Parte 27

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Hola! Antes que nada quiero disculparme por la tardanza y las actualizaciones serán así de espaciadas, aunque me esfuerce. Para las que no lo saben soy una enfermera y trabajo en una clínica en ciertos horarios inciertos que, aunados al tema actual del famoso COVID , hacen que mi tiempo libre varíe demasiado y no pueda dedicarle tanto tiempo a las historias cómo estás merecen. La única promesa que siempre hago como autora es que aunque me demore ninguna historia escrita por mi será dejada de lado, inconclusa o sin final, por lo que les pido que me tengan aún más paciencia y fe. Gracias por agregar la historia a las favoritas y todos los votos que ha tenido. Los aprecio demasiado. Gracias otra vez y espero que les guste. Nos estaremos leyendo.

MaraG.

Ha Ni se despertó con la sensación de que alguien había estado observándola. Quizá fuera el remanente de alguna pesadilla, porque conocía demasiado bien los ojos de quien sentía que la miraba, eran los ojos que estaban en dos personas en su realidad, en unos gemelos.

Se levantó lentamente escaneando la relativa oscuridad de su habitación y era relativa porque las primeras trazas del amanecer comenzaban a verse reflejadas contra las cortinas. No había nadie en la habitación más que ella pero aún así no pudo evitar la persistente sensación de que no fue así todo el tiempo. Aún así no se sentía incómoda, aunque no era la mejor percepción, no sentía que estuviera en peligro ni nada remotamente parecido, pero creer que alguien la observaba en una casa ajena no debía ser cómodo para nadie.

Quizá solo se trataba de alguna paranoia pasajera y arellanó el pensamiento al fondo de su mente mientras miraba la hora en el reloj de la mesa de noche. Eran cerca de las seis de la mañana y aunque su perezoso cuerpo le decía que remoloneara en las cobijas algo más de tiempo en el fondo no deseaba hacerlo. Alistó todo para salir y procedió a bañarse sin revisar los mensajes de su celular. De haberlo hecho se habría dado cuenta de lo que se planeaba ese día y la razón por la que nadie de la  familia excepto el pequeño Eun Jo, continuaban en la casa.

Seung Jo miró a su padre y madre mientras conducían hacia la ciudad vecina o eso era lo que parecía suceder. La noche anterior él mismo no pudo dormir presa de un sentimiento casi que angustiante de predicción, como si su propio interior percibiera que algo no estaba bien pero él mismo se negara a ello. Por esa angustia y quizá por sentimientos menos inocentes fue a ver a Oh Ha Ni dormir.
Sabía que estaba mal, no debía y menos ante el abierto rechazo de ella pero observar la tranquila e inocente manera en que dormía le dio el sosiego que necesitaba arduamente de la percepción incómoda de lo que pasaría en el futuro.

Hasta que su mismo cansancio lo venció se retiró en silencio de su habitación y permaneció en la suya que compartía con su hermano hasta que escuchó que tocaban suavemente la puerta y su madre estaba afuera diciéndole que debía venir con ellos en ese momento. Seguía siendo la misma persona casi que extraña,  nada que ver con la mujer alegre que él mismo conocía. Quiso preguntarle pero temía que ella no le contestaría, era como si de repente ya no se tratara de su madre y eso era... extraño. Lo peor era que su padre permanecía en la misma actitud, como si ahora fueran tres desconocidos en vez de la familia.

Eso se sentía erróneo también pero la realidad era que nunca fue demasiado cercano a ellos, nunca le faltó amor pero no se sentía especialmente conectado a ellos, ni siquiera a su hermano menor. Siempre pensó que fue su culpa e hizo lo posible por integrarse a pesar de ser algo demasiado incómodo.

Se puso la chaqueta e hizo lo que dijo su madre, unos minutos más tarde salieron de la casa y subiendo al auto familiar partieron con rumbo desconocido.

Estaban saliendo de la ciudad y aún no se atrevía a preguntar a donde lo llevaban. Permanecía callado observando la carretera que sólo recorrió unos meses atrás.

JUEGO DE GEMELOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora