—Vuestras heridas han sanado bien después de la batalla, mi señora —dijo Hyesoo mientras pasaba los dedos por la piel rosada de mi muslo, donde había estado la herida—. Como se esperaba de vuestro Beso.
Tan solo asentí, no podía sentir nada más que nervios a causa de nuestra partida del día siguiente. Después de terminar de preparar mis cosas para el viaje, me quedé en mi habitación hasta que Wheein me persuadió, más bien obligó, a visitar a Hyesoo para que les echara un ojo a mis heridas por si acaso.
—Tengo un ungüento para ese moretón —dijo Hyesoo mientras examinaba la marca morada de mi mejilla, cortesía de mi madre.
—Está bien. No te molestes —traté de protestar mientras ella se deslizaba hacia el armario.
Los ungüentos de Hyesoo hacían maravillas, pero siempre emitían un olor nauseabundo. Nueve de cada diez veces, los Besos curaban la mayoría de las heridas, pero la magia no siempre era perfecta. A veces requería un poco de ayuda y un poco de tiempo. Como la maldición inmovilizadora que me había atormentado, podía llevar semanas, a veces meses, que desaparecieran por completo.
—Tonterías. —Rebuscó en el armario durante un rato mientras yo miraba por la ventana e intentaba no pensar en Seung-Ho, que se encontraba en la Sala de Maldiciones, justo al lado.
—¡Lo tengo!
—Yo me encargaré de eso —interrumpió alguien.
Ante la nueva voz, aparté la mirada de la ventana. Byul estaba de pie en la puerta y sostenía el frasco de ungüento. Mis nervios se retorcieron ante su repentina aparición y me bajé el dobladillo del vestido para cubrir mi muslo expuesto.
—Ah, pero… —comenzó Hyesoo, y Byul le dirigió una de esas sonrisas que te desarmaban.
—Ahora soy su compañera. Tengo que acostumbrarme a hacer estas cosas, ¿verdad?
Mientras yo miraba a Byul, Hyesoo frunció los labios y abandonó la habitación, a pesar de que nadie se lo había pedido.
—¿Cómo me has encontrado? ¿Has sobornado a otro sirviente?
Byul me ignoró, desenroscó la tapa del tarro y a continuación sumergió sus dedos en el ungüento de menta y raíz de shassa.—Inclina la cabeza.
No lo hice. Solo la miré fijamente.—Puedo ponerme yo sola el ungüento.
—Es difícil de hacer sin un espejo. Apártate el pelo. —Como seguía sin moverme, añadió—: Por favor.
Suspirando, aparté los mechones rizados de mi mejilla. Ante el contacto de sus dedos cubiertos de ungüento, casi me estremecí, porque este estaba frío.
Así de cerca, pude ver mi marca en su mano. Su manga cubría la mayor parte, pero el patrón de hiedra asomaba por su muñeca. Me aplicó el ungüento con más suavidad de la que yo creía posible, dado lo reciente que era el hematoma. Pensé brevemente en pedirle un Beso para curarlo, pero el día anterior se había negado a darme un Beso para curar una herida sangrienta, así que dudé que fuera a dármelo ahora para curar un cardenal.—Deberías habérmelo dicho.
—¿El qué? —Por fin la miré a la cara. Había estado en lo cierto: tenía una leve cicatriz en la mandíbula y otra en la mejilla. Mil colores manchaban sus ojos color cafés.
—Que te quedarías mi Sentido —aclaró mientras depositaba con cuidado el ungüento en la mesita de noche—. Nunca habría… No es justo que tú…
—¿Es mi responsabilidad decirte cosas que ya deberías saber? Ella chasqueó la lengua.
—Es lo que se hace —dije—. Ya me lo agradecerás más adelante.
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La Princesa y La Hereje (Adaptación Moonsun)
FanfictionLa princesa Yongsun solo tiene un objetivo ganar la guerra contra las fuerzas oscuras. Su magia es la más poderosa de todos los Reales, pero necesita un compañero que la ayude a canalizarla. La princesa Byul, con su talento inigualable para la espad...