"Arrepentimiento"

377 23 3
                                    

Kendall tocaba mi cara, con mucho empeño en repasar las partes magulladas por sus puños, como si quisiera borrarlas, pero no podía.
Mi cara estaba caliente y esperaba que también estuviera irreconocible.

Me dolía pero me dolía más el vacío que habían dejado en mi oscuro corazón esos golpes. La razón que retomaba mi cerebro una y otra vez.

"No lo amas"

"No lo amas"

"No lo amas"

Me repetía una y otra vez, yo no lo creía y cómo creerlo, si ese hombre que estaba dispuesto a golpearme, insultarme e incluso matarme. Ese hombre mío era un mounstro y yo seguía encaprichada en tenerlo.

Y lo hacía, lo tenía, pero bajo qué costo. Un costo muy caro.

— Estarás mejor después del baño, te dejaré sola unos momentos mientras Carlos y yo ponemos la mesa, seguro que debes estar hambrienta. -sonaba angustiado, como si tuviera miedo de disgustarme- Prepárate y baja, quiero hablar contigo de algo muy serio e importante.

Asentí con una mueca en mi rostro por el dolor punzante que ese simple acto desató en la parte de mis cervicales. Kendall había ejercido presión ahí cuando intenté defenderme una vez, pero no había medido la magnitud de su fuerza.

Me miró con un deje de tristeza y prosiguió a darme un beso en la mejilla que en ese momento se sintió como un pequeño fósforo incrustándose en mi pómulo izquierdo. Di un pequeño brinco en mi lugar lo cuál hizo que él se apartará con velocidad, pero no se disculpó.

— Apresúrate. -me dijo sin nada más que agregar y salió de ahí con rapidez.

Debido al dolor de mi cara sólo pensé en sumergirla por completo en la bañera, en sí, en sumergirme por completo en ella. Y así lo hice.

El agua no tan caliente se sentía bien. Abrí los ojos estando bajo ella y pude notar como pequeños chorritos de sangre se mezclaban con el movimiento de las partículas del elemento.

Estaba asustada, asustada de salir y que me golpeara de nuevo, asustada de salir y volver a amarlo. ¿Qué hacer en un caso como éste?

Quizá sólo debía dejar que mis pulmones se llenarán de agua y entonces él me desecharía, me desecharía como lo hizo con su hermano o su madre. Ni siquiera sé si la historia que me contó antes sobre su madre fue verdadera.

Salí de la bañera tosiendo, había permanecido un buen rato ahí debajo y ya era hora de enfrentar la realidad. Debía salir de aquí, a como diese lugar.

Me miré en el espejo y suprimí un grito con mi mano, el horror en mis ojos no tardó en hacerse presente.

Mi cara estaba totalmente hinchada y era por eso que la sentía caliente como el infierno, tenía dos heridas: una dónde Kendall había depositado el beso y otra en el labio, estaban abiertas aunque la coagulación sanguínea estaba empezando a formar costras ya. Y luego estaban mis ojos morados, los dos totalmente hinchados, razón por la cuál ardían y sólo quería cerrarlos.

Fue en este momento en el que decidí comenzar a trazar un plan de escape, no uno estúpido como el último que hice. No debía sólo correr por el bosque como una imbécil, debía realizar algo útil y que me sirviera aunque estuviera plagado de excusas y mentiras.

Debía salir de aquí con rapidez.

Pero, ¿cómo?

¿Qué tal jugar cómo doble agente? Suena estúpido, pero supongo que puedo manipularlo con tal de tenerlo de mi lado.

La puerta del baño se abrió y mis músculos se tensaron, aunque logré controlarlos para así comenzar mi plan.
Kendall se asomó, sigiloso, cómo un perrito pidiendo perdón después de haber lanzado una mordida accidental y dolorosa.

Se acercó a mí con un pequeño canasto que contenía materiales de primeros auxilios, tomó un algodón y vertió en él un poco de lo que yo supuse era un antiséptico.
Limpió mis heridas con delicadeza, como si sus manos no hubieran sido capaces de matarme minutos antes, como si no hubieran asesinado a su familia.

Necesitaba comenzar el plan, a pesar de no tenerlo muy bien planteado, di el primer paso.

Tomé la mano que sostenía el algodón e hice que dejara éste en el canasto, lo miré a los ojos con la mirada más cálida que pude transmitirle, sus ojos verdes tenían restos de lágrimas pero no sabía a qué se debían. Acto seguido, los besé. Y luego besé sus labios

La delicadeza impuesta por mí era tan creíble que muy en mis adentros estaba segura de que era real, de que aún lo seguía amando; sin embargo, no debía hacerlo.

Un mounstruo como él era incapaz de amar a alguien, podía parecer convincente durante su cordura. Tarde o temprano te das cuenta de que no te amará, porque no puede amarse ni siquiera a él.

Después del beso, agaché la mirada y él levantó mi mentón.

— ¿Qué fue todo ese alboroto? –murmuré.

Él se tensó.

— Registraron nuestra casa, al parecer Maslow nos delató. –me envolvió en un abrazo tierno y muy fuerte.

Sabía que no me estaba diciendo todo, su voz cambiaba cuando ocultaba algo.

— ¿Sólo fue él? –pronuncié, alejándome un poco.

Él torció la boca y negó, me soltó para después llevarse las manos a la cara e intentar serenarse.
Sentí como mis jugos gástricos se me iban al esófago, siempre hacia esos movimientos cuando iba a empezar a golpearme.

Golpeó la pared y juró hacia el cielo para después mirarme

— Regina nos traicionó, ella también nos delató.

Mis ojos se abrieron con sorpresa, bueno al menos lo más que podían. ¿Había una posibilidad de regresar con mis padres? ¿De tener mi vida de nuevo?

Pero había algo que me hacía enfadar, algo que me hacía querer infringirles dolor a ambos por intentar separarme de Kendall.

Entonces desencadené a la bestia...

— ¿Y qué tal si nos vengamos de ellos?


Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora