Tocó a la puerta con fuerza esperando hasta que esta se abrió.
—Ah, Sae —lo saludó el señor Kwon con su apariencia infantil, sonriente.
—Señor Kwon —respondió sorprendido. Los dioses no abrían las puertas, para eso estaban ellos.
—Amo, ¿cuántas veces os tengo que decir que no abráis la puerta? —lo regañó Suei cogiéndolo en brazos.
—No entiendo por qué, después de todo ahora ambos estáis ocupados y yo no tengo nada que hacer, así que ¿por qué no iba a abrir? Además, estamos en la ciudad celestial, no es peligroso.
—Eso no es una razón. ¿Qué pasaría si se extendiese el rumor de que vos mismo abrís la puerta? Si en lugar de ser Sae, fuese otro familiar, antes de mañana todo el mundo comentaría el tipo de sirvientes que somos, como no nos podéis controlar y, ¿cómo podría salir fuera de esta habitación entonces?
— Lo siento, no pensé en eso —se disculpó el señor Kwon mientras entraban con él siguiéndolos.
—Pues en tal caso, no lo volváis a hacer —le advirtió Suei severo dejándolo en unos cojines—. ¿Y bien? ¿En qué podemos ayudarte? —le preguntó volviéndose hacia él.
—¿Qué le ha ocurrido a Gae? —inquirió sorprendido al ver que estaba sentando en el suelo cubierto de golpes y cortes que parecían bastante dolorosos.
—Nada, no te preocupes. Para mañana apenas quedará rastro— contestó Suei regresando con Gae para coger una crema y comenzar a echársela.
—Esta tarde, cuando fueron a ordenar las cosas del almuerzo, regresaron así. Ambos se han negado a decirme lo que paso —le explicó el señor Kwon en voz baja y al oírlo, asintió. La única explicación era que alguien debía haber dicho algo sobre el señor Kwon, quizás un grupo, y Gae respondió o Suei se estaría burlando de él sin piedad y explicando lo ocurrido con todo lujo de detalles.
—Duele —se quejó Gae.
—No interrumpas las conversaciones de los demás —le advirtió Suei—. ¿Y bien? ¿Necesitabas algo? —lo azuzó.
—Traje un regalo para el señor Kwon —les explicó dándole la vasija a este—. Es ponche.
—¿Ponche? —repitió el señor Kwon emocionado mientras le brillaban los ojos y él asintió—. ¿Con alcohol? —Y cuando él volvió a asentir, el señor Kwon cogió un vaso sirviéndose.
—Tan solo espero que no se os ocurra beberlo cuando aún tenéis ese cuerpo infantil —le advirtió Suei a pesar de que estaba de espaldas centrado en Gae, haciendo que el señor Kwon se detuviese—. Y también espero que no crezcáis delante de Sae —añadió haciendo que el señor Kwon, que había empezado a hacerlo, se detuviese.
—Mejor voy a mi habitación —murmuró.
— No, no es necesario. Me despido aquí —lo detuvo él.
—Cierto. Mejor que estés cerca por si necesita algo —aceptó el señor Kwon.
—¿Necesitar algo? —Lo miró.
—¿Acaso no vas a ir a buscarlo?
—Me dijo que lo esperase en la habitación cuando acabase —respondió mirándolo y es que en teoría fue a hablar con los encargados sobre las alternativas que tenía a las mujeres humanas, por lo que no debería haber ningún problema a pesar de lo cual, de repente, tenía un mal presentimiento.
—Las órdenes que recibimos, no siempre son correctas —intervino Suei— Nuestras intuiciones, sí —añadió por lo que se despidió antes de marcharse a toda prisa dirigiéndose hacia la zona principal.
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Familiar
RomanceUn sirviente sin memoria que es una bola de un solo ojo. Un dueño que necesita una pareja humana para no morir. Lo único que Sae debe hacer, es evitar enamorarse de tu dueño y podrá vivir con su amo para siempre. Fácil, ¿verdad?