{28} MARCOS

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Estaba tensa

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Estaba tensa.

Comprobó la dirección que se le había mandado unas cinco veces antes de llamar a la puerta. El portero la había dejado pasar. Ya sabía que vendría, pero eso no ayudaba a sus nervios.

Finalmente, logró reunir el valor suficiente para llamar. Escuchó pasos al otro lado, y unos segundos después, la puerta se abrió frente a ella.

—Hola—la saludó Abel, dedicándole una sonrisa triste.

Ella se la regresó, y caminó para poder abrazarle. Llevaba días sin ver a Abel. Había estado con Álex y su madre en el apartamento desde la muerte de Pablo.

Laura quiso regresar a su casa al día siguiente, cuando la policía se marchó del lugar, pero lamentablemente, la prensa estaba enterada del caso y buscaban con desesperación, poder entrevistar a los dueños de la casa.

Eso le impidió regresar, y por ello, pasaba el día encerrada en la habitación de invitados del apartamento de Abel. No comía ni hablaba con ellos, y eso estaba consumiendo los nervios de Álex.

—¿Qué tal todos en casa?—preguntó Abel, aún estrechando a Victoria entre sus brazos.

—Bien. Aunque te echo de menos—murmuró ella, en respuesta.

—Yo también—aseguró su hermano—. Pero no puedo dejarles solos ahora. Lo están pasando muy mal.

—¿Y el trabajo?

—Padre me ha echado—admitió Abel, provocando que Victoria se separara con brusquedad y soltara un jadeo sonoro por la sorpresa.

—¡¿Qué?!

—Vamos, enana, sabíamos que quería hacerlo—la tranquilizó Abel—. No importa.

—¿Qué no importa? ¡Claro que importa! Estás sin trabajo, padre no tiene escrúpulos.

—Aprovechó que llevo unos días faltando por cuidar a Álex y a su madre, y me echó.

—Que hijo de...

—Eh. No insultes a la abuela. No tiene culpa de que su hijo sea medio tarado—la detuvo Abel, sacándole una, casi imperceptible sonrisa.

—A lo mejor se le cayó de la cuna de pequeño.

—Varias veces—puntualizó una voz a sus espaldas.

Victoria se dio la vuelta para encontrarse con un adorable Álex en pijama. Llevaba el cabello desordenado y parecía medio adormilado. Sus ojos estaban hinchados y rojizos, como si hubiera estado llorando hasta quedarse dormido. Llevaba una barba corta, de no haberse afeitado desde la noche del asesinato de su padre.

Pero incluso con todo esto, él forzó una sonrisa para Victoria.

Ella no pudo evitarlo y se lanzó a sus brazos, le rodeó con fuerza y sin decir nada. Al principio, Álex pareció desorientado, pero después reaccionó y le abrazó de vuelta.

Dulce Mentira (+18) [Borrador] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora