"Diablo"

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"Es sencillo hacer un pacto con el diablo cuando no eres el que paga el precio"

Estaba en un extraño trance que no me permitía luchar, ni pensar. ¿Acaso no le había dicho a Kendall que lo amaba y que dejaría que me amase sin importar qué? La cordura se debatía con mis pensamientos insanos dentro de mí.

Aunque las voces en el pasillo turbaban lo que era mi ensoñación, decidí hacer parar la conversación de las dos personas allá fuera.

Tomé las fuerzas necesarias, mi corazón dañado y reconstruido, le exijo a mis piernas que no se doblen en el camino a la puerta porque tengo que decir a Kevin que estoy bien y que Kendall sólo me ama. Entonces la cordura que aún queda dentro de mí me envuelve, me dice que salga para pedirle ayuda a Kevin y que todo termine de una buena vez.

Tomo la perilla dorada que hace contraste con mis manos y sobretodo con el hematoma que comienza a tornarse morado en mi muñeca; sin embargo, inhalo profundo y la giro para que la puerta se abra. De manera inconsciente miro mis pies antes de levantar la mirada hacia los dos hombres que se debaten para salvarme, pero ya estoy jodida de todas formas.

Kendall levanta la vista y camina hacia mí, me envuelve en sus brazos, mis músculos rechistan y duelen cuando me aprieta contra él pero le devuelvo el abrazo, me siento completa ahora que lo siento así de cerca y la sola idea de que me deje ir me estremece.
Se separa y me toma la barbilla para depositar besos por toda mi cara, soy consciente de la sonrisa que eso causa en mí y lo acerco para juntar sus labios con los míos.

Kendall dice algo que no puedo entender porque estoy tan cegada por las emociones que siento ahora mismo, aunque todo termina cuando su hermano golpea su rostro y cae ante mis pies.
Kevin me mira y toma mi mano para después guiarme hacia las escaleras.

— ¡No! –grito quitando su agarre, me dirijo hacia el amor de mi vida que se encuentra en el suelo aún, desconcertado.— ¿Estás bien?

Siento las manos de alguien tomar mi cintura y levantarme del piso mientras me lleva consigo, mientras yo forcejeo.
Baja las escaleras con rapidez y después abre la puerta, la brisa de la tarde me llena los pulmones, su auto está aparcado justo frente a la casa.

No hay ninguna señal de Kendall, así que supongo que esto es todo. No quiero creerlo, mi mente grita y celebra su libertad, pero estoy emocionalmente destrozada.

— Estás a salvo, ____. –suspira el rubio a mi lado.

Mis ojos se llenan de lágrimas porque no puedo creer que Kendall no salga a luchar por mí.

— No estoy a salvo si él no está conmigo. –sollozo y las facciones de el chico se contorsionan en sorpresa por lo que digo.

Mi mente está ahogándose de rabia por mis palabras, pero no me arrepiento de ellas, no es más que la verdad. Amo a Kendall.
Kevin enciende el motor con rapidez y mira una última vez a la puerta.

— ¿Estás bromeando?–observa mi cara y continúa— ¿No ves los golpes que tienes marcados en el cuerpo? Joder, sabía que Kendall gustaba de ti, pero no tanto como para raptarte y hacerte dependiente de él. Pensé que esperaría a que...

Y justo en ese momento, una bala aterrizó en su pecho. Aunque no sonó el estruendoso disparo. Kevin me miró una última vez.

— Corre. –articuló mientras trataba de incorporarse.

No podía. La sangre se esparcía por su camisa a rayas y cuando levanté mi vista, mi caballero oscuro se encontraba de pie con el arma abajo.

Salí del auto, mi razonamiento hacia una lucha contra la locura que cegaba mi mente, pero afortunadamente la locura ganó y fui hacia los brazos que gustosos se aferraron a mi espalda, podía sentir que, debido a la presión que ejercían sus dedos en mi piel, esa pequeña porción se volvería morada con el tiempo.

— No te alejarán de mí. Jamás.

Las lágrimas que caían de mis ojos causaban escozor en la herida fresca de mi mejilla.

« ¿Estás loca? Mató a su hermano frente a ti, quién sabe qué otras cosas hará para que su insana obsesión por ti esté saciada » argumentó mi alarmado subconsciente.

Pude oír los quejidos de Kevin viniendo de su auto y a Carlos correr para ayudar a que saliera.

—Dale una habitación y cura la herida, si es necesario llama a un médico. –su orden fue seca y clara, pero su corazón latía con preocupación y su respiración era acelerada.

Dio la vuelta conmigo aún aferrada a su torso y me llevó dentro. No sabía si estaba destinada a estar con él por siempre, pero si no lo estaba rogaba a Dios para que no me lo arrebatara de una forma tan brusca.

— ¡Kendall, por favor! ¡Estás mal! ¡Ella está mal!–gritó Kevin en la lejanía.

Kendall se tensó bajó mis brazos y se aferró más a mí; sin embargo hizo caso omiso a lo que su hermano decía acerca de nosotros.

Yo sabía que estaba matándome, muy en el fondo lo sabía pero tal vez sólo tal vez lo hacía por compasión, me alejaba de todas las cosas malas que la vida atrae, él en pocas palabras era un ángel.

Llegamos a la habitación y por fin nos separamos. Me miró a los ojos, sus ojos estaban llenos de lágrimas, los míos también casi fuimos separados y...

Suelta una bofetada contra mi mejilla, la herida me arde y pierdo el equilibrio.

—Nunca vuelvas a dejar que alguien nos separe. –me dice cuando toma mi cabello en puño y tira de éste hasta ponerme de espaldas frente a él.

Escucho el sonido que hace su cinturón mientras se desliza por la tela de su pantalón, el ruido que hace su bragueta me estremece y mi cabeza está gritando que lo aparte, que esto es insano y que nunca me va a amar. Pero mi corazón late desbocado porque sabe que va a hacerme el amor justo en ese momento.

Me levantó el camisón hasta la cadera y me apoyó contra la pared, sentí presión en la vulva y por consiguiente me embistió. Los embistes eran fuertes y posesivos. Como la  mayoría del tiempo, pero estaba fascinada por el simple hecho de que me tomara de esta forma, me dañaba pero se sentía tan bien.

Lo amaba.

Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora