"Relámpagos"

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Maratón navideño 2/3

Kendall vuelve con paso rápido, tiene los pies un poco sucios con lodo.

Excitación, miedo, culpa y amor, puedo percibir a través de mí, como mis vellos se erizan cada vez que lo observo.

Gotas silenciosas caen de las hebras doradas que tiene en la cabeza y enmarcan las oscuras cejas tupidas creando un halo de terror a su alrededor, es ajeno a mi mirada curiosa pero cuando la encuentra no sonríe.

Cuando abre la puerta del piloto, entra en el auto.
Yo estoy sentada a su lado, como debe ser. Rota la parte de su torso para observarme mejor y toma del cabello que cubre mi nuca para acercarme a su cara.

Puedo observar cada poro de su piel a esa poca distancia, no me besa ni me habla. Desliza la mano que no está ocupada desde mi vientre, pasando por la hendidura de mis pechos y la posa en mi garganta, apretando poco a poco. El roce fue duro y quema tanto que siento como mis pezones comienzan a endurecer, levantando la tela y odiando su textura.

—Creo que queda bastante claro el por qué debe haber un castigo, ¿no es así?

Asiento con lentitud, lamentando el hecho de que mis pechos se sientan más pesados y mi entrepierna comience a mojarse.

Sus labios pasan tentativamente por mi mandíbula y comienza a lamer la sangre que aún tengo en la cara.

—Sabe deliciosa en tí.–se aparta de mí y yo vuelvo a él como un animal necesitado de caricias, y aprieta más su agarre en mi garganta.

Gimo y me planta un pequeño beso en los labios y puedo saborear la sangre un poco.
Quiero más, siempre quiero muchísimo más cuando se trata de él.

Recoge más de la sangre con su lengua que se encuentra depositada en mi cuello y está más que claro que estoy excitada cuando el jala de mi cabello hacia atrás y deja de apretar mi garganta para darme una pequeña bofetada.

—Mírame.– determina y lo hago con lentitud.

Permanecemos así por un largo tiempo, en la seguridad de lo oscuro y siniestro. Él ha retirado sus manos de mi cuerpo, pero aún puedo sentirlo, su presencia sola hace ebullición en mi piel.

—Quiero que tengas esto. –dice tranquilamente y me obsequia la pequeña daga que uso minutos atrás para cortar la garganta de Logan– No siempre estaré ahí en el momento indicado, así que, si necesito que tú tomes algunas decisiones por tí misma, esto será de tu ayuda.

La observo, es afilada y brilla en la luz tenue de la luna, contrasta con los grandes guantes negros que tengo, me siento poderosa portándola.
No sólo porque ha quitado una vida, sino porque Kendall ha confiado en mí.

¿Cómo está tan seguro de que no intentaré quitarme la vida nuevamente?

¿Cómo está tan seguro de que no trataré de matarlo?

Kendall se mofa de mí por como estoy admirándola.
Y mi yo interna también lo hace, se mofa de como estoy tan jodida que no puedo tomar la daga y clavarsela directo a la cabeza como tantas veces he querido hacerlo. Se mofa porque sabe que estoy enferma y me grita que soy una imbécil.

Pero lo único que yo hago y lo único que quiero es regresar a nuestro hogar y hacer el amor con él. Besarlo y premiarlo por la confianza que me da.

—Usa la capucha de la sudadera. –manda– Hazlo.

Yo, aún en mi ensoñación, sólo soy capaz de guardar la daga en los bolsillos de los grandes pantalones que llevo.
Me encuentro aturdida por los faroles de un auto que viene hacia nosotros, con la música alta, haciendo retumbar mis oídos. Me siento como un venado que está apunto de ser arrollado por un lujoso Mercedes-Benz.

Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora