{2} LA CHICA DEL CORAZÓN PERDIDO

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—¿Se sabe algo? —preguntó él con un café en sus manos

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—¿Se sabe algo? —preguntó él con un café en sus manos.

Elena Medina negó con la cabeza mientras aceptaba el café que el chico le ofrecía. Luego, sin decir nada más, se alejó de ellos y se sentó en una de las sillas de la sala de espera.

—Le debes una disculpa—dijo Abel con un hilo de voz.

Hacía apenas unas horas, Kade D'Ángelo volvió a casa de los Medina. Justo cuando se habían marchado todos los invitados de la fiesta. Entró en la cocina y recuperó su billetera. Al marcharse a toda prisa después de la discusión, se la había olvidado. Así que cuando se dio cuenta, regresó y esperó a que la gente se fuera para poder entrar sin que nadie le viera.

Pero Elena Medina lo hizo.

—¿Qué te crees que estás haciendo aquí? Si no te marchas ahora mismo, llamaré a la policía.

—No te preocupes, créeme que este es el último lugar en el que quiero estar. Solo he venido a por mi billetera.

Después de eso, Kade desapareció por la puerta trasera de la casa mientras ella no se movía del umbral para asegurarse de que se marchaba.

Fue pocos minutos después, cuando Elena ya estaba en la zona del jardín supervisando que todos los camareros estuvieran haciendo su trabajo, que le vio regresar con su hija inconsciente en brazos. Victoria tenía la falda rasgada y parecía golpeada. Su brazo derecho tenía un enorme arañazo. Por un momento creyó que la habían atropellado.

—¡Llama a una ambulancia! —había gritado Kade sin soltarla.

Ella no llamó. Le temblaban los dedos y no conseguía marcar el número. Se le empañaron los ojos, así que ni siquiera vio quién le quitó el móvil de las manos y llamó en su lugar.

La ambulancia no tardó en llegar.

Después de eso, no supieron nada más del estado de la joven. Su madre subió con ella al vehículo, pero al llegar al hospital se la llevaron de su lado. Alguien la había agredido y de no ser por ese camarero, tal vez lo hubiera conseguido. Estaba en deuda con él.

Abel y Julián Medina llegaron a los pocos minutos y se reunieron con ella. Pero lo que no esperaba, es que Kade D'Ángelo, decidiera quedarse con ellos también. No habló mucho, pero no se marchó.

—¿Familiares de Victoria Medina? —preguntó un doctor que entró en la sala.

Los cuatro se levantaron de golpe y se acercaron al doctor para escuchar novedades por primera vez desde que llegaron allí.

Abel parecía completamente perdido, la señora Medina se abrazaba a su marido y unas lágrimas silenciosas se deslizaban por sus mejillas.

—Está bien, pero va a estar dormida unas horas. La vamos a tener un par de días en observación porque ha tenido una fuerte contusión, por lo demás, todo está bien—les informó.

Dulce Mentira (+18) [Borrador] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora