"Esto no es un juego"

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Acostada al lado de él, sentía su mano en mi pecho y su aliento cálido me decía que estaba dormido.

Lágrimas silenciosas salían de mis ojos, mientras estaba pensando en lo que pasaba. ¿Cómo me sentía? Violada, frustrada y sobre todo enojada conmigo misma.

- ¿Por qué no puedes dormir? -su voz sonó somnolienta.

Tenía una buena respuesta para esa pregunta, pero decidí callarme.

- Recuerdo haberte dicho que sé cuando estás...

- No estoy dormida. -respondí cortante.

Le dió un pellizco a mi pezón lo cual hizo que diera un brinco.

Estaba cabreada demasiado cabreada para medir las consecuencias.

- Mira Schmidt, -me levanté de la cama y tomé la toalla de baño para cubrirme el cuerpo- sé que ahora piensas que te pertenezco o algo parecido.

Se elevó en la cama, su torso desnudo se quedó al descubierto, la sábana bajaba hasta dejar ver un poco de vello púbico de un color rubio oscuro.
Me sonrojé y él tomó una postura segura, casi intimidante, me aclaré la garganta.

- Pero esa es la verdad. -me miró y me sonrió- Eres mía, chérie.

- ¡NO! ¡No lo soy! -y... me alteré- ¿Acaso no viste que huí de tí?¿No viste que me hacías daño?

Se acercó hasta dónde estaba, y se puso detrás de mi. Podía sentir el calor de su cuerpo invadiendo todos mis sentidos, traspasando la toalla, sus ojos miraban hacia mi nuca, logrando hacer arder todo mi cuerpo.

Juntó su cuerpo con el mío y aspiró mi cabello.

- Joder, chérie. -pasó sus manos por mi cintura y dió besos suaves a mi hombro- Sino me hubiera cabreado tanto, hubieramos disfrutado el baño juntos...

Aparté sus manos de un fuerte golpe  y lo miré apuntándolo acusadoramente con mi dedo.

- ¡ESTO NO ES UN JUEGUITO DE LOS TUYOS, SCHMIDT! -me alejé de él, procurando evitar el roce de nuestros cuerpos- ¡Se trata de mi vida!

Ladeó la cabeza y me miró divertido, se acercó a mí como un cazador cazando a su presa, lento y tranquilo, estudiándola y presionándola para enloquecer.

- También se trata de la mía -contestó- . Esto no es un juego, concuerdo, pero es momento de pagar y tú sabes que lo tienes merecido.

No sabía de lo que estaba hablando, realmente no lo sabía, sus juegos de palabras me tomaban desprevenida siempre y me desesperaba no saber si eso era implícito o explícito. Era muy confuso y con todo esto junto, mi cabeza estaba a punto de estallar.

- ¿Por qué? ¿Qué fue lo que hice? -cuestioné.

Entendí que ese era su movimiento para acercarse, para acabar conmigo. Me tomó las muñecas y las colocó sobre mi cabeza.

- Me tentaste a lo prohibido, ____. -dijo, su voz caliente tocando todo mi cuerpo- Eras su novia, pero aún así seguiste con tus risas inocentes y tu interés por la música que yo tocaba hicieron que me fijara en tí. Primero como una de mis mejores alumnas, después cómo la mujer que sostenía mi corazón. Siendo la novia de James, yo estaba en desventaja, ese cobarde malnacido no te merecía y lo sabías. Sin embargo, seguías coqueteando conmigo a sus espaldas, me dabas todo y después me lo quitabas, pero yo, ____, puse mi corazón siempre en tus manos y tú lo tratabas como un juguete...

Así que él se sentía de esa manera, no puedo negar que me atrajera, de hecho a todas las chicas les atraía. Era un dios griego para unas simples mortales, pero tenía a James y fue por eso que nunca en mi vida me sentí cómoda con él... al menos no tanto cómo para darle mi corazón de la manera en la que él decía que lo hacía.

Me miró a los ojos, sus pupilas dilatadas y llenas con dolor, tristeza y amor me destruyeron.

- ¿Qué tienes que decir a cambio? -preguntó.

Soltó mis manos y caí lentamente de rodillas ante él.

- Dime, ¿matarías para salvar a alguien? -cuestionó de nuevo.

Asentí sin pensarmelo.

- No me importan las veces que digas que quieras marcharte, -tomó mi barbilla- ni me importan cuántas veces muera nunca olvidaré nada acerca de tí. Te lo aseguro.

Una lágrima suya cayó en el suelo de la habitación mojándolo, las mías estaban a punto de salir por lo que yo estaba a punto de decir.

Se giró y estaba a punto de irse...

- ¡Espera! -lo detuve.

Me miró, y llegó hasta donde estaba, tomé su mano y deposité un beso en su palma.

- Eres como un huracán que consume todo a su paso, sí, definitivamente mataría  a alguien para salvarle la vida a otro. Y es lo que voy a hacer. Me mataré a mí, para salvarte, y que mejor manera que hacerlo que dejando que me ames a tu manera.

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 Hi, baes!

Me han robado el celular (again), así que si alguien publica algo raro no soy yo.

¡Comenten y voten!

xx, Denn. 

Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora