{39} ALZAR EL VUELO (Final)

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—Has venido—logró decir, después de unos segundos

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—Has venido—logró decir, después de unos segundos.

Ella por fin, le miró.

Esa hermosa mirada esmeralda, antes llena de vida, y ahora acaparada de tormentos y acechada por mil demonios. Sin embargo, la conocía tan bien, que con tan solo mantener sus ojos en los de ella unos segundos, tuvo muy claro el motivo de su presencia allí.

Antes de llegar tenía muy claro lo que debía decir, pero al encontrarse frente a frente con Kade, mirándola con esos profundos y brillantes ojos cafés, se vio incapaz de llevar a cabo su cometido.

Él solo la contempló, manteniéndose en silencio unos segundos. Pensativo. Se apartó, por fin, del marco de la puerta.

Victoria lo tomó como una invitación, y avanzó unos pocos pasos, los suficientes como para entrar en el apartamento.

Al ver la vacilación en ella, Kade supo que debía ser el fuerte de los dos, no podía romperse ahora. Debía hacerlo por ella. Había sido egoísta, aferrándose. Así que ahora debía estar dispuesto a dejarla ir si era lo que Victoria deseaba.

—¿Has venido a terminar con esto?—preguntó Kade, con miedo de escuchar su respuesta.

»Vamos, dilo.

—Este es el final. Nuestro final, Kade.

Kade soltó todo el aire que contenía en sus pulmones y cerró los ojos para encajarlo. Asintió a pesar de sentir que se ahogaba.

Jamás pensó que un corazón roto, se llamara de este modo porque de verdad se sentía como si alguien te lo hubiera arrancado del pecho.

El chico no supo que responder, por lo que agachó la cabeza y contuvo el caos de emociones que Victoria provocó en él. La perdía, la estaba perdiendo, si es que no la había perdido ya. Tal y como pensó que sucedería en cuando ella lo supiera.

—A menos que me digas que no es cierto—pidió Victoria, acercándose un paso hacia él—. Dime que nunca lo supiste y te juro que voy a creerlo.

Podía notar la esperanza en su voz, aunque más que esperanza, podría llamarlo desesperación. Sentía como si se estuviera aferrando a un clavo ardiendo.

Kade se pasó la mano por el rostro, incapaz de mentirle. Sabía que en el momento en el que hablara, ese hermoso sueño que habían compartido, iba a desaparecer. Por lo tanto, ante su pregunta, no pudo mirarla a los ojos y decirle que sí.

—No puedo...

Había llorado tanto, que estaba vacía. No sentía nada más que dolor. Dolor por la muerte de Tom, pasaban los días y la culpa la asfixiaba. Dolor al pensar en Tristán, porque sabía que jamás podrían volver a mirarse a la cara sin recordar ese momento.

Quería hallar un botón de apagado y dejar de sentir.

—Puedo con todo esto. Pero tú no puedes fallarme, Kade. Por favor, tú no. Necesito que me des una explicación, que me mientas de nuevo... dame una excusa para no hacer lo que he venido a hacer esta noche.

Dulce Mentira (+18) [Borrador] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora