"Instinto Suicida"

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¡Esto es un sueño!

¡Una jodida y maldita pesadilla!

- Voy a desamarrar las ataduras que detienen tus manos. -me dijo al oído- No quiero que intentes algo demente, porque éste es tu hogar, éste es nuestro hogar.

Quería quitar sus manos de mi cuerpo, quería pensar que sería fuerte.

- Haz sido una chica mala, bebé. -me miró- Ha sido un terrible error.

Esperé algo más, un golpe, un insulto... algo.

- No cierres los ojos, no te haré daño. -besó mi nariz- Soy de las personas que aún creen que cuando amas a alguien no lo debes lastimar.

- ¿Por qué yo? -le pregunté, mi voz sonaba estrangulada y más baja de lo que quería.

Me sonrió terminando de desatarme los pies y aliviando mi dolor pasando sus manos varias veces por las marcas rojas que las cuerdas dejaron en mis tobillos.

- Bueno, hay algo en tí que me cautiva. -suspira y toma aire- Algo hermoso, no sé si es tu increíble y admirable belleza o tu frágil, pero fuerte corazón. Siempre me lo he preguntado yo también.

Miré la puerta. Me había desatado... había sido una mala decisión de su parte.

Estaba encima de mí, procurando no hacerme daño, levanté la rodilla tocando el bulto en su pantalón y me aseguré de que mi salida era segura... lo era. Mi rodilla seguía allí, apliqué fuerza y él se retorció.

Cayó justo a mi lado y me dió el tiempo suficiente para escapar, corrí hacia la puerta no quería hacer nada más que ser libre.

Logré salir, mis tobillos escocían y el ruido de las gotas de lluvia en las ventanas indicaba que una gran tormente estaba sucediendo.

- ¡____! -la voz de Kendall me alarmó, causando que mis piernas aceleraran su paso. Sin importar el dolor.

Era una casa grande, y yo corría por un pasillo que me hacía sentirme como un ratón escurridizo, llegué a la puerta y salí.

Me quedé ahí por un segundo. No. No. No. Y no. Era de noche, claramente estabamos alejados de la ciudad, lo único que quedaba era regresar, o huir hacia el bosque.

- ¡No puedes huir, pequeña!

Tomé la fuerza suficiente y salí corriendo con los pies descalzos. Las ramas y piedras lastimaban mis pies, pero nunca me arrepentí y seguí corriendo.

- ¿Quieres ir a la ciudad? -preguntó- ¡Estás mejor aquí!

Un maldito tronco de árbol salió de la nada, el vestido que tenía se atoró, lo que hizo que me quedará ahí por un buen tiempo. Y después caí con el puto tronco.

Al teminar de caer, el pie me dolía, sabía que no era una fractura pues aún lo podía mover, pero dolía como los infiernos. Ahogué un grito de rabia y frustración. Las manos ardían por la cuerda, y lo que más me frustraba era que sabía que no saldría de esta. Me iría a la mierda con Schmidt, los dos acabaríamos ahí.

- ¡____! -su voz sonó cerca. Lo único que hice fue permanecer escondida por las sombras.

Mi llanto se hizo fuerte, no quería ser encontrada, pero en estos momentos me importaba una mierda ya.

Sus botas de cuero se hicieron visibles ante mí. Mi llanto resonó con un fuerte sollozo.

- Creí que jamás te encontraría. -se agachó y me tomó en sus brazos- No sé que haría sin ti.

Me cargó en sus brazos.

- Te daremos una ducha, para que te relajes, y nos conozcamos mejor.

Instintivamente me pegué a su cuello e inhalé su delicioso y masculino aroma. La verdad es que era muy lindo pero... ¡oh joder! ¿Qué coño piensas, ____?

Me dejó sobre la cama.

- Prepararé el baño de mi habitación, regresaré en un momento. -cerró la puerta de la habitación y me dejó sola.

Cada habitación tenía un baño, entre al baño de la habitación en la que estaba. Era pequeño y el cubículo para darse una ducha era precisamente para eso... darse una ducha.

El pie me estaba matando, quería un análgesico por parte de mi mamá y un "mañana probablemente no irás a clases" de papá. Los extrañaba, ellos eran mi fuerza y a pesar de que estuvieron a punto de separarse. Ellos me han apoyado.

Me miré en el espejo, lucía terrible y mi piel estaba más blanca que cualquier otra cosa. Siempre tendría que mirarme al espejo para comprobar si seguía viva.

Detrás del pequeño espejo se encontraba una caja de primeros auxilios, y por suerte una botellita de antidepresivos.

Kathy Schmidt.
Administrar 1 por día.

Sin pensarlo dos veces tomé la botellita. La sostuve en mis manos, e hice lo que jamás pensé hacer.

Tomé la botella completa de pastillas...

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Sé que es malditamente corto, pero hoy estoy de muy buen humor... después subiré otro capítulo.

Las amo, Denn. xx.

Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora