{31} EL CUMPLEAÑOS

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Cuando Victoria entró en casa a media mañana, supuso que solo coincidiría con Ana o con Marta

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Cuando Victoria entró en casa a media mañana, supuso que solo coincidiría con Ana o con Marta. Últimamente no las veía mucho, para evitar discusiones, intentaba no pasar mucho tiempo cerca de su padre.

—Escucha...

Reconoció la voz de Abel desde la entrada. Eso la sorprendió. Abel no había planeado su mudanza, pero aprovechando que Álex necesitó el piso y se quedó con él, la mayoría de sus cosas estaban ahora en el piso y nunca dormía en la residencia de los Medina.

Caminó en dirección a la cocina para encontrarse a su padre discutiendo con su hermano. Julián estaba insoportable últimamente, no se le podía decir nada, porque estaba muy irritable. Desde que Abel había sido expulsado de la empresa, sabía que esta no iba bien. Los inversores empezaban a quejarse y a presionar, Julián necesitaba una buena asociación con otra empresa para permanecer a flote.

—No, escúchame tú. ¡No pienso permitir que avergüences a esta familia! Vas a arruinar mi maldita empresa...—le reprochó su padre, pasando una mano por su cabello.

Tenía los ojos enrojecidos por las noches sin dormir, haciendo cuentas. Estaba agotado, había unas profundas ojeras bajo sus ojos y había perdido mucho peso.

—¿¡Yo!? ¿Avergonzar a la familia? Tú eres el único que lo haces—respondió Abel, con furia—. Con tus acciones y tus palabras, nos avergüenzas.

—No es cierto. Intento proteger la imagen de la empresa y la familia—puntualizó Julián—. Así que, ahora mismo, vas a llamar a Sara, le vas a pedir disculpas y vas a volver a poner en marcha los preparativos de la boda.

Abel soltó una fuerte carcajada.

—¿Todavía no te has enterado, no? Tú. Ya. No. Mandas. Si he venido, ha sido porque me has dicho que era una emergencia, pero si por mí fuera, jamás volvería a pisar esta casa. Me has echado de la empresa. No te de debo nada. ¿Me oyes? ¡Nada!

Victoria permaneció en el marco de la puerta. Abel estaba diciéndole verdades en la cara a Julián, así que se quedó quieta. Ninguno de los dos, le prestó atención. Estaban demasiado absortos en su discusión.

—Soy tu padre.

—Exacto. No eres mi casamentero, ni mi jefe, ni mi dueño, por lo tanto, no vas a decidir sobre mi vida nunca más, viejo.

—Si lo tuyo con ese chico se hace público... será mi ruina.

Se acabó. Ahora sabría lo que es bueno. Llevaba semanas callada, aguantando sus reproches, sus malas palabras. Debía admitir que seguía dolida por su conversación en la comisaría y por el hecho de que no viniera a su exposición.

—Eso lo crees tú. Porque eres un homofóbico—intervino Victoria, haciendo que ambos repararan en su presencia—. Pero la verdad, es que a nadie le importa con quién salga mi hermano, porque la gente normal, vive su vida y no mete las narices en la vida de los demás.

Dulce Mentira (+18) [Borrador] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora