Capítulo Nueve

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Le había dicho a Byul que no buscaba impresionar a nadie, pero, cuando me ofreció su brazo, lo acepté. Me ayudó a llegar a un emplazamiento más seguro y me dejó sobre una gran viga de madera, luego se arrodilló e inspeccionó la herida de mi muslo.
La batalla ya casi había concluido. El humo se elevaba hasta llegar a los primeros signos de estrellas y el círculo Illye se vació a medida que las princesas emergían de su protección.
Byul arrancó un pedazo de mi vestido y lo presionó contra la herida para detener el flujo de sangre. Apreté los dientes e hice una mueca.

—Lo siento —suspiró mientras me tocaba con suavidad la rodilla—. Hay que limpiarte la herida. Es bastante profunda. También necesitarás puntos.

—¿Eres tonta? —Me sujeté la cabeza, mareada por la pérdida de sangre
—. Bésame y ya está.
Byul se echó hacia atrás y frunció el ceño.

—De verdad que deberías limpiar la herida primero, princesa.

Era solo un simple Beso curativo, pero no estaba de humor para discutir con ella, así que, cuando pasó un príncipe, lo detuve.

—¿Suho? —dije. Él se detuvo.

—Princesa Yongsun.

A su lado había una mujer joven con el vientre hinchado. Sus mejillas estaban cubiertas de manchas, sus lágrimas habían dejado regueros limpios a través del hollín y la ceniza. Seguramente había sido una víctima del ataque, pero parecía haber escapado casi ilesa, salvo por un corte en el brazo y, dado que obviamente estaba embarazada, era un milagro doble.

Le hice señas a Suho para que se acercara y, sin dudar, presionó sus labios contra los míos. Su magia se elevó, fuerte y estable, como el galope de un caballo, y se encontró con la mía. Pronuncié el hechizo de curación en mi cabeza y la herida en mi muslo, y los cortes en mi brazo, hombro y costillas sanaron limpiamente. Aunque me sentí mucho mejor, deseé que el Beso curativo también repusiera la sangre, pero tendría que esperar a que mi cuerpo la produjera.
Con los últimos rescoldos del hechizo, tomé el brazo de la mujer, coloqué mis labios sobre su herida y esta se curó al instante.

—Gracias, princesa —dijo.

—De nada. Has tenido mucha suerte de salir viva con solo un rasguño. Suho se inclinó para susurrarme al oído:

—Ha sido un puñetero milagro. La encontramos bajo los escombros de una casa que se derrumbó, con los cadáveres del resto de su familia. Debería estar muerta.

Cuando se fueron, le recé una rápida plegaria a Kim para que la pobre chica no tuviera que criar sola a su bebé.
Volví a mirar a Byul, que estaba observando cómo Suho y la chica embarazada se alejaban con las cejas arqueadas y la mandíbula tensa, una expresión que contenía tanta ira como de alguna manera… ¿arrepentimiento?

Antes de que pudiera preguntarle por ello, ya había desaparecido en los últimos vestigios de humo.
Después de asegurarme de que todas las criaturas habían sido asesinadas y de que Sooyoung prometiera llevar a Yongkeey de vuelta a los establos, me llevaron al castillo a lomos del caballo de Mino. Oleadas de furia emanaban de él mientras cabalgábamos, pero estaba demasiado débil para preocuparme.
Apoyé la cabeza contra su espalda, contenta de estar lejos del humo que hacía que me picaran los ojos y me quemaba la garganta.
Mino tuvo que bajarme de su caballo y Wheein me ayudó a subir los escalones de piedra del Salón de los Ancestros con el resto de los Reales, que se dirigían hacia allí sin parar. La mayoría se desvió hacia los pasillos occidentales, donde se limpiaban, trataban sus heridas y descansaban antes del banquete de celebración. Cualquier victoria era motivo suficiente para celebrar en aquellos días.
Yo anhelaba con todas mis fuerzas seguirlos, pero, cuando noté que Wheein me guiaba hacia el centro de la sala, adopté una postura más erguida y dejé de apoyarme tanto en ella para prepararme para un sermón de los magos maestros. Lo más seguro era que mi actuación en solitario y el rescate de Byul hubieran llegado a sus oídos.
Sin embargo, lo que vi en la plataforma elevada al fondo del salón me dio ganas de dar la vuelta y enfrentarme a una docena enanos en su lugar.
En medio del Consejo, Kangjoon, Hani, Byul y el mago maestro, había una mujer con cabello largo y oscuro y un vestido granate. Dejó de hablar con el maestro Choi en cuanto me vio y sus ojos se entrecerraron.
Los huesos bajo de mi piel se congelaron como si acabara de tragar carámbanos de hielo.

La Princesa y La Hereje (Adaptación Moonsun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora