{3} RECOGER LOS PEDAZOS

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Durante el primer día en la universidad, Victoria no habló con nadie

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Durante el primer día en la universidad, Victoria no habló con nadie. No era de extrañar porque siempre había sido así.

El primer año estaba cerrada a conocer gente, creía que tenía suficientes amigos en la escuela de arte, y el segundo, intentó conocer a algunas chicas de su curso, pero no encajaban con ella.

El claxon de un coche la sacó de sus pensamientos. Tristán la saludó con el brazo y ella no pudo ocultar su sorpresa.

—¿Qué haces aquí? —preguntó cuando bajaba la ventanilla.

—Vamos, sube, rubita. Vamos a ir a Ángelo con los demás, no puedes seguir ignorándonos de por vida—contestó su amigo jugando con su séptum y dándole vueltas.

—Pero mi hermano...

—¿Tu hermano tenía que venir a buscarte? Ya, bueno es que él sí que parece recordar lo que es un móvil, preciosa. Así que le he llamado. Sabe que estoy aquí.

La chica subió al coche al ver la cola de vehículos que estaban creando. Abel se había empeñado en que ella no condujera ese día y la llevó por la mañana.

Tristán le sonrió y arrancó el vehículo. Su amigo llevaba los brazos cubiertos de tatuajes. Algunos de ellos, los había diseñado él mismo, otros los habían diseñado sus amigos. Pero su favorito, sin duda, era el que había diseñado Victoria. Era un lobo que ocupaba su pectoral derecho.

—¿Cómo estás?

—Nunca había estado mejor.

Tristán sonrió, aunque la sonrisa no llegó a iluminar sus ojos azules.

—Sabes que si quieres hablar...

—No hace falta.

Él decidió no insistir, pero encendió la radio porque sabía que era algo que a Victoria le encantaba, aunque a Tristán le pusiera de los nervios.

Habían sido amigos durante siete años. Así que se conocían bien. Todo el grupo habían aprendido a pintar juntos, Rebeca acabó inclinándose por el diseño y la moda. Tristán estudió para convertirse en tatuador. Y los mellizos, Carlos y Gina, hacían esculturas juntos.

—¿Qué tal el primer día? —preguntó Tristán iniciando la conversación.

Victoria agradeció el cambio y empezó a contarle su día, no era muy interesante pero su amigo le escuchaba como si lo fuera.

—¿Qué tal vosotros?

—Yo solo puedo ir a la escuela de arte por las tardes ahora, el estudio está hasta arriba por las mañanas y tengo que estar allí. Los mellizos siguen pasando el día allí, si no están en su estudio o hacen alguna exposición. Y Beca, va un poco por libre, como siempre. Podrías venir ¿sabes?

—No creo que a mi padre le parecía una buena idea—se limitó a contestar ella.

El resto del trayecto, lo hicieron con el sonido de la música de fondo. Al llegar, bajaron del vehículo y Victoria se sintió nerviosa.

Dulce Mentira (+18) [Borrador] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora