Maratón 1/2
Una discusión hizo que mis ojos se abrieran con brusquedad, me levanté por impulso y al instante un mareo me golpeó la cabeza obligándome a gemir de dolor.
—¿Te encuentras bien, chérie?–Kendall sonaba preocupado.
Lo miré a los ojos y sostuve su mano, que estaba contra mi mejilla.
Algo llamó mi atención después, se trataba de Regina, estaba sentada justo a un lado de la cama. Su cabeza caía sin preocupaciones y algo de sangre era emanada por su cabeza, justo por la frente.—¿La mataste?–soné horrorizada.
Kendall endureció su mirada y volteó para mirarla mientras dejaba de tocar mi mejilla con su palma.
–No.–sentenció ferozmente.
Asentí sin que me viera, salí de nuestra cama con tranquilidad y Kendall, que estaba sentado en la orilla, me sostuvo de la mano para evitar mi partida.
Dirigí mi atención a su agarre, era maravillosamente ligero y no me lastimaba, de cualquier manera mi piel se quejó dejando que se pusiera extremadamente roja por la fuerza que Kendall ejercía sobre mi muñeca.Lo miré con serenidad y pude ver su rostro torturado, sabía que yo estaba a punto de pedir explicaciones por lo que estaba pasando aquí. Tenía razón estaba muriendo por saber qué sucedía que mantenía a mi hombre con tanta oscuridad en su ser, con tanto enojo, ¿qué lo tenía tan obsesionado para que se comportara de esa forma?
Soltó mi muñeca y yo la alivié instintivamente con mi otra mano, los hematomas no bañarían mi muñeca sino hasta mañana.
Me acerqué a la mujer que aún permanecía inconsciente en la silla y por primera vez noté que se encontraba con los brazos por detrás porque estaba atada a silla. Justo como James la primera vez que lo ví aquí.Comencé a examinar si su pulso era continuo, si la sangre de su frente seguía saliendo o había parado y si su respiración seguía. Cuando las respuestas a éstas preguntas fueron positivas, la parte racional de mí se alegró y daba brincos porque antes de que Kendall la matara también a ella, yo sería mentalmente estable para salir e irme con ella lejos de aquí. La irracional lloró, lloró como nunca porque estaba a punto de separarme del amor de mi vida. De mi vida. Nuestra vida. Juntos.
El rechinido de los tablones de la cama me hicieron permanecer alerta, Kendall se acercaba con pasos ligeros, las suelas de sus mocasines creaban una sinfonía siniestra contra la madera fría del piso. Y se hincó como yo lo estaba, no sé hincó frente a Regina, lo hizo detrás mío.
Podía sentirlo emanar calor y como si fuera un gazapo en busca de calor, la parte irracional de mí me hizo recostar mi espalda en su pecho y cerrar los ojos con tranquilidad mientras mi caballero oscuro envolvía sus brazos a mi alrededor.Jamás había sentido tanta paz en mi vida como en este momento.
—No la toques, Kendall.–ladró Regina, mirándonos con enojo–Entiende, ella no es Kathy. Ella no es tu madre, no puedes sustituir a una persona con otra.
Kendall me soltó velozmente y se levantó de igual forma, tuve que sostenerme con mis dos manos para evitar perder el equilibrio y caer simultáneamente al suelo.
Entorné la visión en ellos para que justo en ese momento, Kendall diera una bofetada en la mejilla de la mujer que hizo a su cabeza girar rápido del lado contrario.La mujer comenzó a llorar y pedir perdón por lo que había hecho. No entendía que estaba sucediendo, sin embargo no me quedé sentada como siempre, mi hombre estaba por darle otra bofetada y decidí intervenir.
Recordaba como en millones de relatos, películas, novelas, el toque de la persona que amas te calmaba cuando estabas furioso o nervioso.
Intervine cuando su mano ya no sólo se alzaba con la palma abierta, sino que ahora era un puño que se dirigía con fuerza a la mandíbula de la doctora.Tomé sus brazos desde atrás y me acerqué a su cuerpo, susurrando con dulzura su nombre. Momentos más tarde, el puño que estaba preparado en el aire para que se estampara contra la bella cara de Regina, se estampó contra la mía y me hizo caer con un sonoro chasquido.
—¡Señorita Schmidt!–exclamó Carlos con notoria preocupación–¿Está usted bien?
—¡Sácala de aquí!–rugió Kendall–¡Sácala ya!
Carlos levantó mi débil cuerpo y me sostuvo contra él, no había notado cuánto me dolía la entrepierna hasta que sentí como la sangre volvía a brotar y resbalaba por mis piernas.
—No me iré hasta que la doctora me haga la revisión.–determiné.
Carlos notó la sangre que ahora resbalaba hasta mis tobillos, me dejó en la cama y se metió directo al baño, soltó el agua de para que la bañera se llenara y volvió con una toalla húmeda con agua caliente que me entregó para limpiarme.
Kendall me la arrebató y comenzó a limpiar mis piernas, mientras Carlos soltaba las manos de la doctora. El vientre me dolía como nunca, quizá era mi menstruación solamente.
Regina se acercó y Kendall se retiró pero aún permanecía . Carlos había desaparecido.
—Recuéstate.–me indicó.
Me recosté y abrí las piernas, ya me sabía el proceso no era la primera vez que un ginecólogo me revisaba.
—Ay por Dios.–alarmó la doctora.
—¿Qué está mal?–dijo Kendall con impaciencia.
Yo tenía las piernas como gelatina y me dolía cada vez más el vientre.
—Necesito toallas limpias y algo de agua para limpiarla.–le dijo a Kendall.
Él actuó con rapidez y tenía la cara sonrosada debido a la presión que ejercía Regina.
—¿Qué me sucede?–hablé después de mucho tiempo.
Regina me miró y tragó duro.
—No sólo tienes un desgarre, estás teniendo un aborto ahora mismo.–enunció.
Mi mente estaba en blanco. No podía pensar, era demasiado poco tiempo como para que el bebé fuera de Kendall, pero con James sólo había estado una vez. Habíamos tenido tanta precaución que utilizamos tres métodos anticonceptivos. No me explicaba que estaba pasando.
Kendall se tensó en su lugar y en un instante se puso blanco como el papel.
—¿Cuántos meses tenía?–interrogó.
Regina revisó la sangre y los coágulos formados.
—Uno quizá, tres semanas como mucho.–destacó ella.
Kendall asintió pensativo y miraba cada movimiento que Regina hacía.
Yo tenía lágrimas en los ojos y mis temblores se hacían más fuertes. La primer lágrima resbaló por el lado izquierdo de mi ojo y mojó mi oído. Cuando comencé a sollozar me di cuenta de que, aunque había dicho que no iba a amar a un hijo que fuera tanto mío como de Kendall, mentía.
Iba a amarlo, incluso más que a mí vida. Más que a Kendall.
*
Primerrrrrrr cap del maratón, beibis 💙💁🏻
En unos momentos subo el otro 💙🙆🏻¡Voten y comenten!
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Perfecta Obsesión |Kendall Schmidt|
Fanfiction"El demonio es real, pero él no es un pequeño hombre rojo con cuernos y cola. Él puede ser hermoso, porque es un ángel caído y solía ser el favorito de Dios."