"Criminal"

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Por la mañana desperté, me sentía adolorida pero maravillosamente plena. Él ejercía ese poder sobre mí.

Estaba dormido a mi lado, su perfil era cincelado por los pequeños rayos de sol que atravesaban y me dediqué a deleitarme con él. Su cabello dorado brillaba igual que el oro y mi corazón se encogió. Parecía tan vulnerable y necesitado de ésta manera. Me necesitaba. Y yo a él. Pero no podía soportar que siguiéramos escondiendo nuestro amor.

Al fin y al cabo, nos amábamos y eso era suficiente, ¿no?

Un alarido de dolor en alguna parte de la casa llamó mi atención y me escabullí de la cama en la que mi hombre aún dormía. Tomé el albornoz color crema y abrí la puerta siendo silenciosa para no molestar a Kendall. Sólo le quería dejar dormir bien, no le temía, ¿cierto?

El alarido sonó más fuerte y seguí el sonido.

La puerta de la habitación a dos de la nuestra se encontraba abierta, pero no en su totalidad. Miré dentro, teniendo cuidado de que no veían las personas dentro y entonces escuché.

— ¡Es su alumna! ¡Por Dios! –gritó Kevin– ¡Deja de defenderlo, Carlos!

Carlos estaba cosiendo la herida de Kevin y suspiró en rendición cuando Kevin le gritó.

— Kendall se sentía sólo, –dijo en tono bajo– sólo quería a alguien que lo hiciera sentir amado.

Y yo lo amaba. Lo amo y lo amaré. Es sólo que no entiendo porque implica mucho tiempo en mi protección, sé que me cuida de patanes como James pero a veces es demasiado.

— Eso no es amor, Carlos. –espetó el rubio– Está obsesionado y le está haciendo creer a ____ que ella lo está para que él después pueda tragárselo. Pero no es amor, es demasiado enfermizo para serlo.

— Es amor, lo juro. –pronunció suavemente el moreno– He visto como se miran.

Era justo lo que Carlos decía, era amor, yo lo amo. ¿Es que es eso tan difícil de comprender?

— También haz escuchado como la folla. –dijo serio Kevin– Es demasiado para ella, ¡le provocó un desgarre vaginal! Y aún así la volvió a follar.

Sentí la mano de Kendall tomándome de la garganta, me dolía. Sus dedos estaban marcados aún, pero a pesar del dolor también sentía exitación.
Su otra mano bajaba a mi vulva mientras comenzaba a trazar círculos sobre ella, lentos.

— Pequeña espía. –murmuró contra mi oído– Tendré que castigarte por haber estado escuchando conversaciones privadas.

Metió dos dedos dentro de mí, dolía como los infiernos, tenía mis ingles al rojo vivo pero podía soportarlo sólo por que él me daba ese placer. Entonces, comenzó más rápido, ejerciendo presión contra mí clítoris. Estaba tan adolorida que me retorcí contra su eje inconscientemente.

Me dolía. Así que me aparté de él y obviamente no le gustó.

Al empujarlo, sus dedos salieron de mí con un leve chasquido por mis flujos. Me miró sorprendido, sus ojos mostraban irritación y dolor. Temía que pensara que lo que hacía él estaba mal.

Tomé su mano y lamí los dedos con los que me había follado, sabían amargos y yo estaba segura de que eso lo calmaría. Acerté.

Sus hombros tensos estaban más lánguidos al sentir que metía sus dedos en mí caliente boca, minutos después me besó. Tomando mi trasero y empujándome para que sintiera su dureza.

— ¿Qué me estás haciendo, ____? –dijo separando sus labios de los míos– Estoy bajo un hechizo tuyo, ¿no es así?

Lo miré cálidamente, me hacía sentirme deseada por primera vez en mi vida. Me puso contra la pared del pasillo nuevamente, aunque no hizo nada para tomarme.

— Verás al doctor. –determinó abriendo mis nalgas y hechando una mirada a mi vulva rojiza.

Me dió una palmada.

¿Pero que mierda estaba pasando por mi cabeza? Kevin tenía razón, estaba mal, todo estaba mal. Debía irme y apresurarme. No tendría que estar ahí.
Le di una mirada a Kendall y después lo besé.

No podía. Si de escapar se trataba, jamás lo haría. Él me necesitaba tanto como yo a él, sé que estaba enfermo pero si yo lo comenzaba a amar a pesar de todo, también lo estaba.

— Estás pensando mucho, _____. –gruñó mi hombre– No me gusta que pienses.

Lo miré a los ojos y pude comprender. Era un alma torturada que necesitaba a un alma para torturarla y sentirse mejor, entonces si me había escogido para ello. Yo sería su alma torturada.

— Vé a la recámara, hablaré con mi hermano. –ordenó– Date una ducha y después llamaré al doctor.

Mientras caminaba hacia la recámara me planteaba que quizá era que yo necesitaba de alguien en quién confiar y a quién amar. Sí, había confiado en James y él había huído cuando más lo necesitaba. Por otro lado, Kendall me había defendido y había puesto su corazón en mis manos. Yo también debía entregarle el mío.

Y es que a pesar de que las palabras de Kevin causaban que mi cerebro reaccionara y gritara que huyera, mi corazón seguía puesto en el hombre que me había hecho el amor de la forma más primitiva posible y que lograba crear en mí a otra persona.
Necesitaba un nuevo comienzo y por ello estaba con él, el destino lo quería y por eso estaba aquí con él. Sólo esperaba que los demás lo comprendieran.

Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora