"Orquídeas" (Kendall)

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Maratón 2/2

Su nenita estaba llorando. No podía ser posible, había matado a su propio hijo, justo como mató a su hermano.
Pero _____ no podía amar a nadie más que a él. Pero era su hijo.

Regina terminó de limpiar todo, estaba murmurando indicaciones a su pequeña y le entregó las toallas sangrientas a él. Cómo si se burlara de él, cómo si con eso le mostrara que era un maldito tornado que arrasaba con todo a su paso y que los pocos que dejaba en vida tenían que vivir en la miseria. Justo como su madre, justo como _____.

Colocó las toallas a un lado y cuando pensaba dejarlas pudo ver que los coágulos ahí, no sólo eran eso. No sabía si su mente le jugaba una muy mala pasada pero podía jurar que ahí, estaba una pequeña parte de su hijo.

Sacudió la cabeza y se concentró en _____, su pequeña había sufrido mucho ya era mejor acompañarla en su dolor. Aunque por dentro él se sintiera de lo más relajado por no tener que lidiar luego con un mocoso que le quitara la atención de su hermosa _____, tenía que compartir el dolor de su amada porque eso era lo que los uniría por último.

Cuando iba a tocarla, Carmichael le tomó del brazo para que no lo hiciera y le dijo que le siguiera fuera con un gesto de cabeza.

—Vuelvo en un momento, mon petit chou.–y le besó la frente rápidamente.

La chica se encogió y escondió su cara entre las sábanas, odiaba verla de esa forma, era tan horrible ser testigo del dolor de la persona que amabas y no poder hacer nada.
Salió por la puerta de madera y fuera la esperaba una nerviosa Regina Carmichael, era la amiga de su madre desde que eran unas adolescentes. E igual que su madre, era una perra.

—¿Estás consciente de qué es ilegal todo lo qué haces con ella?–preguntó ella.

Kendall la miró burlonamente y bufó al tiempo de formular su respuesta.

—Tampoco era tan legal cuando revisabas mis heridas después de los abusos de mi madre.–rechistó él.

Regina Carmichael levantó la barbilla y lo miró con odio.

—Tú no amas a esa chica, sólo quieres convertirla en tu madre y después matarla–declaró Carmichael y después rió–. ¿Es que acaso no ves que te estás convirtiendo en Kathy? La pobre chica está sufriendo lo mismo que tú sufrías, si la amaras no le dejarías recorrer ese suplicio. Ambos sabemos cómo acabó.

Kendall estaba furioso, no era como su madre, jamás iba a serlo. _____ no era él, ni su madre. Era su pequeña y él iba a cuidarla para siempre, costase lo que costase.

—Yo la estoy protegiendo, le ofrezco amor y protección.–masculló el rubio.

Regina se acercó para colocar la mano en la mejilla de él pero antes de todo se apartó, su toque era veneno para él, siempre lo había sido.

—No le diré nada a nadie.–se resignó ella–No hagas nada de lo que puedas arrepentirte.

"No hagas nada de lo que puedas arrepentirte" retumbó en su cabeza. Después la cara sin vida de Kevin se asomó entre sus recuerdos y en un asentimiento ligero, se dió la vuelta y se adentró en su habitación. Confiaba en Regina, la tenía capturada tanto como él a ella.

_____ estaba dormida, lo notaba porque su respiración era muy lenta y se podía percibir sólo un poco de ésta. Sonrió, la conocía mejor que la palma de su mano.

Su postura le capturó la atención de un sólo momento. Se sostenía el vientre cómo protegiéndolo, una parte de su corazón se rompió. Ella si quería al niño. Quería separarse de él.

—Voy a contarte una historia, mon petit chou.–dijo mientras se recostaba a su lado y la abrazaba–Tu no lo sabes pero mi madre cultivaba orquídeas y me enseñó a mí a cultivarlas. Son tan frágiles y delicadas que debes tener mucho cuidado cuando las cultivas porque cualquier simple erróneo movimiento arruinará su crecimiento. Solía pensar que ella era una, tan perfecta y sofisticada.

____ se removió entre sueños y murmuró, Kendall continuó la historia sabiendo que ella estaba ahora, aparentando que dormía.

»Mi madre solía quedarse despierta hasta tarde. Nos arropaba a Kevin y a mí. Iba a su habitación y cuando Kevin se dormía ella volvía y me hacía "sentir bien".–se limpió las lágrimas amargas que resbalaban por sus mejillas–Al poco tiempo yo me enamoré de ella y un día una pequeña se acercó a la floristería de mi madre, eras tú. Admirabas el techo de ésta y yo te explicaba qué significaba cada figura dorada. Te metiste en mi piel y no saliste. Ella se dió cuenta. Ya no la amaba, te amaba a ti. Lo sigo haciendo. Tu eras una orquídea, ella era la hierba mala que impedía el crecimiento de las demás flores. Me quitó todo y cuando le exigí que saliera de mi vida, se suicidó.

____ lo miró, sus ojos estaban repletos de lágrimas y se volteó para sostenerle la cara mientras esparcía besos por ésta. Se acomodó a horcajadas sobre él y a pesar de los mohínes de dolor que hacía, a pesar de todo, él la necesitaba y ella comprendía.

Le quitó el horroroso vestido azul que había guardado para quemarlo al final y observó su cuerpo con la piel cremosa, los pezones rosados y la mata de cabello que crecía en la entrepierna de ella.

No había mentido, no del todo. Puesto que su madre no se había suicidado, no del todo.
Él había mentido en eso, él la había matado, había contribuido con su suicidio, pero Kathy Schmidt se lo merecía.

Sintió como su pequeña le abría la bragueta del pantalón y sacaba su pene de la presión de sus calzoncillos. Tiempo después se colocaba sobre él para montarlo.

—Te haré daño, mon petit chou.

—Nunca lo harías.–replicó ella.

Le tomó las caderas y la penetró suave. Tenía que hablar con ella sobre el bebé, pero no ahora, quizá después. Quizá.

Y disfrutó de las sensaciones que ella podía darle, no era Kathy, era ella. Era su pequeñita. No se parecía al monstruo que era su madre, jamás lo sería. Ella era una orquídea.

******

Fin del maratón, biatcheeees!
Espero que les haya gustado, por la mañana diré que nos depara el destino haha.

Sean felices.

xx, Denn. 💙

Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora