Estaba en peligro, mi hombre estaba en peligro. Y yo también.
No le debía mencionar ni una sola palabra a Carlos, nada. Así Kendall pagaría por todo lo que hizo. Por cómo arruinó mi vida.
La injusticia en mi vida me cegaba en esos momentos, aunque muy por dentro sabía que era lo mejor quedarme quieta y esperar a que los oficiales llegaran, mis piernas corrían y se quemaban por el desgaste físico que les infligió mi cerebro cuando me gritó que si quería tener al único hombre que amaba en mi vida. Tenía que avisar a Carlos lo que estaba sucediendo.
No me iba a ir en ese momento, necesitaba respuestas, lo necesitaba a él.
Mis pies descalzos sentían las pisadas duras y me dolían por el frío piso de caoba oscura. Nunca había notado cuán grande era la casa hasta que me encontraba sola en ella. Sin Kendall todo se agrandaba, todo se volvía pavisoso.
Me centré en el ruido que se hacía en el sótano, Carlos estaba re acomodando varias cajas de cartón con diferentes inscripciones. "Mamá" se podía leer en una, los vellos de mi nuca se erizaron, recordando la triste historia relatada por Kendall. Me acerqué a Carlos para hacer lo mejor que pude hacer en mi vida, darle la orden de Kendall.
—Kendall ha hecho una llamada.–dije con voz temblorosa.
Carlos me miró inquieto, cómo si supiera que se avecinaba.
—¿Qué necesitaba el Señor Schmidt?–cuestionó.
No le digas, pásalo y lo encerrarán.–gritó mi subconsciente alterado.
—Está detenido, creo...–las palabras se atascaban en mi boca pero las obligué a salir–Creo que los oficiales vienen para revisar la casa y necesito esconderme, ayúdanos.
Carlos me miró dudoso y luego asintió con un poderoso movimiento de cabeza.
—Usted puede ir al bosque, hay una cabaña ahí que está deshabitada y está fuera del territorio de los Schmidt, para revisarla necesitarán una orden firmada por el otro propietario, les costará y decidirán declarar a Kendall como inocente.–habló fuerte y claro mientras me veía con una mirada lastimosa.
Cuando estaba apunto de correr hacia arriba para colocarme unos zapatos, la voz de Carlos me detuvo.
—Si la encuentran o si usted decide salir, no tenga miedo de decirlo todo. Él es culpable, ambos lo sabemos.–concluyó.
Asentí lentamente aún entendiendo sus palabras, como si mi cerebro no hubiese asimilado la idea de salir de mi escondite. Y es que no la había asimilado, al menos hasta que Carlos lo sugirió.
Ya en la habitación encontré un par de jeans azules de mujer, eran míos. Los que llevé a la escuela el día en que Kendall me drogó y me arrastró a su infierno, el que ahora era mi hogar.
En la búsqueda de mis zapatos encontré perfectamente doblado el vestido/camisón que Kendall me puso el primer día. No quería dejarlo ahí y pronto me encontré llevándolo junto a la mayoría de cosas que yo había tocado o que incluso estuvieron en contacto conmigo.
No debía dejar ninguna cosa que pudiera vincular a Kendall conmigo, él no era malo en realidad, sólo me protegía, ¿no es así? Él mismo me lo aseguro, ¿no es cierto?
Bien, pues ahora, por haberme dado su protección y por haber matado a alguien por mí, yo le debía algo a él. Mi protección.
La habitación, nuestra habitación. Quedó limpia, yo esperaba que nada nos pudiera delatar y al momento de salir al pasillo recordé la habitación en la que Kevin había muerto.
Corrí hacia ahí, pero al entrar descubrí que todo estaba en orden y limpio.
Entonces recordé las palabras de Carlos en mi mente, él lo sabía. Carlos lo sabía. Carlos hablaría si yo hablaba. Carlos estaba de mi lado. Podía confiar en él.
Fue ahí cuando la sirena de la primera patrulla sonó y yo me quedé aferrándome a todas mis cosas, como una estúpida.
Se abrió una puerta detrás mío y la presencia de Carlos inundó la fría habitación. No quemaba como la de Kendall, sólo generaba comfort.
—Yo me encargué de la habitación, incluso ayudé al señor Schmidt a llevar a Kev... al cuerpo a su auto.–suspiró con tranquilidad–No voy a impedir su salida, pero usted debe estar segura de lo que quiere hacer. La vida con Kendall Schmidt no es ni de cerca la mejor pero la ama. Y usted lo ama.
Mis piernas temblaban, estaba tan nerviosa que necesitaba hacer pipí. Sudaba frío y mis dedos se sentían congelados como si estuvieran a punto de amputarlos.
—Lo amo.–sentencié–Muéstrame el camino a la cabaña.
Carlos asintió sin mirarme directamente a los ojos y salió por la puerta indicando que lo siguiera. Mis cosas no pesaban tanto, pero la comida raquítica que había recibido de los últimos días no me daba la suficiente energía para poder tenerla bien aferrada.
Mientras Carlos me mostraba el camino a la puerta trasera el timbre de la puerta principal sonó. Y mi vejiga se sentía más ansiosa por dejar escapar el líquido.
—Debe seguir ese camino, no hay animales peligrosos pero aún así tenga cuidado.–me advirtió–No se arrepienta de nada. Todo pasará.
Cuando el timbre sonó por segunda vez yo corrí hacia la cabaña, no estaba tan segura de dónde estaba pero todo al rededor mío permanecía en cámara lenta mientras yo me movía con rapidez.
Una imagen surcó mi cabeza y me hizo correr más deprisa. Kendall matando a su hermano, Kendall devastado por contarme lo que su madre había hecho, su madre suicidándose, yo intentándolo también y ahora él preso. Debíamos estar en calma alguna vez, él era un héroe y daba la vida por todos.
Nadie se convertía en su salvación.
La cabaña resultó estar a al menos quince minutos corriendo a una velocidad rápida, nunca sentí mis piernas más tensas hasta que estuve dentro.
El lugar olía a moho, pero estaba bien, sólo era una habitación y tenía una ventana.
Me recosté en mis cosas y comencé a llorar. Por mí, por mi bebé non nato, por mis padres, por Kendall, por James, por Carlos. Fue entonces cuando mis esfínteres no resistieron más y me hice pipí en los pantalones.
Fue ahí cuando analicé que Kendall no me amaba, que estaba obsesionado conmigo. Pero que yo a él si lo amaba, demasiado.
¿Verdad?
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Okay, okay. Ya sé que ha pasado un montón de tiempo, pero es que todo comenzó por los malditos exámenes y después siguió el robo a mi casa.
Yo estoy bien no se preocupen, pero mi iPad sufrió una caída porque los estúpidos rateros que entraron a mi casa la tiraron y pues quedó inservible por un tiempo. Por suerte la dejaron y ya me conformo. I'm not lying,i promise. En realidad sucedió.
Pero ya estoy aquí again. Comenzando la rutina. 🙆🏻
Si son de México, ¿sintieron el temblor? ¿Están bien? 😔
xx, Denn.
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Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|
Fanfiction"El demonio es real, pero él no es un pequeño hombre rojo con cuernos y cola. Él puede ser hermoso, porque es un ángel caído y solía ser el favorito de Dios."