Epílogo

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TRES AÑOS DESPUÉS...

Una mano pequeña derramó el frasco de tinta sobre la carta para el Consejo de Myungsoo en la que acababa de pasar una hora trabajando y salpicó el papel (y la parte delantera de mi vestido) con grandes manchas negras. Cerré los ojos y dejé que la irritación se evaporara.
Sujeté con suavidad los dedos que deambulaban por mi mesa y miré hacia abajo, a la niña acurrucada en mi regazo.

-¿Qué te he dicho, Yerim?
Los brillantes ojos de la niña me miraron fijamente, bien abiertos, con esa mirada de asombro e inocencia que siempre ponían los niños.

-Ayudarte -protestó la pequeña-. Se te acaba.
Subí las piernas a la silla y apreté el cuerpecito de Yerim más cerca de mi pecho.

-Gracias, mi pequeña brizna. -Mis besos bailaron, livianos como plumas, sobre sus mejillas. Ella chilló de alegría y se abrazó a mi cuello.

-Ahí estás. -Una exasperada Hyejin apareció en el umbral de mi despacho con las manos en las caderas. Su cabello oscuro estaba recogido con elegancia en la nuca y varias flores silvestres adornaban sus trenzas.

-Yerim, ¿qué te he dicho sobre molestar a la reina Yongsun?
La niña hizo un mohín en mi regazo. Intentó esconderse detrás de mis rodillas y me miró con una mirada que solo un niño pequeño podía conseguir, inocencia adorable.

-¿Hacerlo?
Me eché a reír cuando su tía la arrancó de mi regazo.

-Lo siento, creía que sabías dónde estaba -le dije mientras echaba la carta arruinada a la papelera.
Yerim jugueteó con el pelo de su tía, pero sonrió furtivamente, como si ella y yo compartiéramos un secreto.
Había cumplido mi promesa de liberar a Johoon casi en cuanto regresamos a Yeon. Hyejin, Bo-reum y Johoon se quedaron en Yeon para que Hyejin pudiera practicar con el maestro Choi. Se estaba volviendo cada vez más experta en la magia elemental. También Bo-reum y Johoon habían elegido criar a su hija en el castillo, ya que habían desempeñado un papel integral en el esfuerzo de unir a Reales y Románticos.

-Ah, no estaba hablando de esta pequeña rebelde. -Hyejin se apoyó a su sobrina en la cadera-. Estaba hablando sobre ti. ¡Es casi la hora de la boda! ¿Por qué no estás vestida?

-¿De qué estás hablando? Tengo un montón de tiem... -Me detuve, miré mi reloj y luego me llevé una mano a la boca-. Pero le prometí a Wheein que verificaría su nueva estrategia de batalla hoy -protesté. ¿Dónde se había ido el tiempo aquella tarde?

-Yongsun, creo que podemos tomarnos un descanso de la guerra por esta noche. Mi puppy.. digo la comandante lo entenderá.
¿Has olvidado lo importante que es esta boda?

Tenía razón. Era la primera boda entre Reales en Yeon y en el último año la guerra había ido notablemente bien. De hecho, apenas era una guerra a aquellas alturas, más bien se trataba de pequeñas escaramuzas en las afueras de los cuatro reinos para acabar de desterrar de los pueblos cualquier residuo de las Fuerzas.
Había costado mucho tiempo y todavía más esfuerzo y muchas vidas que así fuera. El primer año había sido el peor. Mucha gente había muerto.
Aunque el Beso de Amor Verdadero, el que me había dado con Byul, había destruido a muchas criaturas oscuras en el sector norte de Yeon, todavía quedaban innumerables monstruos por derrotar. Tras volver a Yeon con noticias de la maldición Hidra, convencerlos había llevado meses.
Meses de batallas en las que buscaba pruebas de la verdadera naturaleza y de la esencia traicionera del Beso Real, pero había sido el maestro Choi quien finalmente había apoyado mi reclamo. A partir de entonces, la Legión había comenzado a implementar lentamente nuevas tácticas de batalla hasta eliminar completamente el Beso Real y volver a entrenar a las tropas en el arte del combate. A las mujeres se les había enseñado esgrima y todos los aldeanos dispuestos a tomar las armas fueron convocados en el castillo para entrenar.
En las primeras batallas importantes después de la eliminación del Beso Real, demasiados cadáveres habían cubierto los campos de batalla, incluidos los de varios buenos amigos. El día en que encontré a Sooyoung yaciendo en el suelo con una espada maldita clavada en el estómago, mirando con los ojos en blanco, sin ver, el cielo lleno de arpías de gorrión, fue la primera vez que me planteé si estábamos haciendo lo correcto.
¿Estábamos demasiado ansiosos por deshacernos del Beso? ¿Éramos demasiado débiles para sobrevivir sin él?
Esa noche, Byul me había abrazado y yo había llorado en sus brazos durante horas. Lloraba por Sooyoung. Lloraba por miedo a llevar a mi gente a sus muertes. Pero, como siempre hacían, los brazos de Byul me habían dado fuerzas y me habían recordado por qué estábamos haciendo aquello en primer lugar.

La Princesa y La Hereje (Adaptación Moonsun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora