{9} SECRETOS DE MEDIANOCHE

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Había pasado la tarde encerrada en el estudio

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Había pasado la tarde encerrada en el estudio. No había terminado ni de lejos el encargo, pero tampoco tenía prisa ni una fecha límite. Solo había empezado a hacer el esbozo de lo que terminaría siendo la obra para ver si le convencía.

Finalmente había encontrado algo que le parecía bien y decidió empezar a elegir los colores y los tonos que tendría la obra.

Se dirigía a su habitación para tomar una ducha y luego vestirse para salir. A las ocho vendría Kade a buscarla, si no se había olvidado, claro. No sabía cómo sentirse al respecto. Ese juego que compartían, de ofenderse mutuamente y de burlarse el uno del otro, era estimulante y entretenido.

No podía negar que cuando estaba con él, lo pasaba bien. Casi lograba olvidar lo mucho que odiaba todo, porque solo se centraba en ese momento presente.

Era estúpida porque tal vez no debería sentirse de ese modo, pero no podía evitarlo.

—Victoria—la interrumpió una voz mientras ella volvía a su habitación.

—¿Sí?

Julián Medina la miraba fijamente en la mitad del pasillo y con una expresión que dejaba claro que en ese momento no se encontraba contento.

—Toda la tarde encerrada en el estudio—dijo en forma de afirmación—. ¿No tenías trabajo de la universidad?

Sí. Y bastante.

—No. Ya lo he terminado.

Nunca se atrasaba en su trabajo, pero desde que había empezado el curso unas semanas atrás, se le hacía un mundo abrir esos libros y ponerse a trabajar.

—Eso espero porque no quiero que pierdas de vista tus prioridades. Esto de pintar está bien para pasar el rato, pero si me entero que se te va de las manos, despídete de la escuela de arte. No voy a permitir que mi hija termine bajo un puente muerte de hambre.

Sus palabras fueron claras y no podía negar que dolieron por algún motivo.

—Vale, padre.

—Ahora vete a estudiar.

—Yo... tengo que salir hoy—lo dijo sin fuerza, llena de duda y odiaba siempre hacer eso cuando hablaba con su padre.

—Bueno pues eso no va a ser posible.

Tengo veintiún años. ¡Dilo! ¡Habla! No puede hacerme esto.

—¿P-por qué?

Aún de sintió más estúpida al preguntarlo en ese todo.

—Porque tienes que estudiar. En la universidad no es suficiente estudiar unos días antes del examen. Debes llevar el temario al día, y como has pasado toda la tarde pasándolo bien, ahora te toca trabajar.

—Estoy cansada. He estado trabajando.

La risa de Julián resonó por todo el pasillo oscuro y una sensación inquietante la recorrió de pies a cabeza. Victoria sintió que se sonrojaba y una sensación primaria y salvaje se instalaba en su pecho.

Dulce Mentira (+18) [Borrador] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora