—Bienvenidos —los saludó aquella tarde al verlos. El señor Jeon había ido por enésima vez a buscar a Cath a la universidad tal y como era su costumbre ahora.
—Sae —lo saludó Cath sonriente.
—Lamento el retraso. Estuvimos en una cafetería que Cath quería visitar—se disculpó el señor Jeon entrando.
—Ya te dije que no hacía falta, no cuando Sae estaba esperando.
—Solo fue un café antes de pasar el fin de semana aquí encerrada y a Sae no le importa, ¿no es cierto? —le preguntó a él.
—Desde luego que no —negó devolviendo los libros que estaba ordenando a su sitio.
—Lo sabía —exclamó Cath victoriosa haciendo que ambos se volviesen.
—¿Qué ocurre? —inquirió el señor Jeon tan sorprendido como él.
—Sae —contestó Cath—. Tenía la sensación de que creciste mientras estuvisteis en la ciudad celestial y ahora sé que tengo razón. Antes de irse, no llegaba a esos libros sin ayuda. Pero ahora sí.
—A veces, los familiares crecen cuando regresan a la ciudad celestial por la energía presente —le explicó el señor Jeon y él le agradeció que no desvelase nada más. No quería que Cath supiese que él era defectuoso.
—Ya veo —murmuró Cath pensativa abriendo su bolso y sacando una caja que comenzó a abrir.
—¿Qué es eso? —preguntó mirando los pendientes que estaban en la casa—. ¿Bisutería? Brilla mucho.
—Desde luego que no, ya no soy una niña para llevar bisutería. Estos son de verdad. Me los ha comprado Jeon como regalo.
—¿Regalo? —inquirió mientras sentía aquella desagradable sensación comenzar.
—Como disculpa por dejarme sola tanto tiempo mientras estabais en la ciudad—asintió haciendo que él la mirase. Nunca había visto que Cath le llevase un regalo cuando se marchaba durante días con sus amigas.
—El señor Jeon se fue porque era su obligación —le recordó intentando mantener sus sentimientos bajo control.
—Sae, por favor, para —le pidió el señor Jeon—. Solo ha sido un pequeño regalo, nada más.
—Las joyas humanas son caras —se defendió y es que, ¿cuántas cajas más iban a tener que vaciar por los caprichos de aquella mujer?, pensó mientras los celos seguían aumentando.
—Ya sé que para ti es difícil de entender, después de todo tú eres su familiar y le debes obediencia, pero nosotros somos pareja y dejar a tu pareja sola tanto tiempo no está bien.
—Ya me he disculpado —le recordó el señor Jeon y al oírlo él apretó las manos. ¿Por qué se tenía que disculpar su amo por cumplir con su obligación?
—Lo sé, pero siempre es bonito que te demuestren los sentimientos con algo más que palabras —añadió haciéndolos brillar—. ¿Ocurre algo? —se detuvo al darse cuenta de cómo la miraba.
—No entiendo por qué el señor Jeon debe disculparse por cumplir con su deber —contestó.
—Sae— le pidió el señor Jeon.
—¿No lo entiendes? —le preguntó Cath.
—No —asintió—. En primer lugar, no comprendo por qué debe compensarte por irse cuando tú llevas años saliendo con sus amigas y pasando días fuera también.
—Sae —repitió más severo.
—Pero eso es porque yo soy una humana y necesitaba salir de aquí —replicó Cath.
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Familiar
RomanceUn sirviente sin memoria que es una bola de un solo ojo. Un dueño que necesita una pareja humana para no morir. Lo único que Sae debe hacer, es evitar enamorarse de tu dueño y podrá vivir con su amo para siempre. Fácil, ¿verdad?