En un mundo donde la justicia es relativa, la bondad una leyenda y la humanidad una mierda, la maldad es lo único real.
Siete chicos sin, aparentemente, nada en común terminan por coincidir. Cada uno con una motivación diferente, una historia, una m...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un pequeño niño de 5 años cabello castaño claro, grandes ojos azules y largas pestañas iba saltarin tomado de las manos de su queridos padres quedando él en medio de ambos mientras observaba con curiosidad y emoción cada cosa que sucedía a su alrededor.
Por lo general su familia no salía mucho por la escasez de dinero en el hogar y eso se podía ver reflejado en sus humildes vestimentas, incluso los pantalones que el pequeño llevaba tenía un par de parches para tapar los agujeros que la prenda tenía, pero su economía no le permitía a los padres comprarle por ahora ropa nueva, ni para sí mismos ni para su pequeño. Pero hoy era un día especial, era el cumpleaños del pequeño niño y sus progenitores, con mucho esfuerzo, le comprarían por fin el obsequio que su pequeño tanto ansiaba desde hace semanas. Un carrito a control remoto que estaba de moda y que todos los niños en el vecindario tenían. Ese juguete era la sensación pues podía verse en las calles a los niños jugar e incluso competir con sus carros de carreras.
El pequeño castaño entendía la situación de sus padres a pesar de su corta edad, por eso no exigía ni pedía juguetes nuevos y mucho menos caros, pero sus padres no podían evitar notar el rostro lleno de anhelo de su pequeño cada vez que este veía desde la ventana a los otros niños jugar con sus carritos, es por eso que trabajando horas extra, su madre lavando y planchando ropa ajena y su padre como cargador y repartidor, ambos padres lograron reunir dinero suficiente para darle a su pequeño el juguete que tanto deseaba.
Y esa es la razón por la cual la pequeña familia estaba en esa juguetería. El pequeño niño se acercó al estante donde estaban aquellos carros a control remoto y tomó uno de color rojo con flamas amarillas y volvió donde sus padres con una gran sonrisa mientras daba saltitos de emoción.
—¡Papá, mamá, este es el que quiero, por favor!
Los padres asintieron con la cabeza y fueron directo a caja a pagar por el juguete para después llevar a su hijo al pequeño parque y así pudiera jugar un rato con su carrito.
El castañito jugaba con alegría manejando con el control remoto su auto, haciendolo ir hacia adelante, de reversa e incluso en círculos mientras sus padres lo observaban sentados en una banca mientras conversaban de algunas cosas, de entre ellas sobre el ingreso monetario al hogar. Ambos padres querían darle una vida mejor a su único hijo, pero la situación era difícil y su nivel de estudios no les daba la oportunidad de tener un trabajo mejor pagado.
Fue cuestión de segundos, se distrajeron tanto en su plática que no se dieron cuenta cuando el pequeño se había alejado de ellos. La madre fue la primera en percatarse levantándose de golpe de la banca.
—¿TaeHyung? ¿TaeHyung, dónde estás? — Preguntaba con preocupación y junto al padre empezaron a buscar a su hijo hasta que ambos vieron con horror como el pequeño niño, por ir conduciendo su carrito, no estaba prestando atención hacia el frente y estaba a punto de cruzar la calle.
