{11} VESTIDO ROJO

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El jadeo de sorpresa que soltó, quedó ahogado entre sus labios irremediablemente

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El jadeo de sorpresa que soltó, quedó ahogado entre sus labios irremediablemente. La parte racional de si cabeza que le decía que debía apartarse, se desconectó por completo haciendo que sus instintos tomara el control. Notó como la lengua de Kade se deslizaba con destreza al interior de su boca mientras sus brazos le rodeaban la cintura apresándola contra él. Todavía sujetaba los documentos en sus manos y los notaba en su espalda.

Cuando se adaptó al momento y salió por fin de su sorpresa, movió sus manos y las apoyó en su nuca a medida que el beso se volvía más intenso y sus movimientos se acompasaban. Estaba ebria de él, de su toque, de su sabor, todo en Kade D'Ángelo era caliente y en ese momento notaba como sus mejillas estaban ardiendo junto con el resto de su cuerpo. Era inevitable sentirse así frente a alguien que besaba de forma tan arrebatadora. Una agradable sensación placentera recorría su cuerpo y la hizo sentir como si estuviera en una nube. No era el primer beso entre ellos, pero cada vez que lo hacían era mejor, no se imaginó cansarse nunca de eso. Era como una droga, la más peligrosa de las adicciones.

—¿Qué estamos haciendo?—preguntó Victoria interrumpiendo el beso, aunque no se separó más de unos escasos centímetros de su boca.

Kade abrió los ojos oscurecidos mostrando unas pupilas dilatadas que la observaban con deseo.

—No tengo ni idea, princesita.

La magia se desdibujó entre ellos y la realidad golpeó de nuevo con fuerza. De mala gana se separaron. Victoria quitó las manos que tenía apoyadas en su nuca y él retiró las suyas de su cintura.

—Debes dejar de llamarme así—murmuró bajando la mirada.

—Eso no va a pasar.

Sonaba confiado, y cuando le miró, una media sonrisa apareció en su rostro. Le hacía lucir tan irresistiblemente ardiente que solo lograba pensar en el toque de su cuerpo sobre el suyo y por mucho que quisiera despejar esos pensamientos, no lo lograba.

—Será mejor que te vayas, tu y yo solos en una habitación... no es una buena idea en este momento.

Admitir eso era como ponerse un cartel en la frente diciendo que estaba excitada por el beso. Aunque eso no era una sorpresa, porque sus labios se sentían hinchados y podía jurar que estaban enrojecidos, su respiración era un desastre e incluso su ropa interior era un desastre en ese momento.

—¿Por qué no? Yo creo que es una muy buena idea, la más genial de todas.

Claro que lo era. Encerrarse en esa habitación y no volver a salir hasta haberse saciado el uno del otro, era el mejor plan que podía aparecer en su mente.

—Kade... hablamos de esto. Tú mismo lo dijiste, lo que quiera que sea esto, simplemente no funcionará. Será mejor que no compliquemos las cosas.

—Tienes razón—murmuró después de unos segundos sin decir nada.

»Pero te veré mañana, y no puedo esperar para ver como te queda ese vestido rojo.

Dulce Mentira (+18) [Borrador] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora