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Sur Corea, Seoul 10:00 PMFlashes constantes de las cámaras, personas junto con periodistas que lo rodeaban, algunos gritando su nombre en modo fan, otros queriendo hacerle preguntas, solo era una más de las noches que tenía antes de llegar a su penthouse y por fin descansar de un día lleno de estrés.
Pese a estar cansado el castaño de ojos esmeraldas mantenía una sonrisa amable para con sus seguidores, saludando y diciendo una que otra frase educada. Así fue hasta poder ingresar al edificio y aún estando en el elevador se despidió con amabilidad de la gente que todavía permanecía afuera intentando verlo a través de los cristales. Pero una vez el elevador se cerró, su sonrisa se esfumó.
Aflojó la corbata negra de su cuello, desabotonó los primeros dos botones de su camisa blanca y peinó sus cabellos castaño hacia atrás.
Cuando la puerta del elevador por fin se abrió, bajó, caminó apenas un par de metros, ingresó la clave de su puerta, una vez adentro se dirigió al sofá individual y se sentó mientras miraba hacia en frente a algún punto inexistente por lo que fueron 5 minutos. Absoluto silencio llenó el lugar.
Repentinamente se levantó, sostuvo con ambas manos la mesilla de centro de cristal y la volteó haciendo que los pequeños arreglos que había allí cayeran, algunos por ser de vidrio o cristal se rompieron al igual que la parte superior de la pobre mesa, no conforme con eso empezó a patear y lanzar lo que estuvo a su alcance. Mientras exclamaba molesto:
—¡¿Por qué diablos tienen que ser tan jodidamente molestos?!
Pateó y volteó los sofás, cualquier arreglo o cuadro colgado terminó hecho añicos en el suelo, las pinturas caras que un día compró por pura superficialidad terminaron rasgadas o rotas a la mitad, no le importaba todo el dinero desperdiciado, incluso fue hasta su cantina para lanzar las copas y también tiró un par de botellas a pesar de ser tan costosas.
—¡¿Por qué no simplemente me dejan en paz un maldito día?! ¡Solo un maldito día!— Decía mientras tomaba un jarrón y lo arrojaba contra la pared haciéndolo añicos. —"Prince, esto, Prince lo otro". ¡Me tienen harto!— Alcanzó una figura de cerámica que hacía decoración y la lanzó contra la pantalla plana que tenía en la sala estrellándola y dejando la marca donde dió el objeto que después cayó y terminó rompiéndose. —¿Por qué no dejan de meterse en mi vida? ¡Malditos periodistas, malditos fans estúpidos y gritones! ¡Son un montón de molestias que detesto tanto!
Nada le interesaba, no importaba si terminaba destruyendo todo el penthouse él solo quería desquitarse, quería sacar de una u otra forma la rabia que traía dentro.
Tomó una silla y la levantó mientras se acercaba a uno de los grandes ventanales del lugar. —¡Los odio a todos!— Estaba a punto de lanzar la silla.
Pero.
—Wow.
Hasta que escuchó aquella voz, abrió sus ojos en asombro y confusión pero a pesar de eso no bajó la silla, se quedó paralizado en la posición en la que estaba. No había sido su imaginación, estaba 100% seguro que no había alucinado. En cámara lenta giró la cabeza hacia atrás, justo de dónde escuchó aquella expresión y su asombro fue mayor al ver que había dos personas completamente desconocidas justo ahí, en su propiedad y parecían de lo más tranquilas mientras lo observaban con algo de diversión.
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Mthrfckrs (BTS)
Historical FictionEn un mundo donde la justicia es relativa, la bondad una leyenda y la humanidad una mierda, la maldad es lo único real. Siete chicos sin, aparentemente, nada en común terminan por coincidir. Cada uno con una motivación diferente, una historia, una m...