La muerte le sienta bien a todos, de vez en cuando necesitamos descansar. Necesitamos tomar un respiro de nuestras arduas labores.Kevin estaba descansando ahora, no tenía que cargar con los pecados de Kendall o con los míos. No tenía que esconder nuestro pequeño y sucio secreto.
Kendall se encargó del cuerpo tan rápido que casi me creía el hecho de que el hombre que amaba no había matado a su hermano por mí. Casi.
Se llevó el cuerpo de Kevin con mucho cuidado, pero nunca dijo a dónde, tampoco llamó a Carlos. Ni me llevó a mí.
Pero me evitó la pena de llorar por uno de los profesores que veía casi a diario. No era que sintiera un martirio extremo por su muerte, sentía un martirio porque mi sola existencia llevó a un hombre a la locura.Siendo sincera, me siento perdida, como si navegara sin rumbo fijo atada a un barco pirata que me llevaba a la perdición.
Supongo que de ésta manera se siente el amar a alguien tan ciegamente como yo lo hago.Ahora mismo, por ejemplo, estaba mirando al techo. De nuevo concentré mis sentidos en las figuras que ahí se entremezclaban, de alguna manera, recordaba haberlas visto con anterioridad pero cuando más intentaba recordar más olvidaba.
—Señorita Schmidt, el médico llegó. –me miró Carlos.
Aparté la vista del techo y fijé una mirada de extrañeza en él. Yo no había llamado a ningún médico.
—El señor Schmidt me dijo que debían revisarla.–me dijo apenado.
Le dirigí una sonrisa comprensiva y él se retiró. Y por primera vez examiné el guardarropa de mi hombre.
Todo estaba lleno de camisas, sacos, playeras... Ropa que un hombre puede necesitar y entonces, entre todo el montón de ropa monótona destacaba un vestido azul.Me emocioné mentalmente pensando que era un regalo de Kendall para mí, hasta que observé que la tela estaba gastada.
Aún así, era la única cosa que podía ponerme estando ahí. Además del vestido de seda verde que Kendall me había dado y que yo había arruinado cuando corría hacia el bosque.No sabía en dónde se encontraba mi ropa y no quería saberlo en este momento.
La tela del vestido caía sobre mi cuerpo y se amoldaba perfectamente. Era demasiado casual y suelto debajo de la cintura, las pequeñas mangas le daban un toque delicadeza y dulzura a mi apariencia, antes había pensado que esa prenda hubiera pertenecido a una persona mayor pero ahora refutaba la idea con pruebas suficientes.
Extraños celos nublaron mis sentidos y mientras pensaba quién podía ser la dueña, los toques en la puerta volvieron a sonar sacándome de mi ensueño.
La puerta se abrió un poco y me dejó ver a una mujer de mediana edad con una sonrisa deslumbrante que entraba a la habitación sin ser invitada.
—Lo siento, pero no bajabas al recibidor entonces me escabullí hasta la habitación de Kendall. –dijo sin mirarme.
Al momento de posar sus ojos en mí, la sonrisa resplandeciente que llevaba en su cara desapareció. Dejó caer su maletín de médico con fuerza sobre el piso y tragó con fuerza.
—Eres igual a ella.–pronunció–Eres igual a Kathy.
Fruncí el ceño y después recordé las pastillas con las que había intentado suicidarme. Ese nombre estaba ahí, impreso. ¿De quién se trataba?
La mujer se limpió una lágrima rebelde y yo no entendía el porqué de esa reacción tan desconcertante.
—Te pido disculpas nuevamente, es obvio que Kendall aún no te ha hablado de eso.–sollozó.
¿De qué? ¿Qué tema era tan importante y perturbador para lograr descolocar a alguien de esa manera de una forma tan rápida?
Cambió su postura, tomó su maletín del lugar en que lo dejó caer, se acercó a mí con soltura y me tendió la mano para darle un suave apretón de manos a forma de saludo.
—Mi nombre es Regina Carmichael, soy amiga de la familia y la médico familiar, también.–me estudia un momento y luego suelta—¿Te conozco de algún lugar?
Quizá de los reportes de la misteriosa chica desaparecida de Wichita, no lo sé, podría ser. Farfulla mi enojado subconsciente.
Sólo niego con la cabeza y ella asiente aún mirándome extrañada.
—Muy bien, debido a qué no cuento con el material necesario. Te revisaré en la cama, ¿te parece bien?–me dice ella poniendo su atención en el maletín que tiene en las manos.
—Claro.–murmuro con nerviosismo.
Al oír mi voz se queda de piedra, tensa e inmóvil. Mi cuerpo tiembla por temor a ser descubierta y que me lleve lejos de mi hombre.
Se voltea y me mira, sus ojos se posan en mi cuello, me hace sentir incómoda porque sé que nota los rastros de hematomas que aún se forman en él.
—Mon petit chou, estoy aquí.–habla Kendall entrando a la habitación.
Las dos nos giramos para mirarlo. Kendall me mira con ternura y se comienza a acercar cuando nota la presencia de Regina en la habitación.
Cuerpo entero está tenso y se coloca frente a mí para protegerme, toma el vestido en puños y cuando nota la tela en sus manos se voltea para observarme.Su mirada tensa cambia para transformarse en ternura, pero vuelve a enfurecerse cuando Regina habla.
—Ella es la chica desaparecida, ¿no es así?–sopesa–¿La secuestraste porque aún no superas su muerte?
Kendall cuadró los hombros, su autosuficiencia me hizo sentir a salvo, como si nada pudiera tocarme.
—¡Encima la llamas como te llamaba ella!–exclamó la doctora.
Todo el cuerpo de Kendall exudaba peligro, todo en mí retumbaba por el nerviosismo. Intentaba sostenerme de Kendall pero fue inútil, sólo sentía como él intentaba sostener mi cabeza para que no se golpeara.
Y caí.
*
It's Denn, biatcheeeees!
Haha, bueno pues primero que nada: ¡Feliz Navidad y Año Nuevo!
Mis mejores deseos para ustedes 💙Bien, comenzamos el año con cambios y con maratón de "Perfecta Obsesión" (sólo de dos caps, pero algo es algo xd)
Se vienen más cosas que aclararé después de éste pequeño maratón.
Ustedes esperen y disfruten.
¡FELICIDADES A TODOS!xx, Denn.💙
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Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|
Fanfiction"El demonio es real, pero él no es un pequeño hombre rojo con cuernos y cola. Él puede ser hermoso, porque es un ángel caído y solía ser el favorito de Dios."