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Gin:

— ¡No estamos avanzando nada! —me quejé, rodando los ojos— ¡Necesitamos saber rápidamente quien es Hunter y que desea!

—Llevas 10 minutos repitiendo lo mismo—me regañó Jade— ¿Podrías callarte un poco?

—Son 11 minutos más exactamente—corrigió Hagane—Pero Gin tiene razón, no podemos quedarnos de brazos cruzados sin hacer nada.

— ¿Y si volvemos a la sociedad de poder? —cuestionó Testu, mirándonos con curiosidad.

—Quizás sea una buena idea—asentí— ¿Dijiste que Johann está ahora en el infierno? —le pregunté al caballito.

—Exacto—asintió Jade—Esta con David, intento reunir información de las personas que han vuelto al infierno.

De golpe, Hagane se puso de pie, con los ojos desorbitados. Todos lo miramos con confusión, hasta que pocos segundos después se giró para mirarnos.

— ¿Estás bien? —le preguntó Jade, mirándolo con desconfianza—No me digas que estas endemoniado.

— ¿Johann puede hacer eso? —cuestionó Testu con interés.

—Lo hizo un montón de veces—suspiró Jade—Le dije una infinidad de veces que no lo haga, pero no quiere escucharme.

— ¡Tengo que ir a La Sociedad de Poder ahora! —gritó Hagane, sacando su espada— ¡Alguien me puede dar una explicación a esto!

— ¿Quieres que te acompañe? —le pregunté, enarcando una ceja.

—No creo que quiera hablar si hay alguien conmigo—nos informó, abriendo un portal y saltando dentro.

— ¿A qué se refiere? —preguntó Testu cuando desapareció el chico.

—Creo tener una idea—susurró Jade, desviando la mirada—Hagane se los explicará más tarde.

Hiromi:

— ¿Enserio tenemos que hacer esto? —pregunté con voz temblorosa.

— ¡Solo cállate y deja de moverte! —se quejó Seijun, rodando los ojos—Y si sigues hablando se dará cuenta de nuestra presencia.

—Seguramente ya lo hizo—susurré, mirándola con las cejas levantadas—Estamos hablando de Ken, él es muy fuerte.

— ¡Mira, se está moviendo! —susurró Seijun, haciendo que moviera la cabeza—Me sigue sorprendiendo la facilidad y la rapidez con la que se mueve, aunque sea un anciano de no sé cuántos años.

Nos encontrábamos en el campo de batalla, observando al capitán general desde lo lejos sin que se dé cuenta. Estaba luchando contra un montón de oficiales, y sin siquiera utilizar su poder, solo con su espada, les ganaba por mucho.

A la decena de oficiales no les tomó varios segundos el caer al suelo, con la espada lejos de ellos. El capitán general los miró con una mirada penetrante, antes de apoyar su espada sobre su hombro y mirar el cielo.

—Parece que empezará a llover, será mejor que vayan a sus casas a abrigarse—les informó, sin mirarlos a la cara.

— ¡Sí, capitán general! —gritaron todos, poniéndose de pie, antes de dar media vuelta y alejarse.

El capitán general Ken se quedó varios segundos en esa posición, antes de suspirar y mover la mano, haciendo que su espada desapareciera. Después de eso, dio media vuelta también y empezó a alejarse. Seijun esperó varios segundos, antes de agarrar mi mano y tirar de mí, haciendo que empezará a caminar, agachado.

La Aventura del Zodiaco [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora