Me daba rabia ser demasiado idiota, me estaba dejando seducir por él y eso no es una buena opción. Nunca me agradó depender de nadie, mucho menos ahora de alguien que me había, practicamente, secuestrado.
Salí de la bañera, las piernas aún me temblaban y estuve a punto de tocarme a mí misma. Cosa que no hice, no iba a rebajarme a su altura.
Abrí la puerta del baño que conducía, supuse, a la habitación. Sin embargo no era la habitación que Kendall me había asignado al comienzo. Esta tenía la cama más más grande con dosel, un ventanal enorme cubierto con cortinas que llegaban justo donde el ventanal terminaba, el suelo.
Sus pasos se escucharon por el pasillo, me preparé para todo lo que se le pasara por la cabeza. Pero ni siquiera mi más mínimo instinto de supervivencia hubiera esperado lo que entró a la habitación.
- Hola. -dijo el chico.
Vestía unos vaqueros y una playera sin mangas, tenía la piel dorada y el cabello castaño. Sus ojos eran castaño oscuro, y me miraban con algo de compasión y lástima.
- ¿Quién eres tú? -apreté la toalla que cubría mi cuerpo para sentirme protegida.
Levantó sus manos como si estuviera apuntándole con una pistola y me sonrió, pero aún así todos mis sentidos estaban alerta de cualquier movimiento suyo.
- Carlos, Carlos Pena. Soy el ayudante del señor Schmidt. -me dijo.
- ¿Ayudante? -pensé en voz alta.
¿Por qué Kendall necesitaría un ayudante? O mejor dicho. ¿Para qué?
- Son diversos asuntos en los que no estás incluida, chérie. -Kendall entró por la puerta- ¿Qué haces aquí, Carlos?
Carlos inmediatamente volvió su mirada castaña a la de Kendall. Se secó las manos en su pantalón, signo de que estaba nervioso.
- Venía a buscarle, pero me he encontrado con la señorita... -se quedó pensando, buscando un nombre en su vaga memoria.
Justo cuando iba a tomar la palabra, Kendall me interrumpió...
- Schmidt, señorita Schmidt. -y cerró la puerta para evitar que yo escuchara más de su conversación.
Me tiré en la cama, cansada. No me molestó lo de Kendall, pero tampoco me gustó del todo.
Me dediqué a mirar el techo, había visto los detalles antes. Los detalles en dorado y rojo carmín que jugaban entre sí mismos y que producían millones de sensaciones en mi cuerpo como un deja vú.
Kendall entró en la habitación, yo inmediatamente cerré los ojos quería hacer parecer que estaba dormida.
Podía escuchar todos los movimientos que hacía, como se quitaba el saco del traje, como deslizaba la corbata por el cuello de la camisa, como se doblaba las mangas de la camisa hasta el codo. Todo, podía sentirlo todo.
De repente sentí un fuerte jalón de mis brazos que me hizo abrir los ojos. Kendall me sujetaba por las muñecas, tenía la cara roja por la rabia y la mandíbula apretada.
- Nunca en tu vida, finjas dormir cuando entre a la habitación. Yo sé cuando lo estás y cuando no lo estás, no me subestimes, chérie, porque todas las personas merecemos un castigo de vez en cuando. -me soltó fuertemente.
Mi cuerpo estaba temblando, sus ojos enrabiados atormentaban mi mente.
Se volteó hacia mí y reptó hasta donde yo estaba, se colocó entre mis piernas y me besó duramente. Rozó su cuerpo contra el mío, el cual respondió de inmediato.
Atacó mi cuello, besándolo y mordiéndolo. A lo cual yo gemí de dolor, me tomaba las piernas fuertemente para que no las cerrara.
- Me encanta tu olor, chérie. -ronroneó en mi cuello.
Las piernas me temblaban, no sabía si era por el miedo o la excitación.
Metió una mano entre mis piernas y empezó a tocar mi clítoris, cosa que hizo que soltará un pequeño gemido cerca de su oreja.
- Eso es, ____. Déjate llevar por mi ritmo.
Me sentía usada, pero no sabía que hacer.
- Coloca tus manos alrededor de mi cuello. -me dijo.
Me negué a hacerlo, pero después me arrepentí.
Tomó mi cara fuertemente con sus manos e hizo que le mirara a los ojos.
- Quiero que quede claro, ____. Tengo tu cuerpo a mi disposición, eres mía. Por lo tanto, debes hacer lo que yo te diga. ¿Entendido? -sus ojos tenían un extraño color, no eran los ojos amigables del profesor Schmidt. Eran los ojos de Kendall Schmidt.
Bajé mi mirada y tomé aire: - Si. -contesté con desgane.
Él volvió a deborar mi boca, abriendo la cremallera de sus pantalones.
Tomó mis manos por encima de mi cabeza y me besó los brazos hasta llegar a mis pechos aún cubiertos por la toalla. Quitó la toalla bruscamente y mordió mi pezón izquierdo demasiado fuerte, estaba segura de que esta vez él obtendría lo que quería de mí.
Sacó su miembro y de un empellón entró en mí. El acto fue violento, pero mi cuerpo reaccionaba por sí solo, le gustaba como me trataba, como golpeaba mis pezones ya dolidos. Ese juego que hacía con sus caderas para llegar más dentro. Como hizo que mi cuerpo alcanzara el orgasmo tan bruscamente mientras sentía las lágrimas salir de mi cara. Como se sentía cuando el me llenaba por completo.
No estaba asustada por el hecho de que seguiría haciéndolo. Estaba asustada por el hecho de que este hombre de cabellos dorados y ojos encantadores me enamorara. Estaba asustada por el hecho de que él podría matarme.
¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤~¤
Comenten y voten.
Os amo.
Xx, Denn.
ESTÁS LEYENDO
Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|
Fanfiction"El demonio es real, pero él no es un pequeño hombre rojo con cuernos y cola. Él puede ser hermoso, porque es un ángel caído y solía ser el favorito de Dios."