{17} BAJO LAS ESTRELLAS

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¿Nadie? ¿Quién es nadie? ¿La policía, su família, sus amigos? Le temblaron las manos pero consiguió escribir una respuesta a ese número

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¿Nadie? ¿Quién es nadie? ¿La policía, su família, sus amigos? Le temblaron las manos pero consiguió escribir una respuesta a ese número.

"¿Por qué quieren hacernos daño?"

Pero la respuesta nunca llegó. Notaba como su corazón se había acelerado. No podía hablar con nadie. Recordó los ejercicios que había estado practicando con el doctor Hernández, unos ejercicios de respiración para tranquilizarse. Pero en ese momento no le estaban sirviendo.

¿Por qué alguien querría hacerles daño? Ella jamás había hecho nada malo. Sollozó pensando en quién era esa persona misteriosa. ¿Debería avisar a la policía? ¿Hablar con Abel?

Necesitaba aire. Respirar. Sentía que se ahogaba, así que se apresuró en abrir la puerta de la terraza y salió dejándose caer de rodillas.

—Señorita—alguien la llamó desde el jardín.

Parecía la voz de un hombre.

Pero ella no podía pensar.

Solo necesitaba aire.

Porque podía morir. Porque podían intentar matar a un miembro de su familia en cualquier momento. Porque podían intentar abusar de ella en un callejón oscuro. O podían intentar matar a su padre en una cama de hospital. O podían atropellarle con otro coche. O volver a entrar en su casa.

Las posibilidades eran infinitas.

No podían estar a salvo.

No podía confiar en nadie.

—¡Señorita Medina! ¿Se encuentra usted bien?—gritaba el hombre desde el jardín.

Abrió los ojos pero no vio a nadie. No lograba enfocar la vista. Estaba sufriendo un ataque de ansiedad.

No era el primero que vivía pero... aún así le daba la sensación de que se estaba muriendo.

De que el aire no alcanzaba sus pulmones.

Escuchó como se abría una puerta. ¿La puerta de su habitación? Alguien entró corriendo y notó como alguien la abrazaba con fuerza.

No. No la abrazaba. Estaba sujetándola, porque ella se estaba golpeando contra la puerta una y otra vez. Aunque no sentía el dolor. No sentía nada más que la falta de aire.

—Ai...re.

—Puedes respirar. Tienes aire. Muchísimo aire, todo el que quieras. Pero debes permitir que entre en tus pulmones. Haz respiraciones largas y tranquilas.

Escuchó a la voz y se hundió en un pecho cálido. Por algún motivo le daba tranquilidad. Intentó hacerle caso, inspiró su aroma a perfume masculino y después sacó el aire.

Dulce Mentira (+18) [Borrador] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora