Capítulo 50

42.4K 2.4K 183
                                    

Eros

    <La verdad es que creí que exagerabas cuando dijiste que era un auténtico huracán la Srta. Smith. Maldita sea Cook estás completamente jodido por esa mujer y es entendible, cualquier hombre en tu posición estaría igual, creo que lo que mi secretaria omitió es que el que no pudo evitar enamorarse eres tú.>

    El mensaje de Travis me hace soltar un gruñido de enfado y lanzar el móvil contra el sofá de la sala, no más poner un pie dentro de mi apartamento y ya estoy furioso hasta los huesos. No fue suficiente tortura resistir a mis instintos posesivos durante casi toda la semana como para también tener que soportar que le ande regalando sus sonrisas y permita que el maldito turco la manosee y la bese delante de mis narices.

    Luego creí que la balanza se inclinaba un poquito a mi favor al ver que se estaba poniendo roja de los celos al ingresar en la sede de Interpol, pero ni siquiera la sensual secretaria de Trav pudo con ella, en cuanto se le dio por tratarla como a una niña ya sabía que sería imposible parar la tormenta que se generó en torno a sus ojos, he aprendido que cuando se enfurece adquieren un tono verde militar.

    Era obvio que Travis iba a consultar las cámaras de seguridad del ascensor, y debe haberse descostillado de la risa con lo que le dijo y con la indirecta que me lanzó también a mi, porque si, todo lo que se dice puertas adentro de Interpol es grabado a detalle.

    -Señor Cook, volvió más temprano hoy, ya mismo le preparo algo para cenar.- dice Alice interrumpiendo mis pensamientos.

    -Gracias pero no tengo hambre Alice, iré a darme una ducha.- le digo y desaparezco en mi habitación.


    Unos largos treinta minutos después, salgo de la ducha y me pongo unos simples pantalones de chándal sin remera arriba porque a pesar de la ducha fría no conseguí calmar el fuego que bulle en mis venas. Sé que algo trama, ella no pediría su expediente solo por curiosidad y eso es lo que más me preocupa porque no sé con qué nos va a salir dentro de dos días cuando tenga que ir a ver al ruso.

    Salgo de la habitación y me golpea directamente en mis fosas nasales el delicioso aroma de la comida casera de Alice, y lo quiera o no, mi estómago responde con una audible queja por tenerlo solo a café todo el jodido día.

    -Sabía que su estómago no podría resistirse al aroma de la pasta recién hecha.- dice Alice con una sonrisa de satisfacción cuando me acomodo en la barra frente al plato humeante de comida caliente.

    -Gracias Alice, siempre sabes lo que necesito incluso antes que yo mismo.- le digo cuando empiezo a devorar mi plato.

    -Claro que lo sé, si lo conozco más que su propia madre.- dice seria.

    -Ese es un lugar que no cuesta mucho llenar, pero no quiero hablar de ella en este momento.- digo serio, la relación con mi madre nunca ha sido buena y luego de que ingresara en el ejército a los 18 años, ha dejado bien claro que no fue de su completo agrado cuando perdió todo tipo de contacto conmigo desde entonces.

    -¿Entonces de qué quiere que hablemos?- me dice tomando asiento del otro lado justo enfrente de mis ojos.

    -La verdad es que no estoy de ánimos para hablar de nada.- le digo desviando la mirada a mi plato.

    -Como bien dijiste hace un momento, sé lo que necesitas antes que tú y te puedo asegurar que estás pidiendo a gritos desahogarte con alguien.- dice seria y por más que no sea mi madre, tengo que confesar que cuando esta mujer habla en serio si que mete un poco de miedo.

    Soltando un largo suspiro comienzo a relatarle lo frustrado que me siento por tener que luchar constantemente con el deseo de tenerla cerca y querer alejarla a la vez, lo que me provoca verla con otro hombre y lo lejos que estoy de poder sacarla de mi cabeza para dejar de confundirla.

Mi GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora