Capitulo 34

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Eros


    Llaman a la puerta de mi apartamento y es sumamente raro ya que no recibo visitas porque casi nadie sabe dónde vivo. Debe ser Alice aunque le dije que se tome vacaciones obligatorias, llevo 3 meses encerrado sin siquiera salir a la calle.

    Me quedo de piedra al verla ahí de pie en la puerta de mi casa, por dentro grito, grito de la emoción pero por fuera me hago el fuerte como si no me temblara el corazón. Le pregunté qué le pasa, ¿por qué está tan rara? y aunque no me contesta, me conformo con ver su cara. Quiero sentir su suave piel, sus dulces labios, su olor y su sabor incomparable, pero no puedo moverme.

    -¿Qué me pasa? Me siento tan raro al verte aquí en mi casa... Siempre quise tener la oportunidad de poder hablarte una vez más, no te dije que te amaba aunque mi corazón fue testigo. Sé que me fui una madrugada y te quité todo, te perdí por mis propias manos, fue mi culpa y ahora sufro solo...

    Te desvaneces con el sol, no eres humana, eres un sueño que me rompe el corazón en la mañana. Por las noches en mis sueños puedo verte conmigo, vivo al fin un cuento de hadas que aunque falso, es suficiente.

    No me importa cuanto duela despertarme, igual me duele todo y cada segundo del día estás presente. Me acuerdo de todo, la noche perfecta en mi habitación, me llueven más de un millón de recuerdos juntos y me ciegan, yo te amo, te amo tanto que me quema. Ya no quiero despertarme, la vida sin ti ya no tiene sentido, prefiero vivir de noche y sentir que no te he perdido...

    Soñando voy a tenerte hasta que se acabe mi vida, prefiero morir soñando, que vivir con tu partida...


    Termino de recuperar la conciencia y decido levantarme de la cama, mi mente me está volviendo loco, ya no sé cómo enfrentarme a la situación, dejarla fue la decisión más dura de mi vida, pero ya no puedo controlar más mi cabeza, me volví completamente loco cuando leí su expediente médico, fue pura y exclusivamente culpa mía que tuviera signos de diversas contusiones en el cuerpo, cortes por ataduras en sus muñecas y pies, y cuando llegué a las evidencias de abuso sexual, mi mundo se detuvo por completo.

    Me sentí morir por dentro, le fallé, le prometí que a mi lado estaría a salvo y no fui capaz de cumplirlo.

    Ese maldito hijo de puta de Nikholay, si me hubieran permitido acercarme lo habría terminado de matar con mis propias manos, pero no me lo permitieron. El muy perro solo tuvo una herida de bala en su hombro derecho cuando le disparé a través de la puerta, de haber sabido en ese entonces las cosas que le había hecho habría apuntado mi arma uno centímetros más al centro para darle en el corazón o directamente lo habría matado de un solo disparo entre los ojos por atreverse a hacerle daño a Katherine, solo con imaginar sus manos en su cuerpo me hace sentir enfermo.

    No es suficiente consuelo que Alexander y su esposa me agradezcan por devolverles a sus hijas con vida. Me quedé horas sin moverme de la sala de espera hasta que la sacaron de cirugía. Mientras todavía estaba bajo los efectos de la anestesia me dejaron despedirme y luego tuve que marcharme, no lo pude soportar, no supe cómo pedirle disculpas. Desde entonces mi vida se derrumbó.

    Nunca pensé que una sola mujer me podría llegar a consumir tanto la vida como lo hizo ella, nunca creí que fuera posible que se sintiera algo tan fuerte por otra persona, pero aquí estoy, revolcándome en mi propia mierda por haberme alejado de la mujer más valiosa de mi vida.

    Pero le hice una promesa mientras la sostenía en mis brazos y presionaba su herida para detener la hemorragia que la estaba matando, le prometí que si resistía me alejaría y no volvería a molestarla.

Mi GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora