{10} NO PUEDE VOLVER A PASAR

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—Debería

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—Debería... debería volver a casa—divagó Victoria sin separarse ni un milímetro de él.

Kade dejó escapar un sonido ronco casi inaudible desde el fondo de su garganta. Su intensa mirada estaba clavada sobre ella, como si mil pensamientos estuvieran rondándolo inevitablemente.

—¿Kade?

El chico volvió a la realidad y asintió permitiendo que quitara las piernas de su cintura. Se hundió una vez más en el agua y cuando salió, se encaminó en silencio hacia la orilla.

Victoria le contempló de espaldas y se mordió en labio inferior cuando notó todos los músculos que se le marcaban en la espalda, sus hombros anchos... tomó una profunda respiración y salió del agua.

Kade no se dio la vuelta, tomó su ropa y caminó hasta la camioneta.

—Deberías quitarte esa ropa mojada—murmuró él—. Puedes hacerlo dentro de la camioneta para que nadie te vea.

Ella asintió y entró en el vehículo. Kade se colocó de espaldas. o eso parecía. Mientras se despojaba de su ropa interior, se colocó la ropa seca encima. No le molestaba no usar ropa interior, y como llegaría pronto a casa, tampoco era un problema.

Se giró para avisar a Kade de que ya había terminado, pero se le cortó de golpe la respiración al ver que él no se había molestado en entrar a la camioneta para quitarse la ropa. La vista de su trasero desnudo la golpeó sin previo aviso. Todo su cuerpo parecía sacado de un paraíso, tal vez debería haber apartado la mirada, pero no podía. Se puso la ropa seca demasiado deprisa para su gusto y cuando vio que se giraba, fingió estar mirando al frente.

—¿Lista para irnos?—preguntó cuando se sentó en el asiento del conductor.

—Sí.

Arrancó el motor en silencio. Los ojos de Victoria se volvieron pesados y notó por primera vez en toda la noche lo cansada que estaba. Sabía que el trayecto duraba alrededor de media hora, y aunque quiso mantenerse despierta, su cuerpo le pedía que descansara. El reloj digital del coche marcaba las tres y media de la mañana. Decidió cerrar un segundo los ojos, pero ese segundo se alargó y quedó profundamente dormida.

***

Sus labios seguían tibios y notaban en contacto de los de Victoria. Todo el camino fue un suplicio en el que sus pensamientos tomaron en control y le abrumaron por completo. Tal vez no debería haberlo hecho, había muchos motivos por los cuales debía alejarse de ella, debía mantener las distancias y sin embargo, no hacía más que buscarla.

No era ella, era él.

Era error suyo y no podía permitirlo. Tenía que ser fuerte y no arriesgarse a hacerle daño ni a ella ni a sí mismo.

Aparcó a unos metros de la casa de los Medina para que nadie pudiera ver el coche. Las cuatro y dos minutos de la mañana.

Suspiró cuando volteó su cara y vio a la chica durmiendo en el asiento del acompañante. Algunos mechones rubios caían desordenados por su rostro, pero tenía el ceño ligeramente fruncido, como si sus sueños no estuvieran siendo especialmente tranquilos.

Dulce Mentira (+18) [Borrador] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora