Capítulo Uno

773 65 4
                                    

Al séptimo día de agonía constante, deseé no haber matado ya al enano que me había lanzado aquella maldición inmovilizadora. Ansiaba la oportunidad de matarlo de nuevo. Más lentamente esa vez.

Sentada en la cama, estiré las pantorrillas a modo de prueba y el dolor salió disparado a través de ellas. Santa Reina. Aferré con fuerza las sábanas hasta que el dolor disminuyó, luego relajé las manos. Todavía me dolían una barbaridad. Pero sonreír a través del dolor significaba que podría escapar de la cama a la que me habían encadenado durante la última semana.
Por desgracia, Hyesoo había sido mi enfermera durante el tiempo suficiente para ver a través de mi fachada. Entrecerró los ojos y cruzó los brazos sobre su generoso pecho, mientras se elevaba sobre mí.

—¿Creéis que no sé cuándo estáis fingiendo? —me reprendió.
Tú sabes que puedo apañármelas. He tenido una semana para recuperarme. Es tiempo más que suficiente.
Hyesoo frunció el ceño, pero no discutió mi afirmación. Había pasado por cosas mucho peores que una maldición inmovilizadora con anterioridad, y mantenerme en la cama otro día más no iba a suponer ninguna diferencia.
Necesitaba levantarme, moverme, entrenar, salir de aquella maldita cama y ser útil.

Yo decidiré si estáis curada o no,princesa.
Cuando Hyesoo intentó guiarme de vuelta a las almohadas, coloqué mis manos sobre las suyas y las aparté de mis hombros.

—Estoy en perfectas condiciones, lo juro. Podría dar vueltas corriendo con los reclutas hasta el anochecer.

—Oh, muy bien, princesa, bromead hasta morir, eso nos ayudará a ganar la guerra.

—Hyesoo se inclinó sobre mis piernas, sus suaves rizos grises caían en una cortina sobre su cara redonda, y comenzó a masajear mi pantorrilla derecha para hallar zonas en las que perdurara la maldición inmovilizadora.
Observé un punto en la pared, donde los depósitos minerales en las piedras habían creado un interesante patrón que se parecía a las alas de un hada, y apreté los dientes mientras Hyesoo sondeaba
sin piedad mis músculos.

Acababa de ponerme a mirar cómo las motas de polvo flotaban perezosamente a la luz del sol cuando dio con un punto en particular que me hizo sisear una maldición entre dientes.
Odiaba de verdad a los enanos. Y sus furtivas maldiciones.
Hyesoo levantó la vista, alzó una ceja y me dirigió su característica mirada de «ya te lo dije». Si por ella fuera, ningún Real vería otra vez una batalla tras haberse hecho ni que fuera un cardenal.

—La patrulla llegará al castillo en cualquier momento —le dije—. Necesito un informe de Seung-Ho antes de ir a los campos de entrenamiento.
Ya era bastante malo haber tenido que perderme la patrulla con mi compañero porque el Beso curativo estaba tardando más de una semana en hacer su trabajo, pero aquella patrulla en particular era fundamental para obtener nueva información sobre el enemigo. Después de que el reino oriental de Myungsoo informara de una horda de duendes que lanzaba nuevas maldiciones, el Consejo había enviado una patrulla de emergencia para recopilar cualquier información sobre cómo se los podría derrotar.

Hyesoo me dio un golpe suave en la pantorrilla. Una sensación como de agujas me pinchó la piel y me tensé involuntariamente, de modo que forcé un violento estremecimiento que me atravesó.

—Hoy no entrenaréis —dijo—. ¿No habéis oído nada de lo que he dicho, Kim Yongsun? Aún. No. Estáis. Recuperada. —Me fue dando un golpecito en el pie con cada palabra.

Abrí la boca para protestar de nuevo cuando un paje que me resultaba familiar irrumpió por la puerta como si una bruja le pisara los talones.

—¡Princesa Yongsun! ¡Se requiere vuestro Beso, para la patrulla, a las puertas del palacio!

Me puse de pie de inmediato, lo cual fue un error, porque me tambaleé y casi me caí sobre Hyesoo. Por suerte, ella era un pájaro viejo y fuerte y me atrapó fácilmente por la cintura mientras chasqueaba la lengua con desaprobación.
Aunque me tenía agarrada con fuerza, traté de liberarme.

La Princesa y La Hereje (Adaptación Moonsun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora