Capítulo Diecinueve

327 60 23
                                    

Byul me llevó de vuelta al campamento de los Románticos. De vuelta al fuego y la música y el baile..., de vuelta a las mentiras. Pero Byul tenía razón. Era solo su historia. ¿Y qué si creían en algo diferente a lo que yo creía? Yo siempre había estado al tanto de su versión blasfema, pero escucharla..., bueno, no cambiaba nada.
Mientras mi ira desaparecía como el humo que se elevaba hacia las estrellas, dejé que Byul me llevara hacia la luz del fuego. La pequeña banda de músicos tocaba una melodía rápida y optimista y, aunque no me sabía ningún paso real, tenía ganas de unirme.
Al otro lado del fuego, Sandeul estaba con Tico. Levantó su nueva jarra de cerveza, como disculpándose por haberme molestado. Parte de mí estaba tentada de volver y pedir perdón, pero eso significaría abandonar la mano
de Byul y el ritmo de la música. No estaba dispuesta a renunciar a esas cosas.
Volví a mirar a Byul y ella me estaba mirando a mí. La mitad de su rostro estaba cubierto por sombras y la otra era ámbar y oro.

-No hay nada como el ahora -dijo Byul y, antes de que pudiera preguntarle a qué se refería, me dio la vuelta y me acercó, mi espalda contra su pecho y su brazo alrededor de mi cintura. En aquella posición, podía sentir el ritmo con el que bailaba. Tan rápido como me había atraído hacia ella, me dio impulso y me hizo girar.
Mis pies se sincronizaron con las palmadas y, antes de darme cuenta, estaba bailando. Quizás no de manera perfecta o elegante, pero no importaba. Lo único que importaba era la sensación que venía con el baile.
Pura euforia. En ese momento, todas las restrictivas normas y expectativas dejaron de tener efecto en mí. El dulce humo del fuego me impregnó el pelo y la túnica y fui arrastrada por su aroma salvaje. Y por el brillo salvaje en los ojos de Byul.
Luego el ritmo cambió y hubo un alegre grito de los Románticos al unísono. Los bailarines comenzaron de repente a intercambiar parejas, se abrían paso alrededor del fuego, unían los brazos y giraban, luego se soltaban y volvían a juntarse.
Un desconocido me agarró del brazo y me empujó hacia delante. Lo único que pude hacer fue procurar no tropezar. Entonces una mujer me agarró el brazo, giró y pasó a mi lado en un borrón. Bailarín tras bailarín, me agarraron de los brazos y tiraron de mí, entretejiendo una figura que parecía un ocho. Sorprendentemente, logré seguir el ritmo y llevar a cabo su baile popular. Fue emocionante, pero era sumamente consciente de la ausencia de Byul.
La música cambió el tempo y el cambio de pareja cesó. Me quedé con un hombre joven con cabello rizado y un pendiente de cristal, el mismo de antes.
Él me guiñó un ojo.

-Parece que después de todo tendré ese baile, ¿eh, señorita? Cautivada por la atmósfera, me reí.

-Sí, parece que he mejorado.
Aunque no le pisé los pies, no estuve tan elegante como me había sentido con Byul. Tan pronto como el pensamiento cruzó mi mente, surgió la molestia de estar comparándolo todo con ella.
Entonces vi a Byul y mi irritación se intensificó. Había una chica colgada de su brazo que le ponía ojitos.
Distraída, me salté un paso y tropecé con mis propios pies. Esperaba trastabillar, incluso caer al suelo, pero, en cambio, unos brazos fuertes me rodearon la cintura y me hicieron dar vueltas.
El joven sonrió mientras su mano viajaba por la parte baja de mi espalda, luego entre mis omóplatos.

-Lo estabais haciendo muy bien.
Traté de alejarme, pero la presión en mi espalda aumentó. Fruncí el ceño, no me gustaba la mirada en sus ojos. Me recordaba a Eric cuando estaba a punto de darle un Beso.
Pero el hombre simplemente sonrió de nuevo.
-¿Me concedéis otro baile, señorita? Podría enseñaros más pasos.

-Tentador -dije mientras forzaba una risa-. Pero debería volver con mis compañeras. Mañana tenemos que irnos temprano.

El Romántico arqueó una ceja y miró por encima de mi hombro de modo significativo.
-Algo me dice que una de ellas podría quedarse despierta hasta tarde.
Confundida, seguí su mirada.

La Princesa y La Hereje (Adaptación Moonsun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora