En un mundo donde la justicia es relativa, la bondad una leyenda y la humanidad una mierda, la maldad es lo único real.
Siete chicos sin, aparentemente, nada en común terminan por coincidir. Cada uno con una motivación diferente, una historia, una m...
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Estados Unidos Nueva York, 5:05 am
Después del drama vivido en el hotel Paradise. La familia regresó a la mansión esta vez acompañados del nuevo integrante que se instaló en una habitación, pero pasó toda la noche en la sala hablando con su mejor amigo. Ambos contándose sobre lo que había vivido y pasado esos 3 años. Se estaban poniendo al tanto con todo. La plática se extendió hasta las 5:00 de la madrugada, el primero en quedarse dormido, pero con una calma y felicidad en su interior, fue Agus D. Pero el pelirojo no tenía mucho sueño, había sido una noche/madrugada de muchas emociones.
Observó unos instantes más a su compañero antes de levantarse e ir rápidamente por una sábana a su habitación, al regresar de nuevo a la sala colocó la sábana sobre el rubio para que no pasara más frío, decidió ir a la cocina por una vaso de agua, pero cambió su camino al ver a cierto azabache bajar por las escaleras y entrar por la pequeña puerta que estaba debajo de ellas. Si no mal recuerda ahí hay un pequeño gimnasio, supuso que el menor quería ir a entrenar un poco antes de que los demás despertarán. Guiado por su curiosidad decidió ir hasta ahí, al entrar pudo ver al azabache de espaldas colocándose lo que parecían unas vendas en la manos.
Killer Bunny apenas escuchó la puerta abrirse, tomó su máscara (que se había retirado apenas entró) se la colocó y se giró después para ver a la persona que entró, pero se relajó al ver que se trataba de Hope.
—Hyung. — Dijo tranquilo mientras se retiraba nuevamente la máscara. Si se trataba del pelirojo entonces no había problema alguno y no había necesidad de ocultar su rostro. —¿Por qué se despertó tan temprano? — Cuestionó mientras terminaba de vendar sus manos, abriendo y cerrando las para comprobar que las vendas no estuvieran demasiado apretadas.
—Enrealidad no he dormido nada, Kookie. — Respondió rascando su nuca con un poco de pena. —Me he quedado hablando con Agust D toda la madrugada. —Una pequeña risa escapó de sus labios mientras se acercaba hasta el menor sentándose en una pequeña banca que había allí.
El azabache asintió con una pequeña sonrisa —Entiendo. Debían ponerse al corriente.
—¡Exacto! —Esclamó chasqueando los dedos y señalando a su compañero al mismo tiempo que le guiñaba un ojo. —Y aún así siento que no hemos terminado de contarnos todo. — Suspiró y miró un momento las manos envendadas de menor. —¿Vas a entrenar?— El azabache miró también sus manos y asintió. De repente un sentimiento de pena se instaló en él, mordiendo su labio inferior y cambiando su peso de un pie a otro. Estaba dubitativo en si contarle lo que le afligía en ese momento al peli rojo o no. Éste lo notó y sonrió comprensivo. —Te pasa algo, ¿Cierto? Vamos Kookie, sabes que puedes contarme lo que sea.
La voz tranquila y sincera del mayor logró animar a Killer Bunny y después de unos segundos habló. —Tuve una pelea que estuve a punto de perder. No, más bien yo sé que iba a perder.
