz pareja joven con una pequeña familia.

Por la mañana, los hermanos mayores se despertaban un poco más temprano, se daban un pequeño besito y se disponían a comenzar su día despertando a los gemelos para alistarlos y así, cuando llegara el desayuno, Changbin no dijera nada y pudieran comer tranquilamente.

También, debido a que se sentían en tranquilidad el uno con el otro y con el deseo de conservar y expresar aquel sentimiento, querían escapar más que nunca.

Aquellas pláticas nocturnas tomaron más seriedad, ya que no solo se trataban de simples ilusiones si no de posibles planes, y por ello es que una noche, después de pasar horas hablando  sobre cómo podrían escapar de aquel lugar una vez bajaran, ambos se fueron a acostar intranquilos, sobre todo Chris quién con el pasar de las horas no podía pegar un ojo pues su mente fabricaba miles de escenarios.

Finalmente, cuando su mente no pudo contenerse, se levantó de la cama para subir al tejado para poder respirar un poco de aire fresco.

Se acomodó ahí arriba, con las piernas pegadas al pecho mientras dejaba a su mente viajar a todos lados, imaginando cómo sería su vida fuera de aquella mansión, cómo vivirían apretaditos en una casita pequeña que después se haría más y más grande, con muchas mascotas y muy colorida, con ventanas grandes que se mantendrían despejadas todo el día dejando entrar la luz solar y lunar, claro que debía trabajar duro pero eso era lo de menos, se sentía emocionado, extasiado por qué les depararía el futuro. 

Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el sonido del tren llegó a sus oídos. Hace mucho no lo veían, y no es que el transporte dejara de pasar, si no porque lo habían dejado a un lado, se acostumbraron tanto que pasaba desapercibido.

Pero ahora podía ayudarles.

Chris alzó su rostro, prestando mayor atención el tren, contando mentalmente cuánto tiempo se quedaba en la estación, tal vez podían ser segundo más o segundos menos pero en total contó 300, lo que equivalía a unos cinco minutos.

Esa noche inició una nota mental, calculando el tiempo que tardaba el tren en llegar desde donde su perspectiva le permitía, cuánto tiempo duraba en la estación y el lapso en que desaparecía de su vista.

Pasó una semana así, donde notó que el tren pasaba dos veces al día, uno en la mañana, alrededor de las siete u ocho a juzgar por la posición del Sol y a las once/doce de la noche, se quedaba los cinco minutos y luego partía con rapidez, no tenía plumas con que anotar así que con las tijeras de siempre, rayó el suelo del ático para tener en cuenta esos datos, Changbin nunca subía así que no había problema.

-¿por qué has anotado números arriba?- Felix preguntó una noche, estaban sentados igual que todas las demás madrugadas planeando su escape.

-Ah, sobre eso... es el tiempo que tarda el tren en pasar y cuánto tiempo se queda en la estación para después irse- Chris notó la mirada confundida y algo asustada de su hermano, así que siguió hablando- aún no sé cómo o si sí quiera nos puede ayudar, pero es mejor tener algo a nada.

No hablaron más, ambos sabían en qué podía ayudarles el tren, era su único boleto de salida del lugar, pero el miedo a equivocarse, a no lograrlo, a perderlo todo, estaba presente.

-¿Chris?- la vocesita de Jeongin los volvió a la realidad, estaba sentado en la cama, con un pequeño puchero.

-¿Qué pasa peque?- el mencionado rápidamente se levantó y dirigió hacia su hermano.

ᎬΝᏟᎬᎡᎡᎪᎠϴՏ- ᏟᎻᎪΝᏞᏆХ ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora