"Némesis" (Kendall)

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Maratón navideño 3/3

¿Por qué Maslow no dejaba de arruinarle la vida a ambos?

Era un patético niñato que no podía dejar de dañar las cosas que tocaba.

Había tocado su vida, a su amor y lo había roto. Roto hasta tal punto en que tuvo que tomar cartas en el asunto para intentar arreglarlo.

Quiero que entres a nuestro auto y no salgas de ahí, _____. ¿Entendido? –le habló con claridad al amor de su vida.

Comprendía el estado eufórico en el que estaba ella, le encantaba. Pero ese mismo estado podía significar no sólo un peligro para él, sino también para ella. Así que debía protegerla de sí misma.

Pero, Kendall...

La calló con un tierno beso para después morder sus labios con fiereza.

—No quieres otro castigo, ¿cierto? —dijo con severidad.

La pequeña, entonces comenzó a dirigirse al auto con pasos lentos. Él tenía una única idea en su mente, una idea que ardía y le quemaba el cerebro como lo hacía la rama del árbol que tenía en frente.

Ardía como el infierno y sabía muy bien que ni siquiera Dios podría amparar su alma después de lo que iba a hacer.

Maslow salió del auto, resignado y con las manos al frente, cayendo de rodillas ante él. Se veía como la miseria en persona y estaba a punto de rogar por su vida.

— Yo no quería molestarlos, te lo juro. –declaró el castaño en voz baja– Yo me alejé de las vidas de ustedes lo más que pude.

Kendall miró el charco que se formaba al rededor de ellos, se preguntaba si su sangre también la teñiría de un tono obscuro como lo hacía la sangre de la puta de Heather, o sería de un tono más claro.

— Debiste irte más lejos.

— No es tan fácil como parece. –balbuceó– Por favor, dame otra oportunidad, me iré del país lo más pronto posible si me dejas libre.

Kendall podía sentir el poder en su cuerpo conforme el llanto del castaño se hacía más fuerte y constante, era muy grato para él verlo en esa posición.

James Maslow siendo débil y pidiendo por su vida, el mismo que en ciertas ocasiones le lanzaba miradas altaneras cuando sostenía a _____ en sus brazos. Siempre supo que la deseaba.

—Tus oportunidades terminaron desde el momento en el que me hiciste arrestar, pedazo de mierda.–su voz era severa.

La muñeca le dolió cuándo la golpeó contra el pómulo alto del muchacho a sus pies y casi gritó de felicidad cuando escuchó el sonido de su cráneo rebotando contra la acera.

El bronceado rostro de James estaba cubierto por sangre y agua, sangre que le pertenecía tanto a él como a su joven prostituta.

—Si me dejas ir, no diré que _____ mató a Heather.

Kendall se congeló, claro que él había visto todo, claro que iba a hablar si lo dejaba libre. Ahora más que nada debía proteger a su pequeña niña hermosa.

—Ella no la mató.–sentenció el rubio.

James soltó una carcajada casi inaudible.

—¿No crees que es irónico, Schmidt?

Kendall lo miró atónito, no comprendía porqué aún estaba hablándole.

Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora