"Enfermo"

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Hechada en la cama, ni siquiera recordaba que día era o incluso la hora. Sólo podía sentir el cuerpo del profesor Schmidt junto al mío y la calidez y seguridad que éste me proporcionaba.

Le tenía miedo, sí. Pero de forma repentina también estaba conmovida por lo gentil que llegaba a ser conmigo, o con cualquier otra persona.

- Señor Schmidt- sonó una voz conocida a través de la puerta

Kendall gruñó en mi cabello y se removió, luego apretó su agarre en mi cintura.

-Pasa Carlos.-su voz fue ronca y suave, digna de un hombre cómo él.

La puerta se abrió y el moreno entró, y para mi sorpresa, no hizo ningún signo de sorpresa. Pero sí que miró la silueta de io cuerpo dibujada por la sábana. Y ésto daba señales de que le excitaba cuando mi mirada bajó a su bulto debajo del pantalón.

Kendall me tomó de la mandíbula de forma brusca y me dirigió la mirada para que no pusiera más atención en nada que no fuera él.

- Los ojos, ____. -los de él tenían ira impregnados- No los apartes de mí. O te juro por lo que más desees que me aseguraré de que no disfrutes los azotes tanto esta vez.

Mi cuerpo se tensó por completo, su amenaza me paralizó, sonaba tan frío.

- ¿Qué quieres, Carlos? -la irritación en su voz era palpable-

- Ehrm... La señora Maslow está aquí, dice que quiere hablar con usted.

¿La mamá de James está aquí?

Kendall palideció, se frotó la cara dejándola con un ligero tono rojo y me miró, había preocupación en sus ojos.

- ¿Qué coño quiere?-dijo comenzando a vestirse.

Carlos me miró a mí y me dedicó una sonrisa, yo hice lo mismo, de una manera tímida y decidí sentarme en la cama con el mentón apollado en las rodillas.

- También están los señores Green.

Mi cara reflejó esperanza, tomé la bata al lado de mí y casi salgo disparada al escuchar el nombre de mis padres. Casi.

La mano de Kendall en mi brazo ejercía tal presión que me hizo retorceme y retroceder hasta que su cuerpo quedó pegado al mío.

El calor de su pecho se notaba incluso con la playera negra de algodón que llevaba en esos momentos.

Habló cerca de mi oído: -____, pequeña ____.

Posó su mano derecha en mi cuello y ejerció presión, mientras la izquierda bajaba a jugar con mi clítoris.
Y yo ni siquiera me había percatado de que Carlos ya no estaba.

- No vas a gritar, ni hacer cosas valientes. -lo dijo mientras ejercía más presión en mi cuello y me era casi imposible respirar.

»Si lo haces, tendré que matar a tus padres en frente tuyo, pero antes les mostraré lo bien que disfrutas de mi presencia...-aspiró en mi cabello-, e incluso tal vez en frente del cobarde de Maslow.

Mis lágrimas empañaban mi visión y me impedían hablar, más de lo que ya no podía.

- ¿Está claro? -me miró desde detrás, mientras dejaba de ejercer presión en mi cuello y se concentraba en mi clítoris.

Asentí.

- Bien. -contestó y salió, haciendo que cayera al piso, con las piernas temblorosas y un fuerte dolor en el cuello.

Abracé mis piernas contra el pecho. ¿Por qué no sólo me mataba ya?

Y éstas son las partes en las que me preguntaba si todo era real, tal vez sólo estoy en un sueño, o una pesadilla y en realidad estoy muriendo a la mitad del bosque, sola y sin ser encontrada.

Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora